Martes 2 de enero del 2001
EL REGRESO DE REYES VILLA
Por
Hernán Maldonado
El capitán Manfred Reyes Villa se apresta a regresar al país luego de una larga permanencia en Miami, con la certidumbre de partir de fojas cero en su meteórica carrera política, que ahora piensa enrumbarla hasta la presidencia de la república.
Lo que para el "Bombón" podría ser un borrón y cuenta nueva, no lo es para sus oponentes políticos y para un buen sector de la ciudadanía, a la que debería rendirle cuentas de su gestión como alcalde de Cochabamba por casi una década.
Reyes Villa se convirtió e 1992 en el burgomaestre cochabambino al iniciar una fulgurante carrera política. Comenzó como un concejal de Acción Democrática Nacionalista (ADN) y ya en 1993 se consolidó como figura. En 1995, con el apoyo del Movimiento Bolivia Libre (MBL), repitió como alcalde.
Dos años más tarde, convertido en un ídolo local, por algunas de sus obras, pero mucho más por algunas erogaciones destinadas a los bolsillos de periodistas mercenarios (varios de los cuales fueron expulsados luego de su gremial) que le servian de caja de resonancia, el popular "Bombón" se convirtió también en el fundador y líder máximo de Nueva Fuerza Republicana (NFR).
El mandamás cochabambino acaudilló en 1997 las huestes que pedían a gritos en las calles que el proyecto Misicuni se hiciera realidad. Cuando el presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, con su sarcasmo habitual y ante la cuasi imposibilidad de llevarla a cabo, dijo que los cochabambinos debían decidir si querían agua o Misicuni, Reyes Villa le endilgó calificativos propios de cuartel.
Tras la derrota del oficialismo en las elecciones de 1997, el "Bombón" hizo un pacto con ADN, supuestamente porque el líder de ésta, Hugo Bánzer Suárez, le prometió su apoyo cuando Reyes Villa candidateara a la presidencia en los comicios del 2002, lo que a los efectos prácticos resultó ser como una promesa de amor entre adolescentes.
Mientras tanto, tras su reelección en 1999, el "Bombón" se pasaba la mayor parte del tiempo tratando de justificar gastos de su administración, que incluían hasta la construcción de alguna escuela rural en Potosí a nombre de NFR o del suyo propio, pero con dineros de los bolsillos de los contribuyentes cochabambinos.
El sector de la prensa que no recibía sueldos por debajo de la mesa empezó también a cuestionar varias de las obras faraónicas y, sobre todo, de los contratos que los hicieron posibles. La sigla NFR, en voces de sus impugnadores, se convirtió en la "nueva forma de robar".
Cuando arreciaban las críticas, se desató en Cochabamba la sangrienta "guerra del agua". Reyes Villa que, junto con Bánzer, se cuadró por Misicuni desdeñando el proyecto más factible de Corani, quiso desmarcarse del oficialismo sosteniendo que no había autorizado el aumento del 34 por ciento en la elevación de las tarifas de agua.
El gobierno, cuando en las calles caían los primeros muertos y heridos, bombardeó la ciudad con el documento en el que sí aparecía la firma del "Bombón". El alcalde, por medio de sus radioemisoras, empezó a recibir una andanada de furiosas llamadas telefónicas. Entonces el ex edecán del dictador Luis García Meza dispuso que cada protesta en contra suya fuera silenciada con música.
Bánzer echó del gobierno a NFR, incluyendo a Erick Reyes Villa, el hermano ginecólogo que el burgomaestre impuso en el Ministerio de Desarrollo Sostenible y que de la materia sabía tanto como el portero del edificio.
Con NFR fuera del gobierno, con un tonel de acusaciones que crecía como una bola de nieve, su terrible traspié en el caso Misicuni y por ciertos manejos edilicios oscuros que empezaron a revelarse en la prensa (como aquellas urbanizaciones marginales que de la noche a la mañana vieron sextuplicar el valor de sus terrenos baldíos al aparecer con alcantarillado, pavimento y luz eléctrica) Reyes Villa parecía entrar en su ocaso político.
Entonces se produjo la lamentable muerte de una de sus hijas en un accidente de tránsito y en medio de lo que los periodistas describieron como una "profunda depresión", el "Bombón" decidió pedir licencia de su cargo, apartarse de la política y autoexiliarse en Miami.
Parecia el fin de su fulgurante carrera. Pero no, el hombre resolvió volver a mediados de enero y retomar su empeño de llegar a la presidencia de la república. Tiene todo el derecho del mundo, a menos que antes se concreten las denuncias que pesan sobre él y, lo que es más importante, se demuestre judicialmente que es un corrupto.
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