Domingo 12 de noviembre del 2006
LOS NUMERITOS CANTAN ¿EQUIVOCADAMENTE?
Por
Hernán Maldonado
Las más recientes encuestas afirman que el presidente Hugo Chávez será reelegido el 3 de diciembre con una ventaja de hasta 20 puntos, por lo menos, sobre su rival Manuel Rosales. Obviamente la mayoria de esas encuestas fueron ordenadas y pagadas por el gobierno venezolano, como lo acaba de admitir el conglomerado petrolero PDVSA en relación a una firma estadounidense.
Los numeritos que aparentemente maneja Rosales son otros y de ahí la seguridad que tiene de derrotar a Chávez pasando inclusive por encima de los chanchullos que ha preparado el militar a través de sus lacayos en el Consejo Nacional Electoral (CNE).
Rosales quizás cree tener un poker de ases bajo la manga, porque a las claras está que el CNE, pese al clamor popular, no ha borrado de sus listas a más de millón y medio de "electores" cuyos domicilios se desconoce, ni quiere eliminar las máquinas captahuellas que sirven para intimidar a los 2.5 millones de empleados públicos que sospechan que podrían ser identificados si votaran contra Chávez.
Tampoco hay pruebas fehacientes de que eliminó a 29.000 electores del mismo nombre y apellidos maternos y paternos en el estado del Zulia y a los 9.000 hombres y mujeres inexistentes de más de 100 años de edad. Tampoco se sabe si corrigió el que decenas de miles de electores hayan sido ubicados para votar en ciudades a cientos de kilómetros de sus domicilios.
Todas estas marramucias fueron descubiertas en las elecciones pasadas ganadas "ampliamente" por el chavismo. El oficialismo se niega a cotejar el voto electrónico con los recibos de votos que el elector deposita en una urna. Sólo aceptó que se abran un 54 por ciento de las cajas.
Pese al enorme fraude montado, Rosales va a las elecciones seguro de su victoria con la mejor encuesta que todos los días le da la calle: las multitudes que se le arremolinan bajo al coro de "¡Atrévete!", su grito de guerra. Realmente hay que tener mucho coraje y voluntad para ir a un proceso electoral verdaderamente asimétrico.
Rosales recorre barriadas a pie, algo que ya no hace Chávez. El presidente prefiere actos proselitistas en locales cerrados y cuando sale a la calle montado en una carroza, sus cinco anillos de seguridad (unas 350 personas) le impiden cualquier contacto con el pueblo.
El alcalde de Caracas Juan Barreto decidió comprar las 30.000 entradas del Estadio Universitario para que Chávez asista el 28 de noviembre al juego de béisbol entre los Leones del Caracas y Los Navegantes del Magallanes, equivalentes al clásico boliviano entre Bolívar y The Strongest.
Y es que Chávez no asiste a un estadio desde el 2000. En un clásico similar desde las tribunas un sector protestó su presencia. Barreto, para demostrar que Chávez si puede ir a un estadio, o quizás para ganar puntos ante su jefe, echó mano al erario público y resolvió llenar el Universitario con los "boinas rojas".
Pero Rosales, en un golpe demoledor que no se esperaba el oficialismo, acudió el pasado fin de semana de improviso al famoso estadio y apenas los 30.000 espectadores supieron de su llegada, las tribunas estallaron en un sonoro y acompasado "¡Atrévete!"
Para la oposición, que hacia apenas cinco días había dejado boca abierta a los chavistas con una megamarcha en Caracas a la que asistieron unas 700.000 personas, ésta fue la mejor encuesta porque a un juego Leones-Magallanes, también equivalente al legendario Boca-River argentino, acude el pueblo en todas sus clases sociales, principalmente el "pata-en-el-suelo".
La respuesta del régimen a estas demostraciones de fervor popular por Rosales ha sido la de denunciar un presunto afán conspirativo, lo que parece un tonteria porque nadie que tenga el jaque mate a mano patea el tablero.
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