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Lunes 4 de agosto del 2003
EL CUOTEO DEL PAIS
Por
Hernán Maldonado
Las peras son pocas y los angurrientos muchos. Esa la explicación más simple de las dificultades del gobierno del presidente Gonzalo Sánchez de Lozada para gobernar Bolivia con eficiencia.
Ha pasado un año desde que asumió el poder y parece que no hubiera pasado una semana. Ahora es que, según la propaganda oficial, empezará propiamente el gobierno, lo que me parece una mentira descarada.
Un total de medio centenar de cargos públicos de gran importancia no se han podido llenar en 365 días de gobierno. La Corte Suprema de Justicia ha funcionado parcialmente. No hay Consejo de la Judicatura, ni se han designado fiscales o la mayoria de los embajadores.
Ni siquiera ha podido nombrarse al Defensor del Pueblo, cuando a todas luces hay poco para escoger. Lo que pasa es que también este cargo entra en el regate del cuoteo político partidista.
Se esperaba que antes de terminar julio se llenarían las vacantes y que, por fin, el gobierno podría decir: tenemos el equipo completo. Salgamos a la cancha.
Pero no. Nada de eso. Ahora se fija como plazo el 25 de agosto. La repartija no sólo alcanzará a movimientistas, miristas y ucesistas, sino hasta los eneferistas que, con esa condición, anunciaron su decisión de entrar a formar parte de la nueva megacoalición.
¿Será posible que nuestros políticos sean tan miopes que no entienden que la gobernabilidad de un país no pasa simplemente por el cuoteo de las peras?, el término que acuñó el presidente Víctor Paz Estenssoro para referirse a los cargos públicos.
¿Qué puede esperar el país de funcionarios que son elegidos por los partidos políticos entre sus conmilitones, la mayoría de los cuales están ansiosos de resarcirse los gastos en que incurrieron en la pasada campaña electoral?
Entre este oficialismo inoperante, inútil, incapaz y descarado, y una oposición mediocre, inmediatista, racista y con olor a coca, ¿a dónde vamos?
Este 6 de agosto Bolivia cumple un nuevo aniversario. Ojalá sea ocasión de profunda reflexión de sus líderes. El país no puede seguir como está. Tampoco dejemos llevarnos por la desesperanza y pensar que nuestros males son eternos y no tienen arreglo.
Hay salidas, lo acaba de plantear la Iglesia Católica, cuya jerarquía ve clarito que si Bolivia no encuentra el camino de la gobernabilidad, el de la vigencia del Estado de Derecho, negros nubarrones amenazan su futuro.
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