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El juez español Baltasar Garzón identifica especialmente como entidades
que pueden aportar la información al
Departamento de Estado, la Secretaría de Defensa
(Pentágono), el FBI y las embajadas de Estados
Unidos en la Argentina, Paraguay, Uruguay,
Bolivia y Brasil. Pide también material sobre "las actuaciones de la denominada Escuela de las Américas que tengan relación con el citado Plan Cóndor y con la represión desarrollada en la Argentina entre los años 1976 y 1983". Militares Bolivianos Graduados de la Escuela de las Américas Algunos de ellos... |
Miami - Hace algunos años, en el diario El Nuevo Herald de Miami, escribí un artículo elogiando al general Hugo Bánzer Suárez por haber renunciado a su postulación presidencial, a pesar de haber ocupado la primera mayoría en las elecciones generales, para que el parlamento eligiera a un tercero como primer mandatario de Bolivia.
Y como no fue la primera vez que se produjo tal desprendimiento, concluí en que el dictador de ayer definitivamente había dado pruebas categóricas de su vocación democrática. De no haber procedido como lo hizo, Bolivia habría entrado en un caos político de impredecibles consecuencias porque ninguno de los tres principales candidatos obtuvo la mitad más uno del caudal electoral.
En las elecciones de 1997 Bánzer, por segunda vez en tres elecciones, volvió a ocupar la primera mayoría (22 por ciento) y finalmente accedió a la presidencia constitucional agrupando tras suyo una variopinta coalición política que le eligió con casi el 75 por ciento de los votos en el parlamento.
En la ardua campaña electoral sus enemigos políticos le recordaron su pasado dictatorial y el militar sostuvo con firmeza que durante sus siete años de gobierno de mano dura las medidas que tomó fueron al calor de las circunstancias y porque así lo demandaba el interés del país.
En estos sus primeros 15 meses de gobierno democrático, Bánzer ha tenido más de un motivo para dictar el estado de sitio y de actuar duramente contra los campesinos narcoproductores del Chapare, pero se ha abstenido. A los cocaleros, lo mismo que a los maestros troskistas, los ha mantenido a raya sin recurrir a medidas que hubieran revivido amargos recuerdos.
Pero las viejas heridas han reaparecido de un modo inesperado.
La detención del dictador chileno Augusto Pinochet en Londres, a requerimiento del juez español Baltasar Garzón que quiere juzgarlo por abuso a los derechos humanos, ha puesto otra vez sobre el tapete esos años en que la Operación Cóndor, instrumentada por las dictaduras que prevalecían en el Cono Sur, buscaba hacer desaparecer a los enemigos reales y potenciales de esos gobiernos.
En el requerimiento de Garzón figura un acápite en el que se alude a la entrega de un ciudadano chileno (Julio Valladares Caroca), refugiado en Bolivia, a la dictadura de Pinochet, sin que jamás se hubiera sabido nada más de él. Otro tanto ocurrió con una joven argentina capturada en Oruro y entregada a la dictadura de Jorge Videla en 1976.
Eran los años en que no se moría más o menos, sólo se moría.
Ante las salpicaduras que ahora trae a colación el caso Pinochet, el presidente Bánzer declaró el sábado en Santa Cruz: "Digo a fe de hombre, ni siquiera de presidente, que nunca he sabido, y ni siquiera sé de qué se trataba la Operación Cóndor".
"Desde hoy lo niego y voy a negarlo siempre y que me prueben que yo he tomado parte en eso, estoy seguro que no va a haber pruebas porque eso no ha funcionado en Bolivia", agregó.
Marcelo Quiroga Santa Cruz, fusil en mano, se opone el 21 de agosto de 1971 al golpe militar del coronel Hugo Bánzer Suárez. Fue asesinado nueve años más tarde, en otro golpe militar, cuando llevaba adelante en el parlamento un juicio de responsabilidades contra Bánzer.
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El hombre que tenía supuestamente las pruebas, Marcelo Quiroga Santa Cruz, nunca podrá aportarlas. Murió asesinado el 17 de julio de 1980 en el golpe militar encabezado por Luis García Meza, cuyos paramilitares lo primero que hicieron fue invadir el parlamento y apoderarse de los archivos del político cuando el cuerpo de éste ni siquiera se había enfriado.
¿Realmente Bánzer nunca supo de la Operación Cóndor?
Teóricamente, por lo menos, su gobierno estaba inmerso en ella, como lo prueba el discurso que pronunció en el banquete que le ofreció en Santa Cruz el 12 de mayo de 1976 a su colega uruguayo José María Bordaberry.
"Aceptamos el reto de la escoria de los pueblos que es la extrema izquierda internacional y la enfrentaremos aquí o allí, donde pretenda ejercer su vil oficio de sangre", dijo Bánzer, según el despacho de esa fecha de la agencia EFE, firmado por Francisco Roque Bacarreza.
