Domingo 11 de diciembre del 2005
QUEMANDO ETAPAS
Por
Hernán Maldonado
Si vamos a admitir que Evo Morales es un campesino productor de coca devenido en alto dirigente político, en los umbrales de la presidencia de Bolivia, casi obligatoriamente debemos retrotraernos al 2 de agosto de 1953 cuando en Ucureña el presidente Víctor Paz Estenssoro firmó el decreto de reforma agraria abriendo, según dijo, "un periodo absolutamente nuevo en la historia de nuestro país (porque) más de dos millones y medio de campesinos se incorporan a la vida nacional, con una nueva situación económica que les permitirá desarrollar todas las cualidades de la personalidad humana".
Creo que muy pocos en ese entonces pensaban que en medio siglo esas grandes mayorias nacionales estarían a un triz de conquistar el poder político en Bolivia. El avance ha sido considerable. La reforma agraria, pese a sus defectos, liberó de la servidumbre de la gleba a millones de hombres, liquidó el pongueaje, les abrió las puertas a la educación. Se quemaron muchas etapas, la próxima quizás demasiado prematuramente.
Hasta aquellos años era casi impensable que un campesino, el eufemismo usado por el MNR para referirse a los indios bolivianos, pudiera acceder a las universidades. Los pocos que, por sus méritos, llegaban a esa instancia debían cambiarse de apellidos para evitar burlas, como alguna vez nos lo ha recordado amargamente el ex vicepresidente Víctor Hugo Cárdenas, que usa nombres y apellidos que no son sus verdaderos.
Las barreras fueron cayendo de a poco. Ya para los años 60 había desaparecido la Universidad Popular Tupac Katari. Hoy si usted abre una guía telefónica encontrará una gama de profesionales que mantienen sus apellidos originales de Mamani, Choque, Condori, Apaza, Sillerico, Quispe, Huanca, etc, etc., de fuertes raigambres aimaras. Por primera vez en la legislatura actual un tercio de los miembros del parlamento son representantes de "los pueblos originarios".
El salto cualitativo ha sido brutal, aunque todavía dentro del país hay quienes no quieren admitirlo y todavía ven al indio como a un inferior. Los siglos de esclavitud terminaron relativamente, pero el racismo no. Inclusive se advierte el neo-racismo en aquellos que habiendo cambiado la abarca por el "tenis", el pantalón de bayeta por el bluejeans y la chaqueta por la chamarra, devenidos en miles de artesanos o chóferes, se han convertido en los nuevos explotadores del indio, porque son los que más cuentan con sirvientitas y llockallitos. ¿Exagero? Dése una vuelta por El Alto o los barrios periféricos de La Paz como Chacaltaya, Villa Victoria, Chijini, la Illampu, la Isaac Tamayo, los baluartes -paradójicamente- donde el khara "compadre Palenque" construyó su éfimera torre de popularidad política.
Ahora el portaestandarte de los marginados, como le llama el presidente Hugo Chávez, es el caudillo cocalero graduado en la universidad de la vida, con fuertes simpatías de esa izquierda que ayer nomás se presentaba como la vanguardia del proletariado y que desdiciendo a los más conspicuos pensadores marxistas busca hacer del campesinado el motor de la revolución. Palenque, hijo de la clase media, se sirvió de los marginados para catapultarse políticamente. Ahora gentes de las clases medias, procedentes de todas las tiendas políticas, desde los "elenos" hasta los ex falangistas, han hecho de Morales su líder. Los muy pocos verdaderos indígenas, como el senador Román Loayza, más restan que suman.
Pese a esa gran salto cuali-cuantitativo no es pues el MAS un movimiento etnopolítico, como alguna prensa internacional lo describe. Y si Morales llega a la presidencia, tampoco será el primer indígena en el continente en hacerlo. No causemos risa a los mexicanos. Pero no nos adelantemos todavía a los acontecimientos. En materia política en Bolivia yo he visto pajaritos preñados.
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