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BOLIVIA: ¿QUIEN LE PONE
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Por el entusiasmo que le pusieron al debate Hugo Bánzer Suárez y Gonzalo Sánchez de Lozada pareciera que vamos a recuperar el subcampeonato que ganamos en 1997 y del que nos vimos relegados al octavo lugar en 1998.
Mientras Bolivia se cae a pedacitos por efectos de los fenómenos del Niño y la Niña, con sus ejes troncales carreteros en ruinas, con más minas que se cierran, con toneladas métricas de soya perdidas por la sequía, con miles de cabezas de ganado con el agua al cuello por las inundaciones, con la educación en su más bajo nivel, etc, etc, lo más representativo de nuestra política – por cuya exclusiva culpa Bolivia está como está – entró en un campeonato para determinar quien es el más corrupto.
La vergüenza para el país es colosal. La noticia ha recorrido el mundo. Bánzer admitió haber recibido un regalo valorado en 5,000 dólares, de unos policías muertos de hambre que actualmente son investigados por instar a delinquir. Sánchez de Lozada, a su vez, acepta que siendo presidente le alquiló al Estado su avión personal (valorado en 800,000 dólares). El senador Gastón Encinas, que tampoco es un angelito, precisó que el ex presidente incurrió en tráfico de influencias y que cobró por ese concepto 2,500,000 dólares.
En el apogeo del canallesco debate, Sánchez de Lozada retó al gobierno a convocar a una cumbre política para tratar sobre la corrupción. El oficialismo rechazó la idea, con lo que salió "triunfante" el astuto ex presidente, porque ante la opinión pública aparece como que el gobierno es el que rehúye el análisis de esta plaga nacional.
La corrupción ha tomado carta de ciudadanía. Las cosas han llegado a tal extremo que el diario Los Tiempos, en sus páginas editoriales de su edición del 11 de abril, con la contundencia de un latigazo, se limitó a transcribir la letra del tango Cambalache de la inspiración de Enrique Santos Discépolo, en una de cuyas estrofas dice: ...El que no llora no mama, y el que no afana es un gil... (el que no roba es un tonto).
Los partidos políticos, de los que deben partir las iniciativas para frenar el despelote, más mal convalidan las vagabunderías o alcahuetean a los corruptos y no hay excepciones.
Veamos someramente los casos más recientes. Gaby Candia, que prácticamente tomó por asalto la alcaldía de La Paz y que apareció comprando en su gestión un terreno inservible por 1,800,000 dólares, en lugar de ser por lo menos licenciada por el MNR para ser juzgada hasta que sea declarada inocente o culpable, sigue dentro de la organización.
Los condepistas resultaron ser unos ladrones consumados del erario público. Los estragos en la alcaldía de El Alto, incluido el escandaloso negociado de la avenida 5 de marzo, son como para haber llenado un pabellón de la cárcel de Chonchocoro con los facinerosos. Pero no pasa nada. Peor aún, tan encandilado tienen al electorado ignorante que pese a los desmadres continúan gozando de su voto.
En el MIR, las voces de la decencia encabezadas por Samuel Doria Medina son sepultadas por la avalancha de los que cometen "errores, pero no delitos", por más que en menos de dos años de gestión ya hayan perdido dos ministros, el de Salud, Tonchi Marincovich, y de Trabajo, Leopoldo López, por sendos "negocitos" ilícitos.
En ADN rodó la cabeza del director de aduanas Rubén Darío Castedo y el que lo reemplazó, Juan Carlos Monje, tiene tantas acusaciones en contra que un mínimo de decencia debería llevarlo a dimitir. Pero no. Altivo, desafiante, soberbio, dice que no renunciará porque cuenta con el respaldo del presidente Bánzer.
La NFR, del "Bombon" Manfred Reyes Villa, tiene también su perla negra. Roberto Landívar, dueño del Banco Bidesa, quebró fraudulentamente como lo ha probado hasta el cansancio la Superintendencia de Bancos. Pero "don Roberto" no se da por aludido y atrincherado en su curul de diputado contrademanda a todos sus demandantes y ha hecho arrestar a una alta funcionaria, aparte de acusar judicialmente al propio Superintendente Jacques Trigo. Para Landívar Bolivia es la Villa de Aranjuez, donde el ratón se come al gato y el ladrón lo acusa al juez. Es decir, todo al revés.
Podrá arguirse que nadie es culpable hasta que no se le pruebe lo contrario, pero por lo menos los partidos de todos los acusados, como prueba de que desean la transparencia en sus acciones, debían licenciarlos hasta que aclaren su situación.
Pero nada de esto pasa y como las investigaciones avanzan –como siempre—a paso de tortuga para perderse en la noche de los tiempos, los sospechosos todavía andan con la frente alta o recuperan sus puestos de senadores o diputados en el parlamento desde donde con más fuerza proclaman su inmunidad, que al final de cuentas se convierte en impunidad.
Frenamos a la corrupción o en nuestro horizonte aparecerá un "coronel Chavez".