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Jueves 28 de julio 2011
DEFENSA DE LA IMAGEN DEL PAIS
Por
Hernán Maldonado
El gobierno aparentemente se hartó de la catarata de noticias relacionadas con el auge del narcotráfico en Bolivia y amenazó, por intermedio del ministro de Información, Iván Canelas, con adoptar "medidas legales" contra los medios que dañen con sus informaciones la imagen del país.
Pero, ¿no serán los actuales gobernantes los que más dañan, de palabra y obra, la imagen del país? Un ejemplo fresco de esto son las declaraciones del presidente Evo Morales este miércoles en Naciones Unidas. Ante curtidos periodistas del mundo el mandatario se despachó con una retahila de estupideces.
Más tarde, en entrevista con Glenda Umaña, de CNN, Morales repitió muchas de sus denuncias sobre los complots de la embajada estadounidense en La Paz para derrocarlo, pero se fue por peteneras cuando Umaña le pidió pruebas. Fue de antología su afirmación de que ayer "vio por teléfono" a Hugo Chávez y lo encontró "muy bien".
Los regímenes autoritarios encuentran en la prensa libre el gran escollo para sus despropósitos. Acabamos de ver la montruosidad del "juez" ecuatoriano que en una noche leyó 5.000 folios para sentenciar a un columnista y los directores de El Universo de Guayaquil a penas de cárcel y multa de 40 millones de dólares por haber "difamado" a Rafael Correa.
En la Venezuela de Chávez los atropellos son incontables. Periodistas en el exilio, presos, apaleados, medios cerrados y autocensurados son noticias de todos los días bajo la acusación de ser apátridas, pitiyanquis, fascistas. ¡Ah! Pero que nadie se meta con los mandamases.
El humorista Laureano Marquez imaginó hace algùn tiempo la Venezuela post-Chávez y se le amenazó con cárcel por "llamar a un alzamiento militar". Más después el mismo Laureano debió reunir entre los venezolanos una gruesa suma para pagar una multa aplicada al diario Tal Cual.
Su delito fue escribirle una carta a la hija menor de Chavez, Rosa Inés, para que intercediera ante su padre para que éste no siguiera más los consejos de "un señor en uniforme verde olivo y de barba blanca, como San Nicolás, que se mete mucho en nuestros asuntos". Los organismos de protección al menor echaron el grito al cielo.
Sin embargo esos mismos organismos guardan silencio cuando Chávez menciona a Rosa Inés en sus cadenas nacionales para hacer política o cuando alardea que fue la niña la que le pidió (y logró) que el caballo del escudo nacional mire hacia delante y no atrás.
Pero no sólo es Chávez el que hostiga a los medios, sino sus palafreneros, como Mario Silva, quien actualmente es enjuiciado por el director de El Nacional, Miguel Henrique Otero, por haber sido víctima de insultos procaces en la persona de su madre, la patricia venezolana María Teresa Otero, de 103 años.
En un reciente programa por VTV, canal oficial, Silva insultó por largos minutos a Otero. Lo menos que le dijo fue "hijo de p." Otros venezolanos han recibido los mismos insultos, pero no entablaron ninguna querella porque Silva es un mimado de Chávez y los jueces responden a sus caprichos.
Otero, alentado por la sociedad civil venezolana que conoce de la trayectoria de la dama, viuda del escritor Miguel Otero Silva, ha entablado el juicio, muy molesto al ver mancillado el nombre de su madre, irónicamente alguien que dio lo mejor de sus años luchando por el socialismo que dice representar la actual satrapía venezolana.
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