Lunes 19 de agosto del 2002
MANOS A LA OBRA
Por
Hernán Maldonado
El flamante gobierno del presidente Gonzalo Sánchez de Lozada se ha tomado más tiempo del necesario para poner a funcionar el aparato estatal con la designación de la principales autoridades, ahora lo que resta es poner manos a la obra.
Ministros y viceministros debieran perder menos tiempo en aparecer en los medios porque es demasiado corto el plazo de 90 días para poner en marcha la reactivación del aparato productivo del país, como nos lo ha prometido el mandatario.
En las dos primeras semanas de gobierno se han producido altas y bajas. Entre las primeras está, por ejemplo, el nombramiento de Esther Balboa como viceministra en Educación, pese a la cólera de Felipe "El Mallcu" Quispe.
Balboa, de indudables raíces indígenas, no sólo fue sorpresa como vicepresidenciable en la candidatura de Quispe, sino que a lo largo de la campaña se mostró siempre decidida a trabajar por Bolivia y no por un sector del país. Su moderación fue encomiable y estuvo siempre ajena a cualquier tentación demagógica.
Pero están equivocados quienes creen que la señora Balboa llega a su actual cargo sólo para dar cierta representatividad a los indígenas bolivianos. Su enorme currículum, su manera de enfocar los temas nacionales, hablan de su excelente formación académica, de su educación. Soy un convencido que, para honra del país, Esther Balboa da para mucho más que un viceministerio.
Otro punto alto, aunque del lado del Legislativo, fue el nombramiento de Lupe Cajías para encabezar la oficina vicepresidencial de lucha contra la corrupción. Tan acertado es el nombramiento que hasta el irascible Quispe lo ha aplaudido.
Ahora le toca al parlamento dotarla del instrumento legal para facilitarle la labor, dejando de lado esas chicanerias de que si debía ser elegida de una terna o no. El país tiene puestos los ojos en Carlos D. Mesa como abanderado de la lucha contra la corrupción y en su punta de lanza, la destacada periodista-historiadora.
De otro lado, aunque atribuibles a los discordes para elegir las comisiones parlamentarias, no se justifica las tres semanas de receso que se tomó el parlamento, a no ser que se quiera retrotraer los vicios del pasado. Ojalá que este nuevo congreso se caracterice por el trabajo de sus miembros.
Obviamente estamos a la espera de que lo primero que se aprobará será la rebaja hasta en un 50 por ciento de las dietas de 20.000 pesos que percibe cada parlamentario, según nos lo prometió el MAS. Su ideólogo Filemón Escobar anunció que pedirá que sea una rebaja del 75 por ciento.
En otras legislaturas, lo que hicieron los "honorables" en los primeros días fue aumentarse las dietas. Ojalá que este Congreso se estrene rebajándoselas. Es más, el país se alegraría si se anulan los sueldos de los senadores y diputados suplentes.
En el aspecto negativo del gobierno que comienza se apuntan las constantes divergencias entre los socios, la entrega del ministerio de Justicia al partido del mayor deudor pertinaz y empedernido del Estado, la estupidez de tratar de centralizar la información gubernamental; la hemorragia de declaraciones, las más de las veces contradictorias, sobre el tema del gas, y la sensación de que la creación de ministerios y más viceministerios no tiene por fin el mejorar la administración sino el de multiplicar las peras.
A pesar de todo, apenas han pasado dos semanas y haríamos mal si empezamos a ver las cosas negras, aunque tampoco perdamos de vista que "un pesimista no es sino un optimista bien informado".
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