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LA PAZ COSECHA LOS FRUTOS DEL CONDEPISMO
Por
Hernán Maldonado
¿Qué es lo que ha pasado en la "cuna de la libertad y tumba de tiranos"? ¿Dónde están los émulos de esos burgomaestres ejemplares como don Julio Nardín Rivas o don Eduardo Sáenz García? Es difícil dar una respuesta completa, más propia de un ensayo que de un artículo periodístico. Retrocedamos sólo una década. En Ecuador José María Velasco Ibarra solía decir a sus seguidores embelecidos por su oratoria: "Dadme un balcón y llegaré a la presidencia de la republica". Cinco veces le dieron balcón los ecuatorianos. Modernamente la consigna parece ser "dadme un micrófono y..." Eso es lo que pasó con el comandante Hugo Chávez Frías aquel 4 de febrero de 1982. 10 años antes quizás iba a ocurrir lo mismo con Renny Ottolina, también en Venezuela, si no hubiera sido aquel sospechoso accidente aéreo. En Bolivia, el "compadre" Carlos Palenque se adueño de un micrófono y no sólo amasó una linda fortuna, sino que incursionó en la política arropado en un populismo fundado en la demagogia rampante y el chantaje infame contra los que osaban criticarlo. El microfonero boliviano arrastró tras suyo a ingentes masas de compatriotas y cuando creyó llegada su hora de pensar en la silla presidencial, estructuró un comando político con los pasapasas, los tránsfugas, los oportunistas y canallas de siempre. Su mensaje era tan sencillo como su electorado y lo difundía con éxito a través de su Tribuna del Pueblo. Allí resolvía todos los problemas. Surgió la "Palentocracia". El mismo era el poder ejecutivo, el legislativo y el judicial, para personas humildes mayoritariamente de extracción aymara. El Grupo Octubre, conformado por ex marxistas, poristas, ex movimientistas y falangistas, se le prestó como colchón ideológico para darle algún sentido al "endogenismo" que proclamaba el líder microfonero. El fruto maduro de los afanes condepistas se cosechó con una victoria descomunal en las alcaldías de El Alto y en La Paz. Podría haberse apostado que el hombre que despotricaba contra la partidocracia, que proclamaba la honestidad, el trabajo fecundo, la administracion eficaz, sacaría a esas dos ciudades de sus aflicciones. Lamentablemente las multiplicó por 10 con una corrupción inédita. En El Alto todavía sus habitantes se acuerdan de la gestión del alcalde Clavijo, de los sucios negociados, y es obvio que todos maldicen cuando transitan por la avenida 7 de marzo, que empezó a construirse hace seis años, que está superpagada y que todavía no tiene visos de conclusión. Y eso no es nada. Palenque, el apostol de la honestidad, se calló en siete idiomas ante la actitud delictiva de sus conmilitones de El Alto porque sencillamente cobraba comisiones de la adjudicación de contratos y de los descuentos que se les hacía a los funcionarios, por planilla, destinados a engrosar las arcas de su partido. La costumbre se extendió más allá de la muerte de Palenque, como lo demostró un sector disidente condepista. En La Paz se adueño de la alcaldía con su esposa Mónica Medina (está todavía en investigación el entuerto que dio orígen al Nudo Villazón y otros pequeños asuntillos) y demagógicamente administró la ciudad, estableciendo –esto es lo más grave- una especie de escuela política en el manejo de la cosa pública. Esa escuela es la que defenestró hace dos años con malas artes al alcalde Ronald Mclean. La misma manera de pensar tejió los hilos que hicieron posible el descarado negociado de Santa Bárbara por el que está siendo juzgada la ex alcaldesa Gaby Candia. Del árbol condepista se bajó el actual alcalde Germán Monroy Chazarreta, cuyas estupideces van desde la organización de pobladas en apoyo suyo, hasta el loteamiento de parques públicos, pasando por temerarias incursiones en el mundo empresarial con dineros de los contribuyentes, en una alcaldía en bancarrota. Y hablando de bancarrota, nuestro singular alcalde, puso al país en el ridículo al declarar públicamente "la guerra al Fondo Monetario Internacional" por haberse opuesto a autorizar créditos directos a la comuna paceña. Cuando faltan seis meses para las elecciones municipales, mientras los desprestigiados partidos políticos barajan los nombres de sus candidatos, han surgido ya dos postulantes que tampoco hacen abrigar muchas esperanzas. Cristina Corrales, la nueva versión del asistencialismo y que se ha creado un nombre también a través del micrófono, salta al ruedo del brazo del ideólogo de Condepa, Gonzalo Ruiz, quien sin ninguna originalidad bautiza a su organización Movimiento Bolivariano, a la usanza del comandante Chávez, de quien recibe, supuestamente por ahora, respaldo moral. Las males artes condepistas parecen subyacer en Corrales porque cuando se insinuó su candidatura, declaró enfáticamente a sus patrones en Radio Fides y el canal PAT que renunciará inmediatamente que decida ser postulada. El diario La Razón descubrió que clandestinamente acudió hace una semana a la Corte Nacional Electoral a inscribir a su partido, aceptando con ello implícitamente esa postulación. Ahora Corrales dice que renunciará sólo el 31 de agosto. Y en cuanto a Juan del Granado, el "Juan sin Miedo" de nuestra política, rompió con el Movimiento Bolivia Libre, dizque cansado con los partidos políticos, pero no tiene empacho en fundar otro, tambien de corte populista y caudillista, para aspirar al cargo de alcalde de La Paz, dejándonos con poco márgen para confiar en el. ¡Oh Linda La Paz! u ¡Oh pobre La Paz! | ||
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