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Miércoles 6 de enero de 1999


VENEZUELA EN LA HORA
DE PAGAR LAS LEALTADES

Por Hernán Maldonado


José Vicente Rangel

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Miami – En el terreno militar la lealtad es uno de los valores que más se cultiva y el próximo presidente de Venezuela, coronel Hugo Chávez Frías, está demostrando que es fiel intérprete de esa tradición.

A menos de un mes de que reciba los símbolos del mando, Chávez ha estructurado la mitad de su gabinete con hombres que le han demostrado lealtad en las amargas horas de la derrota.

Sus principales colaboradores serán civiles y militares que le acompañaron en las intentonas golpistas de 4 de febrero y del 27 de noviembre de 1992.

Qué lejos estaban todos, entonces, de pensar que a la vuelta de seis años lograrían por la vía democrática del voto lo que no pudieron por la fuerza de las armas.

A los caros intereses de Venezuela, difícil es pronosticar qué resultado darán estos hombres que no tienen ninguna experiencia en el manejo de la cosa pública.

Un buen porcentaje está integrado por teóricos sin experiencia administrativa y el otro por militares con obvias deficiencias de ajuste ante un aparato burocrático que no funciona mediante órdenes ni tiene una estructura verticalista.

En síntesis, lo que resulta claro en el primer gabinete ministerial de Chávez es que prima el amiguismo; el pago con un cargo burocrático a los que ayer le mostraron indeclinable lealtad.

Con estos hombres el coronel-golpista, como todavía lo llama cierta prensa internacional, se propone llevar adelante su "revolución".

Dos hechos no deben pasar por debajo de la mesa. Chávez ha invitado al ex dictador Marcos Pérez Jiménez a asistir al acto de su posesión y me parece que es su primer gran error porque desentierra un pasado de oprobio.

Es cierto que durante la dictadura de Pérez Jiménez el país empezó su modernización, pero fue a un alto costo social, con la violación sistemática de los derechos humanos y con una corrupción tan execrable como la que le siguió en las cuatro últimas décadas.

¿O es que se ha olvidado que Pérez Jiménez fue un dictador? ¿Ya no cuenta la manera en que el pueblo lo derrocó? ¿Alguién se acuerda que en su precipitada huída el tirano dejó un maletin con un millón de dólares?

En el plano interno, pues, Chávez reabre viejas heridas sin necesidad.

El otro hecho es la designación de José Vicente Rangel como su ministro de Relaciones Exteriores. Rangel, cuando ningún medio de comunicación se atrevía, solía invitar a sus programas en la televisión a Chávez, inclusive cuando éste estaba encarcelado. Le ofreció una tribuna y el hombre no la desperdició, como lo probó el tiempo. Ahora le paga el favor.

¿Dónde está lo malo?

Rangel, a mi modo de ver, era el menos indicado para asumir ese puesto, dadas las suspicacias de Estados Unidos con el nuevo gobierno. El futuro canciller desde siempre ha proclamado su posición "intransigentemente anti-imperialista".

El nuevo gobierno necesita de su principal socio comercial, como la flor el agua. El Tio Sam no tolerará desafíos de un hombre que tiene indisimulada admiración por Fidel Castro y Ernesto Ché Guevara.

Rangel se formó en las filas de la Unión Republicana Democrática que liderizaba el carismático Jóvito Villalba. En los años 60, en lo peor de la represión antiguerrillera, fue la única voz en el parlamento que clamaba por el respeto a los derechos humanos.

Mientras los colegas de Chávez torturaban hasta morir a centenares de jóvenes idealistas e ilusos en los llamados Teatros de Operaciones (3, 4,5, etc) Rangel, ya convertido en diputado independiente, buscaba salvar las vidas de aquellos.

Por eso no fue una exageración en 1971 que el Movimiento al Socialismo (MAS), a poco de ser fundado, le invitara a ser su candidato presidencial para las elecciones de 1973. El partido estaba integrado por centenares de hombres que habían bajado de las montañas tras convencerse de la inutilidad de la lucha guerrillera en las condiciones en que esta se daba y del corrupto Partido Comunista de Venezuela.

El MAS se convirtió en la tercera fuerza electoral de Venezuela y Rangel repitió como su candidato en 1978. Y entonces prometió que esa sería la última vez porque estimaba que el partido debería postular a uno de sus hombres.

Sin embargo Rangel faltó a su palabra y le dio una puñalada al MAS en los comicios de 1983 cuando el partido proclamó como su candidato a su viejo militante Teodoro Petkoff. Rangel dividió la masa electoral al ir como candidato de otro conglomerado izquierdista.

Pero lo más grave en Rangel fue su conducta en el famoso caso del Sierra Nevada. Allí el político tenía la oportunidad de enderezar quizás para siempre la historia de Venezuela pero no quiso o no pudo.

Durante la campaña de 1978 Rangel hizo suya la posición del MAS de luchar contra la corrupción galopante que significó el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez. Cuando este salió del gobierno, entre múltiples casos de flagrante corrupción, surgió el del barco llamado Sierra Nevada.

Esta nave había sido adquirida en Suecia por 55 millones de dólares para servir de refrigerador y nunca entró en uso porque era completamente inútil como barco y como refrigerador. Era pura chatarra.

Cuando se produjo el juicio de responsabilidades en el parlamento, la votación para condenar a Pérez se puso 49-49. Si el ex presidente era hallado responsable, habría terminado su carrera política. Sin embargo, Rangel, el "paladín" de la lucha contra la corrupción en la campaña del MAS, votó a favor del ex presidente.

Así Pérez se salvó de la guillotina política, pudo volver a aspirar y fue reelecto 10 años más tarde y fue durante su periodo (interrumpido antes de su finalización por cargos de corrupción) cuando medio millar de venezolanos perdieron la vida en el infausto "Caracazo" del 92.

El hombre al que no le tembló la mano para salvar a un corrupto, paradójicamente es nombrado ahora canciller por Chávez que ha sido elegido por una colosal mayoría del pueblo venezolano (67 por ciento) precisamente para luchar contra la corrupción.

¿A dónde te llevan Venezuela?