Domingo 9 de octubre del 2005
LA IZQUIERDA CANALLA
Por
Hernán Maldonado
En los años 70 adquirí en México un afiche llamativo del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN): "Enterraremos la bota del imperialismo en el corazón de la montaña", proclamaba.
En aquellos años era difícil sustraerse a las simpatías que despertaban esos jóvenes luchadores contra la tirania de Anastasio Somoza y su Guardia Nacional. Me pareció que contribuía de alguna manera a su fin.
Pero cuando los sandinistas fueron gobierno, aparte de la desvergonzada piñata, el abuso de poder, el desgobierno, las ejecuciones extrajudiciales, y los excesos contra la iglesia terminaron por desencantarme.
En los años 80, cuando los escándalos Irán-Contras, estaba convencido de que sólo un gran acuerdo nacional salvaría a Nicaragua. Por eso no me entusiasmó mucho el triunfo de doña Violeta Chamorro.
Arnoldo Alemán, que desde la alcaldía de Managua se erigió un buen pedestal, surgió como una nueva esperanza, pero rápidamente el "gordito presidente" me decepcionó con su fastuosa boda en Miami, precisamente en los días en que miles de sus compatriotas languidecían por la erupción del volcán Cerro Negro.
Varios de mis amigos nicas me dijeron entonces que exageré con ese artículo y que en lugar de hacerle daño a Alemán le estaba dando argumentos a los sandinistas de Daniel Ortega. (Tierra Lejana. Las ostentaciones afrentosas. Agosto 11 de 1999).
Pero cuando terminó el gobierno de Alemán, su sucesor Enrique Bolaños ordenó su enjuiciamiento por malversación de hasta 100 millones de dólares. Ese fue el detonante para que se dividiera el Partido Liberal quedándose con la mayoría parlamentaria el corrupto ex gobernante.
El sandinismo perdió con Chamorro el gobierno pero no el poder, porque controla varios hilos constitucionales, entre ellos el judicial. Justamente jueces sandinistas sentenciaron a 20 años de cárcel a Alemán, pero luego por los tiras y aflojas, para sacar dividentos políticos, esos mismos jueces han estado sacando y metiendo de la cárcel al "gordito ex presidente".
En medio de un diluvio de recursos judiciales chicaneros, ahora Alemán está casi libre. Estados Unidos ha reaccionado quitándoles las visas a él y sus familiares y muchos de sus cercanos colaboradores. "Es un criminal", dijo la semana pasada Robert Zoellick, subsecretario de Estado norteamericano.
Pero en el campo político las maniobras son como una cuerda sin fin. Dolido contra Bolaños, Alemán ordenó a sus parlamentarios unirse a los sandinistas (a los que combatió antes a sangre y fuego) para intentar defenestrar a Bolaños con una serie de leyes que limitan sus poderes presidenciales.
Los sandinistas, otrora mortales enemigos de Alemán, ahora son sus aliados cercanos porque saben que Ortega tiene las de perder en las elecciones del 2006 porque cada vez más correligionarios suyos levantan tienda aparte.
Uno de ellos es Herty Lewites, ex alcalde de Managua, de indudables méritos, a los que los "orteguistas" le cerraron el paso a la candidatura presidencial porque, claro, si no es Ortega, nadie más puede ser su abanderado. El típico mesianismo de la izquierda canalla.
"Seré franco. Existe un pacto corrupto de Alemán y Ortega y éste es el pasado de Nicaragua, no su futuro", dijo Zoellick, en abierta intervención en los asuntos internos nicaragüenses.
¿Pero quiénes propician esta descarada intervención? ¿O es que en el nombre de la sacrosanta soberania la ética política debe dejarse de lado y obligar a nuestros pueblos a tragarse sapos y culebras?
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