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Viernes 11 de junio del 2010
ANTE UNA NUEVA COPA MUNDIAL
Por
Hernán Maldonado
Fue en 1962 y Chile era el país organizador. Don Julio Borelli era el jefe de Deportes del diario La Tarde y había sido invitado al VII Campeonato Mundial, así se llamaba, y me sorprendió dejándome a cargo de la sección. En las próximas semanas lidiaria, junto con Enrique Martínez Pereira, no sólo con la cobertura del torneo, sino con toda la programación de la Corporación Deportiva Borelli, en Radio Fides.
Así me estrené en la cobertura de la máxima fiesta del fútbol mundial. Pero no era ajeno a ella. A través de Radio Carve de Montevideo había seguido ya los torneos de Brasil, Alemania y Suecia. Empero una cosa es ser oyente (no había TV) y otra trabajar en un certamen de ésta categoría, no sólo por la magnitud de información que hay que manejar, clasificar y publicar.
Pero una cosa es el trabajo en periódico y en radio y otra trabajar en vivo y en directo en un Mundial. La United Press International me permitió realizarme en ese sentido en Alemania, Argentina, España, México, de la mano de ese gran periodista que es Herman Beals. Luego de volver a la redacción a la condición de "quedado especial", volví al de "enviado especial" al torneo EEUU-94, en representación de El Nuevo Herald, de Miami.
El de Francia-98 resultó ser mi último. Para el del 2002 me alistaba para la cobertura en CNN en español, pero el sitio en Internet fue cerrado. O sea que las dos últimas Copas las vi desde un televisor. Algunas veces en charlas de sobremesa me vienen recuerdos de esos tiempos y mis contertulios me instan a escribir una especie de memorias. Inolvidable la anécdota de 1978. Nunca me di cuenta que podía haber muerto en un calabozo de la dictadura argentina, sino cuando mis colegas, ante una súbita ausencia mia, estaban a punto de denunciar mi desaparición al Departamento de Estado.
Antes del torneo del 2002 creía que me moriria al no verme entre los colegas cubriendo un Mundial. No ocurrió tal cosa. Simplemente eso se acabó. Hoy no sé si disfruto de la Copa. A veces apago el audio del televisor para no escuchar sandeces o desbordes nacionalistas. Hoy hay técnico-tácticos que pierden su tiempo tras un micrófono, porque ganarían más como entrenadores dada su audacia para instruir lo que un jugador o un equipo debe o no hacer.
Y no es que me aferre a aquello de que todo tiempo pasado fue mejor. No, simplemente me aterra la exagerada tendencia a hablar de cosas sin conocimiento de causa. Parece que mis modernos colegas prefieren la improvisación a la preparación. Ahora recién comprendo porqué el gran Obdulio Varela, tras el "Maracanazo", casi nunca más pisó un estadio, ni quiso hablar más de fútbol.
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