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Domingo 11 de octubre del 2009
EN CAMPAÑA ELECTORAL
Por
Hernán Maldonado
El presidente Evo Morales está en una innecesaria campaña electoral. Un dispendio inútil del erario nacional. Un despilfarro descarado de los petrólares chavistas. ¿Por qué?, porque todas las encuestas le otorgan un triunfo amplio en los comicios de diciembre, de hasta 30 puntos porcentuales.
No obtendrá el abultado triunfo que la catapultó a la presidencia, pero de que gana, gana. Los opositores se la pusieron facilito. En lugar de una candidatura única, se atomizaron. Primó más el interés personal que el interés nacional. Morales no debatirá con ninguno de los aspirantes. ¿Para qué?
El gran "mérito" de Morales y su grupo gobernante (El MAS no puede catalogarse como un partido político) ha sido pulverizar a los partidos tradicionales. ADN, MNR, MIR quedaron como cadáveres ambulantes por sus torpezas de ceder las iniciativas políticas a los Comités Cívicos.
Ha bastado el demagógico discurso de que Morales es presidente salido de las entrañas del pueblo para que la gran masa nacional que apenas puede ufanarse de saber leer y escribir, de balbucir el español, se identifique con él. Si a esto se le añade la repartidera de los petrocheques, los bonos, la luz verde a la coca, etc., el cuadro está completo.
Por eso suena como un cuento de camino la promesa de dotar a Bolivia de un satélite propio. Venezuela estrenó hace un año el que le construyeron los chinos a un costo de 400 millones de dólares y desde su lanzamiento apenas funciona en un 20 por ciento.
Pero en campaña electoral todo vale. En Venezuela el 2010 se realizarán las elecciones legislativas y el petrodictador empezó el proselitismo. Apostó su vida a que dentro de 10 años no habrá pobreza en su país. Hace 10 años al asumir el cargo dijo que se cambiaría de nombre si para el 2000 había niños en la calle. Y... pensar que sigue llamándose Hugo Chávez...
Otras de las promesas del "narcisista-leninista", como le llama el colega Andrés Oppenheimer, fueron: Convertir en agua potable el nausebundo río Guaire que atraviesa Caracas, construir un tunel subterráneo en el Lago de Maracaibo, para unir sus dos orillas, estrenar un parque en lo que es el aeropuerto de La Carlota, construir un gasoducto de Venezuela a la Patagonia... Y hasta encontrar a quienes "asesinaron" al Libertador Simón Bolívar.
Aprovechando que los precios del crudo llegaron a cifras estratósfericas nacionalizó las industrias del petróleo, el hierro, el cemento, de la electricidad, el aluminio, etc. La mayoría de esas industrias están hoy en quiebra. Tan grave es la situación que el país petrolero por excelencia importa gasolina y ahora (el consuelo es que supuestamente es "sólo" hasta diciembre), habrá racionamiento de electricidad de hasta cinco horas por día en las principales ciudades.
Pero no pasará nada. Vivimos la época de los populismos. Las promesas demagógicas hallan receptividad en las masas aletargadas por pequeñas dádivas y los discursos de que sus líderes están poniendo a sus países en el mapa del mundo. Esto parece bastar. Hay una resignación tonta que hace que uno vuelva a repetir con Edmund Burke: "Lo único necesario para el triunfo del mal es que los hombres buenos no hagan nada". ¿O será que?, como dice el mismo político inglés: "Hay un límite más allá del cual la tolerancia deja de ser una virtud".
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