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EL INFORTUNIO LATINOAMERICANO
Por
Hernán Maldonado
Jorge Ramos lo miró de frente y le preguntó a quemarropa: "Presidente, se le acusa de haberse enriquecido ilícitamente en el cargo". El mandatario nicaraguense, Arnoldo Alemán, enrojeció súbitamente, pareció perder la compostura, se arrellanó en su sillón y le respondió: "Son acusaciones sin fundamento de mis enemigos políticos".
El periodista de Univisión osadamente le exigió que Alemán le diera una cifra de su fortuna. El obeso presidente volvió a incomodarse, pero se animó a decir que alcanzaba mas o menos a "un millón de dólares".
Ramos volvió a la carga. "Se le acusa de nepotismo…" Alemán negó rotundamente el cargo. El astuto Ramos le pidió que dijera a cuántos parientes había nombrado en cargos públicos. Alemán dijo que "a unos siete". Ramos, casi sin comentarios, le extendió una lista de tres páginas. "En un pequeño país como este, todos somos parientes", explicó Alemán.
En unas semanas más Alemán terminará su periodo, entregará la presidencia a Enrique Bolaños, que era su vicepresidente, y no tiene pensado irse del país a disfrutar de su fortuna, sino que se dedicará a cuidarla desde la cámara de diputados, a la que fue electo y de la que aspira ser su presidente, inmunidad incluida.
El diputado conservador Leonel Teller calcula que Alemán ha amasado, en el ejercicio del cargo, una fortuna de unos 250 millones de dólares, lo que constituye una verdadera afrenta en un país donde la mayoría de los 5 millones de nicaraguenses gana apenas 60 dólares mensuales.
Teller tiene la vida amenazada y según Juan Jesús Aznarez, periodista de El País de España, que lo entrevistó, camina estos días con 14 guardaespaldas. Teller conoce de cerca a Alemán porque fue su embajador durante años ante la Unión Europea y ahora encabeza a 60.000 nicaraguenses que han firmado una petición para enjuiciar a Alemán.
El proceso legislativo no avanza porque supuestamente hay un acuerdo pragmático entre liberales y sandinistas como el que funciona entre bomberos, es decir que a nadie le es dado pisarle al otro la manguera. Los sandinistas, hasta ahora, han burlado toda iniciativa a restituir los bienes que se repartieron tras el triunfo de la Revolución del 79 contra Anastasio Somoza y que el pueblo conoce como la "piñata".
Enrique Bolaños, el presidente de 73 años que acaba de ser elegido hace ocho días, ha empezado a sufrir de una súbita amnesia respecto a sus promesas electorales y en una entrevista con el diario La Prensa, este domingo, se ha salido por la tangente cuando le han preguntado qué es lo que va a hacer en la materia.
Como vicepresidente de Alemán, Bolaños se hizo ya el de la vista gorda en más de una ocasión. Ni siquiera abrió la boca cuando en agosto de 1999 el obeso presidente, de 55 años, se fue a Miami a pedir la mano de María Fernández Flores Lanza, de 30 años, llevándose a sus invitados en dos aviones y alojándolos en el hotel Biltmore, cuyas habitaciones cuestan 1.200 dólares la noche.
Cada quien tiene el derecho a gastar su dinero como mejor quiera, pero lo afrentoso del caso es que cinco días de la jarana en Miami, miles de nicaraguenses mendigaban por un mendrugo de pan y no tenían techo donde guarecerse debido a la erupción del volcán en Momotombo que sepultó una docena de caseríos a sólo 100 kilómetros de Managua.
Más vergonzoso aún el derroche teniendo en cuenta que Alemán en 1991 cuando fue elegido alcalde de Managua, en su declaración de probidad, dijo tener un patrimonio de 26.118 dolares. En 1997, cinco días antes de asumir el cargo de presidente, su patrimonio había llegado a la cifra de 993.015 dólares. Como subraya Aznarez "sólo habían transcurrido 16 meses desde que dejó la alcaldía para aspirar a la candidatura presidencial y dedicarse por entero a la campaña".
Cuando los generales fueron sacados del poder a principios de los 80, se pensaba que Latinoamérica se había vacunado contra la corrupción pero los hechos demuestran lo contrario para infortunio de nuestros pueblos, ya sea en Argentina, Bolivia, Perú, Panamá, Paraguay, Brasil, Ecuador, Venezuela, Nicaragua y pare de contar.
