La "hegemonía comunicacional", que le permite al gobierno chavista contar con la mayoría de los medios de comunicación, hace que un visitante desprevenido, con solo llegar a Venezuela, crea que en un abrir y cerrar de ojos se encontrará inmerso en la prosperidad de un país pujante.
Sin embargo, ese visitante, apenas haya dejado el aeropuerto se topará con una realidad angustiante, impropia de un país que hasta ayer nomás era una de las democracias más sólidas y estables del continente y que ahora vuelca su mayor esfuerzo en conseguir artículos básicos de subsistencia.
Lo primero que notará es la acumulación de basura en gran parte de la urbe de 5 millones de habitantes, factor que ha hecho que decenas de miles de venezolanos estén actualmente rezando por no caer víctimas de la malaria, el dengue y la chikungunya, males que ya habían sido erradicados.
Las farmacias no cuentan con medicamentos. Ni siquiera se consigue acetaminofen. La ex esposa de Hugo Chávez, Marisabel Rodríguez, sorprendió estos días clamando por metranidazol a través de tweeter. Si para ella no hay medicinas, ¿qué puede esperar Juan Pueblo?
Reputados economistas advierten que Venezuela está al borde del barranco por la devaluación brutal del bolívar que el pasado fin de semana se cotizaba a 181 por un dólar en los mercados fronterizos, lo que significa que la inflación fácilmente sobrepasa el 70 por ciento a pocas semanas de concluir el 2014.
Por si fuera poco, el barril de petróleo de exportación se cotiza al comenzar esta semana en $54.4, comparado con el promedio de $96 de comienzos de año. Dado que el presupuesto general de la nación se calculó en base a un barril a $60, esos economistas piensan que para abril del 2015 no habrá ni para pagar sueldos.
El gobierno tendría que tomar severas medidas económicas, pero teme el enorme costo político. Por ahora oculta cifras que por ley deben divulgarse inevitablemente. El Banco Central no entregó los informes económicos de octubre y noviembre y desde la semana pasada tampoco publica los viernes el costo del barril de petróleo.
El Congreso de Estados Unidos aprobó sanciones contra medio centenar de altos funcionarios chavistas por abusos contra los derechos humanos en las manifestaciones estudiantiles de enero a junio. Maduro y sus cofrades han emprendió una campaña antiestadounidense afirmando que Washington viola la soberanía venezolana.
El medio millar de medios oficialistas, entre diarios, radios y televisoras, le hace creer a los venezolanos que las sanciones (mayormente la cancelación de visas de entrada a Estados Unidos) son contra el país y la angustia de los sancionados es de tal tamaño que han resuelto aferrarse al poder a como dé lugar.
El propio Maduro anunció que ni aunque lo derroquen saldrán libres los presos políticos, en tácita admisión de que la justicia venezolana es manipulada desde el palacio presidencial.
El oficialismo está obligando a los 2.5 millones de empleados públicos a salir a las calles a defender la revolución, mientras otros millones luchan diariamente por conseguir un pollo, un litro de aceite o un kilo de harina, arroz, café… O duermen días en colas para adquirir repuestos para sus vehículos.
No se necesita mucho esfuerzo para ver que negros nubarrones se ciernen sobre el inmediato futuro de la otrora próspera Venezuela. Amanecerá y veremos.