Jueves 11 de diciembre del 2008
ADIOS, QUERIDO BENJAMIN
Benjamín Miguel Harb charla con Luis Herrera Campíns, Presidente de Venezuela (1979-1984).
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Por
Hernán Maldonado
En algún momento dejamos de escribirnos. ¿Dejamos también de ser amigos? No lo sabré nunca. Murió Benjamín Miguel Harb, honesto líder político, preclaro penalista, maestro constitucionalista, entrañable compañero en la lucha por la democracia.
Nos enfrentamos torpemente allá por 1963. Se había olvidado calificar mi examen de Derecho Penal en la UMSA y no le gustó mucho la forma en que se lo reclamé en la calle, cuando conversaba con otros insignes colegas suyos: Huáscar Cajías Kauffman y Walter Torrico Flores.
Unos meses más tarde, incorporado al Partido Demócrata Cristiano, supe que lo apodaban "El Pollo" y empezamos una amistad que tuvo su auge en los años 70 en Caracas, cuando me reclutó para la lucha por el restablecimiento de la democracia en Bolivia.
Fue en esos años que supe de su gran vocación democrática. El duro exilio ayudó a templar su carácter. El soberbio profesor universitario conoció la humildad, quizás porque comprobó dolorosamente las miserias humanas, inclusive aquellas que tocaron lo más íntimo de su ser.
Inolvidable la anécdota que vivió en su modesto alojamiento caraqueño. La ruda casera le había puesto límites a sus llegadas nocturnas, pero un día Benjamín se sorprendió porque la vieja española no sólo que le esperaba con un cafecito, sino que le dio las llaves del apartamento para que "se recoja a la hora que quiera". La anciana supo de la calidad de su inquilino porque lo había visto por televisión junto al líder democristiano Luis Herrera Campíns, que meses más tarde sería elegido presidente de Venezuela.
Cuando esto ocurrió, a Benjamín ni se le ocurrió la idea de sacar alguna ventaja. Inclusive tramamos su reingreso a Bolivia clandestinamente a pie, por Copacabana. El hombre que se esforzó por mantener al PDC de pie en los años de la dictadura, se encontró con un partido en desbande y desmoralizado. Luego el presidente Hernán Siles Zuazo le pidió lo asesore legalmente y ahí empezó al viejo penalista a convertirse en reputado constitucionalista.
Un poco más adelante se desvaneció nuestro intercambio epistolar. Yo no entendía cómo Benjamín y el PDC podían convertirse en aliados del general Hugo Bánzer después de haber recibido por años palos, cárcel y exilio. Lo que ahora recién sé es que Benjamín, como católico cristiano practicante que era, había llegado ya a saborear el don del perdón, la base suprema de bien común.
Hace un año en las páginas sociales de El Diario vi el festejo de un aniversario más del PDC. "A lo que llegamos", me dije. Pero de eso no tiene culpa el buen "Pollo", me consta que hizo más de lo que pudo para construir esa alternativa en el país. Le fallamos muchos. O talvez porque Cajías Kauffman tenía razón cuando veía las correrías de su colega y opinaba: "El país pierde un gran penalista y gana un mal político".
¿Habrá sido así? Los diarios lo recuerdan más que como político, como un maestro. Un maestro del bien, diría yo. Descansa en paz querido Benjamín.
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