Tierra Lejana-- Página de Hernán Maldonado




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Domingo 23 de noviembre del 2003


POR UN PUÑADO DE DOLARES

Por Hernán Maldonado

La noticia ha pasado desapercibida. Nadie indagó más. He buscado en otros medios y no encontré algo que corroborara la versión de un serio diario potosino atribuyéndole al presidente Carlos D. Mesa el pago de unas cuantas golosinas con un puñado de dólares.

Lo que parecía una cosa anecdótica, simpática, me cayó como un balde de agua fría porque no creo que el primer mandatario de la nación disponga en sus bolsillos sólo dólares y de grueso calibre.

La versión del diario sostiene que Mesa, en uno de sus recorridos a pie que realizó el 10 de noviembre por las calles de Potosí, a donde acudió para realzar con su presencia el aniversario departamental, se encontró con un vendedor de golosinas de fabricación casera.

Mesa, según ese diario, recordó a los que lo acompañaban que cuando era niño y era llevado a la Villa Imperial por sus padres, Carlos y Teresa de Mesa, dos de los más reconocidos intelectuales del país, solía disfrutar de esas "miskiñas".

Al reencontrarse con las delicias, tomó unas cuantas y le entregó al vendedor un billete de 100 dólares, según la versión del diario.

Desde que asumió el gobierno hace más de un mes, Mesa ha tenido algunos gestos populacheros, algunos lindantes con la demagogia, como cuando en la Plaza San Francisco aseguró que los aymaras nunca habían sido derrotados e incluso desafió a los historiadores a comprobarlo.

Pero tampoco podría decirse que Mesa está prestándose a algunas actitudes populacheras para congraciarse con las masas que lo pusieron en el poder.

Profundo conocedor del alma nacional, he visto que Mesa no ha dubitado cuando se ha tratado de mantener los sincretismos que nos caracterizan.

Hace algunos años, cuando iniciaba la construcción de lo que hoy es el edificio de su imperio televisivo, lo vi revolcándose en el polvoriento suelo tras la "cha'lla" a la Pachamama.

Pero como presidente Mesa tendrá que cuidar más las apariencias porque de ser cierto lo ocurrido en Potosí, el mensaje se presta a una sola lectura: El billete de más baja denominación que tiene en sus bolsillos es de 100 dólares.

Y esto es un enorme afrenta en un país donde millones de personas viven con menos de un dólar por día.

Además, salta a la vista de que se trata de una demagogia barata porque, aparte de que los caramelos no valían tanto, el hombre, a pesar de los 100 dólares recibidos, seguirá nomás siendo un pobre vendedor callejero.

Y en cuanto a caminar por las calles, no me parece mala la idea siempre y cuando tenga el sincero propósito de demostrarle al país que su presidente no es sino el primero entre iguales.

Pero ojo, ojalá que la actitud sirva sobre todo para recuperar la majestad del cargo como principio del respeto a la autoridad que nace de la vigencia del imperio del Estado de Derecho.





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