Domingo 5 de noviembre del 2006
CON TODOS LOS HIERROS...
Por
Hernán Maldonado
Los abogados dirian: A confesión de parte, relevo de pruebas. La abierta injerencia del gobierno del presidente Hugo Chávez Frías en los asuntos internos de Bolivia no necesita ninguna prueba más luego de que el ministro de Energía y Petróleo y presidente de PDVSA, Rafael Ramírez, no sólo admitió, sino que prometió que el régimen castrochavista mantendrá metida las manos en el país cueste lo que cueste y pese a quien le pese.
"Nosotros vamos a liberar a Bolivia" (del imperialismo), aseguró Ramírez en un discurso ante unos 1.500 ejecutivos de la entidad petrolera venezolana. El vídeo grabado clandestinamente fue divulgado el pasado fin de semana y causó un enorme revuelo nacional e internacional.
"... Vamos con todos los hierros a jugarnos el futuro de Bolivia junto con Evo Morales", agregó textualmente Ramírez, el hombre al que en círculos brasileños se señala como el artífice de la nacionalización hidrocarburifera boliviana.
La expresión venezolanísima de ir "con todos los hierros" en pos de algo significa que nada ni nadie detendrá al que se impone un objetivo, cualquiera que éste sea.
Ramírez desnudó la vocación injerencista del chavismo pese a que la Constitución Política venezolana prohíbe a su gobierno inmiscuirse en asuntos internos de otros países.
Internacionalmente el chavismo fue expuesto como una dictadura constitucional porque los 40.000 trabajadores petroleros fueron obligados por Ramírez a apoyar "incondicionalmente" a Chávez en las elecciones del 3 de diciembre so pena de perder sus cargos.
El corazón de la economía venezolana "es roja, rojita" (chavista) y el que no comprenda que así es la cosa se le va a enseñar "a carajazos", amenazó Ramírez violando, además, 17 artículos de la ley penal, la ley procedimental, la ley del trabajo, el estatuto del funcionario público, etc.
Lo esperaba el país es que Chávez despediria a su funcionario o al menos lo desautorizaría. Vana esperanza. Menos de 24 horas después el autócrata no sólo lo respaldó vigorosamente, sino que le ordenó a que repitiera "100 veces el mismo discurso".
La arenga de Chávez se produjo casi simultáneamente a la revelación de un alto asesor de Ollanta Humala, quien denunció en Lima que la campaña electoral del frustrado aspirante presidencial peruano recibió el espaldarazo de 4.000.000 de dólares del chavismo.
Y para nadie es un secreto que para las elecciones nicaragüenses, la campaña de Daniel Ortega ha recibido toneladas de petróleo a ser distribuidos entre los simpatizantes del líder sandinista que aspira a volver a la presidencia.
En el caso boliviano, la denuncias de injerencia chavista no tenían pruebas contundentes, como las que sin ninguna duda reveló Ramírez y que anteriormente fueron insinuadas por altos jefes militares estadounidenses, del Departamento de Estado y por líderes opositores bolivianos.
Para muchos Chávez se encuentra ya con el sol a las espaldas, pese a las astutas manipulaciones con las que pretende ganar las elecciones del 3 de diciembre, y por eso sus desesperadas amenazas a los dos millones y medio de empleados públicos a votar por él o perder sus cargos.
En los medios venezolanos estos días se le recuerda amargamente a Chávez, que apenas elegido Evo Morales, le obsequió 30 millones de dólares. Las televisoras subrayan el supuesto cinismo de Morales en esa ocasión preguntándole a su mentor si "esa suma ¿va a ser mensual, mi comandante?"
La injerencia chavista en Bolivia, y mucho más después de que se reveló un acuerdo militar, tiene preocupados a paraguayos, peruanos y chilenos.
Paraguay anunció que si se concreta el acuerdo castrense boliviano-venezolano, acordará uno con Estados Unidos y le autorizará hasta la construcción de bases militares en el Chaco. Perú ya ha pedido se le explique qué alcance tendrán las bases que Bolivia se propone erigir en la frontera común.
Si es cierto que los días de Chávez están contados en Venezuela, bien harían nuestros actuales mandamases a no poner todos los huevos en una canasta porque podrían quedarse colgados de la brocha.
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