La gigantesca putrefacción en Venezuela




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Sábado 5 de junio del 2010


LA GIGANTESCA PUTREFACCION

Por Hernán Maldonado

Si los contenedores pudieran alinearse uno tras otro en una carretera llegarían a conformar un cola de unos 25 kilómetros. Son un total, hasta ahora, de casi 70.000 toneladas de alimentos descubiertos en estado de putrefacción en los puertos venezolanos.

Lo paradójico es que estos días millones de amas de casa deambulan por los mercados y abastos en busca de leche, pollos, azúcar, carne, arroz, caraotas, aceite, en una época de los más atroces desabastecimientos que le ha tocado vivir al país.

La triste historia se remonta a 2008 cuando la multimillonaria Venezuela empezó a sufrir los nefastos resultados de las expropiaciones de fundos y fábricas por parte de la dictadura del teniente coronel Hugo Chávez que aniquilaron la producción nacional.

¡Ah, pero había dinero! El barril de petróleo que en 1998 costaba 12 dólares, se vendía a casi 147. Ante el incipiente desabastecimiento y la necesidad de vender su proyecto revolucionario, el petrodictador ordenó importaciones masivas desde todos los confines del mundo.

Los barcos empezaron a amontonarse en los puertos esperando hasta tres meses antes de poder ser desembarcada su mercaderia. La capacidad de almacenamiento colapsó. Hubo momentos en que toneladas de carne putrefacta tuvieron que ser echadas al mar cerca de Puerto Cabello.

Los encargados de las importaciones se hicieron su agosto. Compraban con dólares subsidiados, parte de los cuales los revendían al triple de su valor en el mercado negro y cobraban jugosas comisiones. Los enormes contenedores se apilaban en los patios portuarios excediendo la capacidad de distribución.

La semana pasada se descubrió la existencia de más 2.500 contenedores en los puertos de Guanta, Puerto Cabello, La Guaira con alimentos podridos, mientras el petrodictador, con su cara bien lavada, busca expropiar la empresa Polar, la última de las grandes industrias productoras de alimentos, orgullo de los venezolanos.

Chavez cree que expropiando Polar paliará la escasez. Sus 38.000 empleados se le han puesto al frente defendiendo sus puestos de trabajo. El jueves pasado se encadenó por seis horas para desatar una grosera y soez perorata contra lo que queda de la empresa privada. Quiso, pero no pudo, tapar la putrefacción que emana de los puertos y que simbolizan el fracaso de su gobierno manirroto y despilfarrador.

Desde ahora no tiene moral para hablar por los pobres porque la putrefacción de comida, el despilfarro de millones de dólares, no sólo es un gran delito, sino un grave pecado.

Venezuela elegirá el 26 de septiembre una nueva Asamblea Nacional y Chávez huele su derrota y quizás busca descarrilar el proceso cívico colocándose en el plan de provocador. Ya quisiera él que el pueblo venezolano le diera algún motivo, dentro de su ira contenida, para cancelar los comicios.

Chávez dijo una vez a sus opositores que debían irse del país si no les gustaba su gobierno. Olvida que en Sudamérica es tradición que los dictadores salgan huyendo, no los pueblos.