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BOLIVIA NO LE DEBE NADA
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El padre del Sistema RTP fue temido por la burguesía boliviana y su clase política, no sólo por su poder de convocatoria de la masa, sino porque con el micrófono en la mano podía hacer más daño que un gángster con una metralleta.
Un profesor de la Universidad Internacional de la Florida, en una conversación informal hace unos años, me dijo que Palenque era la salida que había encontrado Bolivia para evitar que sus masas descontentas se abrazaran a la alternativa sangrienta que ofrecía al Perú el Sendero Luminoso de Abigael Guzmán.
Es discutible la teoría. Lo real es que un típico hijo de la clase media boliviana incursionó con éxito en la radio(TV)difusión y encontró la veta que lo haría millonario, paradójicamente con la explotación de las necesidades y tormentos de las masas más desprotegidas.
Cuando alcanzó el poder económico, fue natural que buscara el poder político. Entonces, con más ambición que luces, parió Conciencia de Patria, vehículo al que se subieron un centenar de políticos profesionales, la mayoría escoria de otros partidos, angurrientos de alcanzar "las peras", como una vez llamó el doctor Víctor Paz Estenssoro a los cargos burocráticos.
Ex falangistas, ex movimientistas, ex comunistas, ex poristas, ex barrientistas, ¿qué común denominador ideológico podían darle a Condepa? Ninguno. Por eso (hasta que más tarde apareció con muy relativo éxito el Grupo Octubre) lo poco útil que pensaba Palenque fue cristalizando en la "ideología" del partido.
Si uno repasa las dos primeras entrevistas que ofreció Palenque al programa De Cerca y otras declaraciones a la prensa, encontrará tal vaguedad de conceptos, tantas generalizaciones y tan estúpidas respuestas, que debería haber sido calificado como a un charlatán de feria si no hubiera sido que, para entonces, sus entrevistadores ya lo trataban de Don Carlos y el compadre ya había aprendido a levantar el dedo meñique cuando alzaba su tacita de café.
Su teoría central era el "endogenismo", es decir, que cual camboyanos del Khemer Rouge, los bolivianos debíamos virtualmente ignorar lo que ocurre más allá de nuestras fronteras. Ser más mediterráneos. Vivir sólo de lo que producimos. En un mundo cada vez más interdependiente, ser los "llaneros solitarios".
Quizás el compadre preveía que los bolivianos podríamos fabricar teléfonos celulares con ocas y papalizas o que las computadoras no deberían tener "chips", sino chuños y que en lugar de que los habitantes de nuestro país estén interconectados con el mundo por Internet, deberíamos volver a las comunicaciones vía pututos.
Palenque, micrófono en mano, alentó la lucha de clases. Despotricó contra los "kharas", negando a sí mismo sus orígenes, se "disfrazó" de cholo y desde su baluarte en RTP, como dice don Ramiro Velasco Romero, instaló "toda una red urbana y rural de agravios", de manera que "las fronteras de la privacidad individual o familiar quedaron definitivamente destrozadas y el alma humana mellada y manoseada".
Pese a ello, la masa lo seguía ciegamente. Por eso se adueñó políticamente de El Alto, la tercera ciudad más populosa del país, habitada por mineros relocalizados y por las clases populares más desposeídas. El, claro está, decidió comprarse una casa digna de su riqueza material, paradójicamente en un barrio de los "kharas".
El líder político que proclamaba a los cuatro vientos que lo nacional debe ser primero y que los profesionales bolivianos no tienen que envidiarle nada a nadie, tuvo buen cuidado de irse a chequear periódicamente la salud en Houston, Estados Unidos.
Desde su baluarte en el Canal 4 prometía a la plebe agarrar a latigazos a los corruptos, pero no hizo nada cuando sus conmilitones, dueños desde hace 13 años de la alcaldía de El Alto, fueron descubiertos en jugosos negociados.
(Hace apenas una semana el presidente Hugo Banzer Suárez dispuso una erogación de 50 millones de dólares para paliar las tremendas necesidades en los servicios de salud, educación, agua y alcantarillado de esa urbe, que debería ser modelo de lo que piensa hacer Condepa si alguna vez alcanza el gobierno nacional).
Como los muertos no usan micrófono, ahora ese tremendo poder de convocatoria de antaño ha desaparecido. Como nunca hubo bases ideológicas sólidas, el partido anda cuesta abajo y por el momento sólo ata su unidad el canasto de peras que ha puesto a su disposición el gobierno de la megacoalición.