El control de los medios de comunicación social es un imperativo en los regímenes totalitarios, cualquiera sea su color. Los autócratas aspiran a que sus súbditos solo conozcan su verdad y no aceptan la crítica. Siempre fue así, es una manera de aferrarse al poder.
En nuestro patio, concretamente en Cuba, existen desde hace 55 años pocos medios de radio, televisión y prensa, todos oficialistas. En las dictaduras de los años 70 se confiscaron medios, como en el Perú de Juan Velasco Alvarado, o simplemente se los clausuró.
Ocurría también que los que sobrevivían sufrían severa censura -no era raro ver páginas de diarios con espacios en blanco-- o hacía que el miedo permitiera el florecimiento de la autocensura.
Al recuperarse la democracia en esos países se enarboló la bandera del "nunca más" y crecieron como hongos organismos defensores de los derechos humanos, entre ellos los de la libertad de expresión, de prensa, de información.
Enterradas las dictaduras de derecha, los nuevos gobiernos demócratas no resolvieron los acuciantes problemas de sus países y se abrieron caminos -fracasada la aventura guerrillera castrista-- para que regímenes de "izquierda" y populistas alcanzaran el poder vía voto en una media docena de los países del subcontinente.
En los años 70 la izquierda tenía como bandera el dicho: "Contra la mentira reaccionaria, la verdad revolucionaria". Paradójicamente, llegados al poder esos izquierdistas se convirtieron en verdaderos maestros de la mentira amparados en su hegemonía comunicacional.
Esa hegemonía fue alcanzada --no como sus maestros de la "derecha reaccionaria"--, sino fundando o apoderándose a billetazo limpio de diarios, revistas, radios y televisoras mediante intermediarios o "palos blancos".
En Bolivia lo acaba de confirmar el periodista Raúl Peñaranda y sus revelaciones han molestado tanto al régimen que acude a la bajeza de descalificarlo como "un chileno de nacimiento" que quiere hacer daño al país. En la Argentina de Cristina Kirchner se han comprado medios descaradamente o se ha disminuido "legalmente" el poder de éstos.
En Ecuador, Rafael Correa, abiertamente acosa a propietarios y periodistas criminalizándolos vía judicial y hasta tiene los riñones de expulsar de sus ruedas de prensa a periodistas que le hacen preguntas incómodas o maliciosamente se burla de ellos.
Pero el régimen venezolano es el que se lleva la flor. Casi no quedan medios independientes y florece la autocensura. Estos días se producen gigantescos desórdenes en las calles. Desde el 12 de febrero han muerto 41 venezolanos, medio millar quedó herido hay vejaciones y torturas y los canales de televisión muestran comiquitas o informan de hechos que ocurren en lejanos países.
Los pocos diarios independientes acaban de recibir 50 toneladas de papel regalados por sus colegas de Colombia, porque la dictadura de Nicolás Maduro se niega a proporcionarles divisas para su importación. Los venezolanos, si quieren enterarse de lo que pasa, deben sintonizar CNN. El canal NTN24, de Colombia, fue expulsado por Maduro.
Desde que el ya fallecido Hugo Chávez tomó el poder, el gobierno es propietario de 6 canales de TV, de Canal Sur internacional, de medio millar de radios, de diarios, semanarios, revistas, etc. y como si esto fuera moco de pavo, Maduro tiene la desfachatez de quejarse de que su gobierno es "víctima de una guerra mediática". Para Ripley, pues.
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