Domingo 15 de febrero del 2009
"OTRA FE, OTRA RELIGION"
Por
Hernán Maldonado
En el ocaso de mi larga carrera periodística me pregunto qué cosas más me falta ver u oir antes de que Dios me llame a rendir cuentas. Hace unos días me conmovió aquél padre desempleado y suicida de California que no quiso exponer a la pobreza a su familia y mató a su esposa y cinco hijos, entre ellos dos pares de mellizos.
Asimismo, fue desalentador ver la indiferencia de cientos de automovilistas que seguían su camino, esquivando el cadaver de un hombre tirado en una autopista de Los Angeles. Un amigo policía al que le comenté el hecho, me dijo que eso "es muy común en Estados Unidos. Nadie quiere buscarse problemas".
Ironicamente miles de estadounidenses estaban dispuestos a pagar lo que fuera para adoptar al perro callejero chileno que, sin importarle el denso tráfico, arrastró a un costado el cadaver de otro perro para que los automovilistas no lo convirtieran en alfombra. Pero el "samaritano" desapareció. Las imágenes correspondian a un hecho ocurrido el 2007.
En el más reciente Foro Social Mundial, en Brasil, el presidente de Bolivia, Evo Morales, acusó a la jerarquía católica de ser "enemiga de las transformaciones pacíficas". La afirmación fue hecha justamente en el país más católico del continente, que tiene un presidente socialista y que goza del 80 por ciento de respaldo popular.
"Quiero decirles, como se grita permanentemente 'otro mundo es posible', yo quiero decirles otra fe, otra religión, otra iglesia también es posible...", agregó Morales. El jesuita Miguel Manzanera, a través de El Nuevo País, de Tarija, respondió categóricamente la impostura.
Morales posesionó a su gabinete ante la nueva Constitución Política desterrando por primera vez, desde que somos República, la Biblia y el crucifijo, dizque porque ahora somos un Estado laico. No obstante, sus corifeos del protocolo dejaron los cirios, símbolo de la Luz (Mt 5, 14-15). Veremos si fue deliberadamente o no.
Aunque creo estar curado de espantos, lo que vi el 4 de febrero en Barquisimeto, Venezuela, me hizo saltar de mi asiento. El sacerdote Adolfo Rojas, en la conmemoración de los 10 años del frustrado golpe de Estado encabezado por Hugo Chávez, terminó su homilía gritando: "Patria, socialismo o muerte. ¡Venceremos!"
El sacerdote que debe andar por la mitad de sus 50, de manera que es difícil pensar que es un jovencido inmaduro o un viejo chocho, sacudió vigorosamente ante el auditorio su casulla roja (el color oficialista) para asegurar que Chávez es "el ungido por dios para guiar los destinos del pueblo". Parece que en décadas de sacerdocio no cayó en cuenta que sólo Jesús es "el Camino, la Verdad y la Vida".
Me pregunté cómo se habrá sentido aquella vez don Miguel de Unamuno cuando escuchó gritar a los legionarios de José Millán Astray en el paraninfo de la Universidad de Salamanca: "¡Viva la muerte! para que el insigne rector pronunciara aquél discurso inmarcesible.
En el caso de Rojas no salió ningún émulo de Unamuno. La Jerarquía venezolana guardó silencio. Y es que, como dice David Amado Fernández, la Iglesia "tiene una forma de actuar que no siempre comprendemos bien: no rechaza al pecador, al hombre o a la mujer concreta que han obrado mal en algo, sino que siente una profunda repulsa por el pecado". Amén.
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