Domingo 8 de julio del 2006
EL "HERMANO" LULA ESTA ENOJADO
Por
Hernán Maldonado
Fue un viernes 13, el de la mala suerte para algunos agoreros, cuando el pasado enero el presidente Luiz Ignacio Lula da Silva recibió en su despacho a Evo Morales en medio de un alborozo que parecia presagiar una eterna amistad entre el recién electo mandatario de Bolivia y su “hermano mayor”, como tan tierna y candorosamente calificó éste al poderoso líder brasileño.
Durante dos horas, algo verdaderamente inusual en materia diplomática, Lula conversó con Morales. Al terminar la entrevista ambos posaron para los fotógrafos con anchas sonrisas. Pero ese hermoso atardecer de hace apenas seis meses parece haberse perdido en la noche de los tiempos.
Ahora Lula no oculta su mal humor con su “hermano menor” y lo ha demostrado hace una semana en Caracas cuando no quiso recibirlo ni siquiera para una entrevista de cinco minutos.
El socialista brasileño, hay que recordar, ha reiterado que por encima de su ideología están el interés y la salud económica de Brasil. En Caracas se vio que Lula todavía se siente traicionado por Morales al haber nacionalizado el gas el 1 de mayo, pese a que en enero le prometió otra cosa.
La BBC de Londres informó esa vez que Morales le dijo a Lula que cumpliria su promesa electoral de que el Estado boliviano asumiria un mayor control en su riqueza hidrocarburífera, pero que en relación a los grandes intereses de Petrobras, “la nacionalización sería parcial y en todo caso sería consensuada”.
La promesa fue de tal naturaleza que el presidente de la estatal petrolera brasileña José Sergio Gabrielli, según la BBC, declaró ese mismo día que estaba seguro de que había “un excelente clima para los negocios bajo el nuevo gobierno boliviano”, que estaba a una semana de instalarse en el poder.
Lo que ocurrió después ya está muy trillado. Brasil se sintió burlado no sólo por Morales, sino por su tutor venezolano Hugo Chávez (“mi comandante”, lo llamó Morales en el mitín populachero de Mar del Plata en diciembre) y pese a las sonrisas la cumbre de Puerto Iguazú fue de amargas recriminaciones. Ya era claro que PDVSA pasó por encima a Petrobras.
Ni siquiera la promesa de la construcción de un mega gaseoducto desde Venezuela ha aplacado la ira de Lula con Chávez y de rebote contra Morales, pese a ese endulcoramiento que ahora para Venezuela se llama “Mercosur”.
“Yo he venido a hablar del Mercosur y con Bolivia se hablará cuantas veces sea necesario que se hable”, dijo Lula en Caracas. Es decir, palabras más o palabras menos: “Aquí estoy sólo para la entrada formal de Venezuela al Mercosur. No he venido a hablar de los precios del gas. Hablaré con Morales cuando yo quiera hablar, no cuando a él se le ocurra”.
Morales pidió a Chávez que intercediera para que se produjera un encuentro con Lula. Chávez invitó a Morales a la ceremonia del Mercosur, pese a que el boliviano no tenía nada que hacer allí. Al salir de La Paz, Morales anunció que en Caracas hablaria con Lula sobre el precio del gas. Buscaba cerrar un trató como el que logró con Argentina.
Morales tiene una vaga idea de lo que son las relaciones internacionales. Por eso cree que podía darse una negociación con Lula de buenas a primeras con el padrinazgo de “su” comandante.
Pero el revés a Morales fue también a Chávez empeñado, a petrodolarazo limpio, en disputarle el liderazgo regional a Brasil. Lula, tras la ceremonia protocolar abandonó rapidamente Caracas, mientras Morales y su colega argentino Nestor Kirchner se quedaron para presenciar los actos conmemorativos de la independencia venezolana.
El estado de ánimo de Lula desde mayo fue descripto así por el columnista venezolano Pedro Penzini: “Se siente como el marido engañado. Pueda que perdone, pero no olvidará la afrenta del amigo y menos a la mujer infiel”. Grave, muy grave el estado de nuestros nexos con Brasil.
|