Tierra Lejana-- Página de Hernán Maldonado




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Lunes 17 de mayo del 2003


REBELION POLICIAL EN MARCHA

Por Hernán Maldonado

El mayor David Vargas Flores me hace recuerdo al ex presidente Carlos Andrés Pérez, quien acuñó la frase: "Este hombre si camina, va de frente y da la cara" con la que ganó las elecciones de Venezuela en 1973.

Vargas, desde que lo conozco, no se oculta en pseudónimos, lo que tiene que decir lo dice a voz en cuello, y lo que hace, lo hace a la luz del día. Quizás por eso ha logrado que sus camaradas lo consideren un líder por el que vale la pena jugarse el pellejo.

Desde Oscar Unzaga de la Vega, y quizás con la excepción de Marcelo Quiroga Santa Cruz, no había visto a un líder ofrecer su vida misma a cambio de los ideales u objetivos que persigue.

El paquidérmico gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada no controla la policía. Tras los sucesos de febrero no pudo desmontar el nudo gordiano y sigue con la cantaleta de que va a sacar "la manzana podrida del canasto". Ciertamente no sabe cómo.

En ese sentido Hugo Bánzer Suárez vio la figura clara el 2000 y reaccionó rápidamente al motín policial encabezado por Vargas Flores. Accedió (después no cumplió) a todo lo que le pidieron porque encima estaba "la guerra del agua".

En febrero pasado el petacudo gobierno actual dejó que la sangre llegara al río y después tampoco se animó a desmantelar la rebelión policial. Vargas Flores aprovechó la modorra para aparecer en marzo, junto con el coronel de ejército Gilberto Ugarte, en abierta proclama subversiva.

Ugarte fue dado de baja y expulsado del ejército. Vargas Flores no. Y es que Vargas no actúa solo. Tiene detrás suyo toda una institución. La prueba más evidente es el pronunciamiento de la alta jerarquía rechazando el informe de la OEA sobre los sucesos de febrero.

Vargas Flores ya es un caudillo dentro la policía. Sus camaradas lo reconocen como tal, por él murieron el 12 y 13 de febrero. Por eso le resulta al gobierno difícil desmantelar la subversión.

La miope oposición, con la mezquindad que le caracteriza, apuesta al "río revuelto ganancia de pescadores", sin vislumbrar que al derrumbe de la democracia lo que le espera es muerte, cárcel, persecución y exilio.

Los objetivos de Vargas Flores están más allá de lo simplemente institucional. En marzo dijo: "Habemos bolivianos que vamos a dar nuestra sangre si es necesario para que Bolivia sea íntegra y se mantenga con la dignidad que se merece todo país. No vamos a permitir que nuestra amada patria sea víctima de laceramientos, sea víctima de robos y sea víctima de más tratos inhumanos".

Se refirió así a la indigna dependencia del país, a la eventual exportación de gas por puerto chileno, a las amenazas de grupos separatistas cambas y collas, a la galopante corrupción, a las injusticias, a la falta de educación, a la insalubridad, etc. Por supuesto esto ya es un programa político de alcance nacional.

Conocí a Vargas Flores epistolarmente allá por 1999 cuando era becado del gobierno chileno. Por aquellas épocas participaba activamente en el foro de mi página (www.tierralejana.com) y me criticó por un artículo que escribí sobre la corrupción en la policía.

Me dijo que la corrupción de algunos de sus camaradas no eran mayores ni menores en gravedad a los que "cometen políticos, militares, aduaneros, senadores, diputados, periodistas, curas, etc. etc".

En posteriores escritos suyos me dio la impresión de ser un enamorado de su institucion (quizás por eso las pasiones que ha desatado), un ultranacionalista, y un hombre con pocas luces sobre la situación internacional, la interdependencia de nuestros países, y la posición de Bolivia respecto a ellas.

Sobre la problemática nacional, en muchos de esos escritos, Vargas Flores demuestra que ha leido mucho, pero ha digerido mal, por eso es que hasta ahora se envuelve en generalidades, pero no ha planteado soluciones a los males que nos agobian como país.

Vargas Flores no es un político. Ciertamente no es Carlos Andrés Pérez, pero eso sí, estoy seguro que es de los que pelean hasta quemar el último cartucho.





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