LA IGLESIA CATOLICA Y LOS POLITICOS

Por Hernán Maldonado

El ministro del Interior, Luis Felipe Llovera Paez, se acercó a Marcos Pérez Jiménez con una sugerencia que sonaba a orden: "Vámonos, mi general, que pescuezo no retoña". En cuestión de horas, aquella madrugada del 23 de enero de 1958, el dictador abordó su "Vaca Sagrada" y partió al exilio. Tal fue el apuro, que dejó olvidado un maletín repleto de miles de dólares.

Apenas habían pasado semanas del plebiscito en el que se reeligió por abrumadora mayoria, en unos comicios amañados, con los líderes opositores, estudiantiles y obreros encarcelados, perseguidos, exiliados, con la prensa amordazada. ¿Cómo es que se desmoronó el régimen tan rápidamente?

El político irlandés Edmund Burke decia: "Lo único necesario para el triunfo del mal es que los hombres buenos no hagan nada". El hombre bueno en Venezuela fue el Arzobispo de Caracas, Monseñor Rafael Arias Blanco, quien en su célebre Carta Pastoral del 1 de Mayo de 1957 desnudó al desobierno de la bota militar.

Gabriel García Márquez ejercía el periodismo en la Revista Momento. Escribió: "Desde Caracas hasta Puerto Páez, en el Apure, desde las solemnes naves de la Catedral Metropolitana hasta la destartalada iglesia de Mauroa, en el Territorio Federal Amazonas, la voz de la Iglesia - una voz que tiene 20 siglos - sacudió la conciencia nacional y encendió la primera chispa de la subversión".

Ahora 52 años más tarde, en momentos en que Venezuela se hunde cada vez más en el infierno de una satrapía militarista, nuevamente la Iglesia Católica hace escuchar su voz. El régimen de Hugo Chávez la descalifica con insultos porque no puede negar, como dice la Conferencia Episcopal, sus propósitos "de establecer forzadamente un sistema socialista estatizante y totalitario" en el país.

¿Venezuela vive otro enero como el 58? Ciertamente no. Hay todavía rendijas por las que entran aires democráticos. Los políticos apuestan a las elecciones presidenciales del 2012. Lo que está por verse es si la crisis en los servicios públicos, la virtual quiebra en las industrias básicas, el creciente costo de la vida, la inseguridad (el año pasado murieron asesinados 17.000 venezolanos), la devaluación progresiva de la moneda, la corrupción, etc. podrán solucionarse o arrastrarse hasta esa fecha.

Los prelados venezolanos han despertado la ira del oficialismo y estos días los insultos, principalmente desde Venezolana de Televisión, son impublicables. No es la primera vez, ni será la última.

Los ataques a la Iglesia Católica son característica de los déspotas. Coincidencia o no, actualmente en Bolivia el presidente Evo Morales amenaza con despojarle de sus "privilegios". ¿Se atreverá? Con mínimo apoyo estatal, verdaderamente es un "privilegio" la devota entrega de religiosos y religiosas a la educación de cientos de miles de niños y jóvenes, de su formación en centros de capacitación; del amor y consuelo material y espiritual prodigado a huérfanos, enfermos, ancianos, desamparados en hospitales, hospicios, asilos...