Domingo 22 de abril del 2007
LA MAJESTAD PRESIDENCIAL LESIONADA
Por
Hernán Maldonado
Al finalizar el campeonato mundial de fútbol de 1978, toda Argentina saltaba de alegría. Agarrados de las manos hombres, mujeres y niños formaban rondas en calles y plazas gritando enfervorizados: "El que no salta es un holandés". Hacía pocas horas que Argentina había logrado su primer título al derrotar dramáticamente en tiempo extra a Holanda.
Ese tipo de festejo se popularizó mundialmente. Hace apenas tres años en plena Plaza de la Revolución, los ancianos hermanos Fidel y Raúl Castro, enfundados en sus uniformes militares, y enlazados codo a codo, saltaron largos minutos siguiendo al coro de miles de sus simpatizantes.
Ahora está de moda en Venezuela. El presidente Hugo Chávez salta en la tribuna, porque según su arenga, "el que no brinca le chupa al imperio". Y todos se ponen a saltar. El que Chávez haga lo que quiera con sus seguidores no debería llamar mucho la atención. El problema está cuando un presidente extranjero está entre sus invitados.
Eso lo que ocurrió el domingo 15 de abril cuando Chávez instruía a su audiencia sobre lo que debía gritar o hacer, ante la presencia del presidente Evo Morales. En medio de un discurso, Chávez se enteró de los resultados del referendo ecuatoriano y pidió "darle un fuerte aplauso al presidente Rafael Correa". No contento con eso exigió: "Todo el mundo de pie, a seguir aplaudiendo, pues". Fue vergonzoso ver al presidente de Bolivia obedeciendo entusiasta las órdenes del peculiar "cheerleader". O sea que no fue un lapsus linguae cuando Morales le dijo a Chávez en Mar del Plata: "Mi comandante".
Chávez, de la vieja escuela de los militarotes troperos, tiene escasa noción del protocolo. Por eso es que para una foto presidencial en la Cumbre de Panamá se tiró al suelo como si hubiera asistido a una parrillada. Muchos de sus colegas tratan de evitar sus excesos afectuosos. La Reina Isabel debió apartarlo con la mano cuando en el Palacio de Buckingham trató de besarla en una mejilla. El Rey de España no puede evitar ponerse rojo cuando siente el brazo de Chávez sobre sus hombros.
En la Cumbre de Viena hace un año sus colegas se asombraron cuando fue el único que se entusiasmó vergonzosamente cuando una joven argentina semidesnuda apareció en la sesión fotográfica. Allí mismo se mostró descarado con unos abrazos demasiado afectuosos con su colega chilena Michelle Bachelet.
Y es que Chávez trata mostrar en Venezuela que es muy popular en el mundo, aunque a veces el tiro le sale por la culata. En la Cumbre de Mar del Plata el presidente dominicano Leonel Fernández discreta pero claramente se quitó de encima el brazo del venezolano.
En la Cumbre energética que acaba de realizarse en la isla de Margarita, Bachelet marcó distancia protocolar con Chávez. Berenice Gómez, periodista de Radio Caracas Televisión, reveló que el servicio de protocolo de la cancilleria chilena dispuso de un operativo especial para evitar que la presidenta pasara por una experiencia similar a la de Viena.
Los bolivianos estamos quejándonos cada vez con más fuerza de la grosera injerencia venezolana en nuestros asuntos internos, pero en su reciente viaje a Caracas Morales hizo lo propio al acompañar a Chávez en actos políticos que competen exclusivamente a los venezolanos, sin medir ningún riesgo, inclusive aquél en el que obedientemente su puso de pie para aplaudir una victoria que, más que de Correa, es del exportador de la "revolución" bolivariana.
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