Domingo 20 de julio del 2008
DEGRADACION DE LA POLITICA
Por
Hernán Maldonado
Cuando la negra noche del chavismo haya pasado, muchos venezolanos se preguntarán cómo es que un militarote procaz fue su Presidente por tanto tiempo, paradójicamente en el país natal de Manuel Antonio Carreño, autor del "Manual de Urbanidad y Buenas Costumbres" que algunas de nuestras abuelas solían enseñarnos a cocachos.
El teniente coronel Hugo Chávez no sólo goza poniendo apodos a sus rivales políticos, sino que los trata con palabras de grueso calibre. Ni la jerarquía católica se libra de sus improperios. Sus palabrotas no conocen fronteras y entre sus víctimas están mandatarios de otros países. Pocos le han respondido o le han exigido respeto.
Chávez degrada la política desde el entarimado callejero, que parece tener un encantamiento especial para desatarle su lengua viperina, y en augustas tribunas como la Asamblea General de las Naciones Unidas desde donde insultó impúdicamente al presidente de Estados Unidos.
Lo extraordinario es que sus malcriadezas no sólo son aplaudidas por sus seguidores, esclavizados por la dádiva y el cohecho, sino también aceptadas tácitamente por países con gobernantes respetables, quizás obligados a tragar amargo con tal de seguir contando con los petrodólares.
En 2003 el ex presidente Carlos Andrés Pérez criticó severamente a Chávez desde su exilio en República Dominicana. El petrodictador exigió que Quisqueya le cancelara el asilo so pena de romper relaciones y cortarle el suministro petrolero. Pérez debió refugiarse en Miami.
México retiró su embajador de Caracas cuando en la Cumbre de Mar del Plata del 2005 Chávez acusó al presidente Vicente Fox de ser un "cachorro del imperio". La prensa mexicana respondió llamando al petrodictador "perro faldero de Fidel" Castro.
Son de antologia los insultos que Chávez le propinó al premier inglés Tony Blair, al secretario general de la OEA, Miguel Insulza; al presidente del gobierno español, José María Aznar, al presidente de Perú Alejandro Toledo, al presidente de Chile, Ricardo Lagos, al cardenal hondureño Monseñor Oscar Rodríguez, etc.
Al presidente de Perú Alan García le dijo groseramente: "Ladrón de siete suelas" y anunció que cuidaría sus bolsillos si coincidian en alguna cumbre. Fue cruel y abusivo con el presidente colombiano Alvaro Uribe, a quien lo menos que le dijo fue "paramilitar, criminal", etc.
El utilitarismo y el pragmatismo político reemplazaron a la decencia en las relaciones internacionales. Un mercado venezolano de 6.000 millones de dólares anuales aparentemente es demasiado como para prestarle atención a procacidades. Allí quizás se inscribe el encuentro del 11 de julio entre Chávez y Uribe.
El rey Juan Carlos, que fue el único en estos 10 años en pedirle que se callara la boca, también resolvió olvidarse que el petrodictador lo mandó "a lavarse el paltó" (En venezolano significa mandar a alguien a cierta parte) y lo recibirá el viernes 25. España tiene millonarias inversiones bancarias y, además, decenas de miles de españoles residen desde hace décadas en Venezuela.
El libro de Carreño fue publicado por primera vez en 1853 y por años fue la biblia de los buenos modales en todo el mundo hispano. Obviamente muchos de sus mandamientos no son aplicables ahora, pero aun así da pena ajena ver a Chávez manoseando a un colega al hablar, limpiarse el sudor con la mano, o tuteando de buenas a primeras a un interlocutor. Quizás algunos dirán que soy de otro tiempo. Gracias. ¡Lo disfruté!
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