¿En Bolivia nadie sabía de la Operación Cóndor y si alguien sabía no se lo informaba al presidente?
¿La dictadura argentina obró por cuenta propia al asesinar en Buenos Aires al general Juan José Tórres, el principal enemigo de Bánzer en esos años?
El general Carlos Prats, ex jefe del ejército chileno, asesinado también en Buenos Aires, ¿fue muerto para devolverle algún favor a Pinochet?
¿Y quién asesinó en París al embajador boliviano general Joaquín Zenteno Anaya?
Este caso parecía ser especial.
La primera versión fue atribuida a una "Brigada Ché Guevara" y se pretendió desde el comienzo hacer ver el crímen como una venganza de la izquierda porque el militar era comandante de la VIII División de Ejército, en cuya jurisdicción fue capturado y ejecutado el Ché en 1967.
Sin embargo, más tarde, se especuló que mal algún izquierdista pudo haber liquidado a Zenteno Anaya dado que él mismo se jactaba de haber tenido un comportamiento correcto con su cautivo e incluso de haberle ofrecido el último cigarrillo.
Además, Zenteno Anaya no fue el que ordenó matar al Ché. Lo más que hizo fue retransmitir al coronel Andrés Selich la orden que en ese sentido había recibido en Santa Cruz desde La Paz al anochecer del 8 de octubre.
Los que de verdad odiaban a Zenteno Anaya eran los estudiantes de la Universidad Mayor de San Andrés. El 23 de agosto de 1971, el militar ordenó a sus tanques pasar por encima de los jóvenes que habían bloqueado con sus cuerpos la Avenida Villazón, frente al edificio universitario, en protesta por el golpe militar encabezado por Bánzer.
Centenares de universitarios, con las manos a la nuca, son conducidos presos al ministerio del Interior en un via crucis que empezó en el monoblock y que se extendió por toda la Avenida Arce en La Paz
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Los universitarios de esa época todavía lo recuerdan encaramado a un tanque con un altavoz: "Se me acabaron los gases lacrimógenos. Lo que me quedan son balas. Se me retiran o..." Las orugas de los tanques rechinaron sobre el pavimento de adoquines.
Pero esos estudiantes, por mucha que fuera su rabia, estaban lejos de llevar hasta París su venganza. Ya habían pasado cinco años de aquello.
El general Zenteno Anaya había llegado allí como embajador, pero a todas luces –según testimonios de la prensa internacional – estaba más como exiliado que como diplomático.
En su edición de junio de 1976 el semanario francés Nouvel Observateur escribió que los autores del asesinato de Zenteno Anaya "no son guerrilleros revolucionarios, sino probablemente elementos de extrema derecha que actuaron por cuenta del general Bánzer".
Añadió que el asesinato fue preparado en Madrid, e involucró en el mismo a un "diplomático boliviano apellidado Saavedra".
El diario independiente Le Quotidien dijo que Zenteno Anaya llegó a París después de haber renunciado como jefe del ejército boliviano "en protesta por la muerte del coronel Selich", ex ministro del Interior de Bánzer, quien cayó en desgracia y fue brutalmente asesinado en La Paz cuando supuestamente preparaba un golpe de estado.
La agencia EFE, en despacho desde París el 12 de mayo del 76, atribuyó a un militar cercano a Zenteno Anaya haber dicho que éste "era virtualmente un exiliado... y tenía prohibido pisar suelo boliviano".
Según la misma agencia española de noticias el militar, al que no identifica, declaró que "el difunto era todavía un presidenciable y conservaba muchos contactos en las fuerzas armadas" bolivianas.
En diciembre de 1976, el editor del Almanaque Quid, Robert Laffont, accedió a eliminar un comentario que aparecía en la edición para 1977, según el cual Zenteno Anaya había sido muerto "por el servicio secreto de Bolivia, bajo órdenes del gobierno de dicho país". Laffont llegó a un arreglo extrajudicial con el gobierno de La Paz, que lo había demandado.
A pesar del renombre de las víctimas. los asesinatos de Tórres y Zenteno Anaya nunca fueron aclarados.
Mucho menos se aclararon las muertes de estudiantes en la Universidad de Santa Cruz el día que triunfó el golpe militar de Bánzer, ni han sido llevados a la justicia los que torturaron y asesinaron en los campos de concentracion de Chonchocoro, Viacha y Achocalla; los que detuvieron a decenas en la Isla de Coati o los que enviaron al confinamiento o al exilio a centenares de bolivianos.
Es altamente plausible la vocación democrática actual del general Bánzer y el país se lo agradece, pero que diga que la Operación Cóndor "no ha funcionado en Bolivia" ... es muy dificil de creer, tanto como que todos los abusos a los derechos humanos durante su septenio se hubieran realizado sin conocimiento suyo.