Domingo 31 de julio del 2005
LA VERDAD REVOLUCIONARIA
Por
Hernán Maldonado
Hubo un tiempo en que los periodistas confíabamos en la palabra de los revolucionarios porque con hechos demostraban las mentiras gubernamentales. "Ante la mentira reaccionaria, la verdad revolucionaria", era el eslogan.
Los "tupamaros" uruguayos ganaron no pocas simpatías, lo mismo que los "montoneros" argentinos y las huestes del comandante Douglas Bravo en Venezuela.
Mucho antes, sin embargo, lo pusieron en práctica en Bolivia los "elenos" fundados por el "Ché" Guevara.
Sobre todo después de la muerte del "Che", su sucesor Guido "Inti" Peredo y los suyos nos nutrían de comunicados sobre ciertas operaciones que el oficialismo las describía de manera diferente a las que ciertamente ocurrieron.
Por eso supimos cómo fue "ajusticiado por traidor" el campesino Honorato Rojas, a cuyos hijos curó el "Che" pero que después violó el secreto ante los militares que perseguían al guerrillero.
Por los mismos "elenos" supimos con exactitud cómo murió, y traicionado por quién, el propio "Inti" Peredo, cuando el coronel "Toto" Quintanilla nos quería "vender" otra versión.
Con esos hechos los revolucionarios mostraban que podían ser unos equivocados, pero nunca unos deshonestos.
Estos días la historia es diferente con algunos revolucionarios en el poder. Todo es al revés. Las marramucias del presidente Hugo Chávez y su gente en Venezuela ya llenan varios libros y centenares de columnas periodísticas, a pesar de los petrodólares.
La primera gran mentira fue su anuncio al asumir el poder de que renunciaría a los tres meses si alguien encontraba un niño desvalido en la calle. Han pasado seis años y medio y se han gastado 300.000 millones de dólares y ahora en las calles esos niños están acompañados de sus padres.
Quizás haya alguien que crea que exagero. Yo le invito a que repase el "Aló Presidente" de Chávez de hace dos semanas cuando se comprometió "esta vez sí" a ocuparse de esos niños de la calle.
Pero no hay duda que el mentiroso mayor es Fidel Castro, el dictador que en el epílogo de su vieja tirania de 46 años habla de su país como si fuera lo que Chávez repite a cada rato: "el mar de la felicidad".
A principios de julio el huracán "Dennis" causó daños por 1.400 millones de dólares destruyendo gran parte de la infraestructura eléctrica de la isla. Si antes de "Dennis" gran parte de los cubanos soportaban de 12 a 18 horas de cortes diarios, hay que imaginarse lo que ocurre ahora.
Pero para Fidel el huracán "ha sido derrotado" porque ingresó a Cuba como un fenómeno categoria cuatro en la escala Saffir-Simpson y salió de ella convertido en un ciclón categoria dos. ¿O es que ya divaga el anciano dictador?
Ya un día antes, cuando se le informó que "Dennis" entraría por Bahía de Cochinos", Castro anticipó la derrota del huracán "de la misma forma que derrotamos ahí a los invasores de Playa Girón".
Marear la perdiz, le llaman a esto en otras partes. La dura realidad es que las situación en Cuba era difícil antes del huracán y lo es más ahora. Por eso Castro ajusta las tuercas de la represión.
El 26 de Julio Castro, en su discurso en homenaje al asalto al Cuartel Moncada, habló del apoyo popular a la Revolución, algo contradicho por las imágenes de protestas a lo largo de la ruta devastada por "Dennis", con pobladores sin agua, ni electricidad, sin servicios sanitarios.
En lo único en que Castro pareció decir la verdad es que grandes sectores de Cuba habían quedado por efecto de "Dennis" como Hiroshima y Nagasaki tras las bombas nucleares de agosto de 1945.
Y esas ciudades japonesas no se recuperaron en 20 días como quiso hacer creer Castro a sus oyentes y menos todavía después de haber rechazado soberbiamente cualquier ayuda de Estados Unidos o la Comunidad Europea.
Qué lejos parece quedar aquel tiempo romántico de "la verdad revolucionaria..."
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