Tierra Lejana-- Página de Hernán Maldonado




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Miércoles 27 de febrero del 2002


LO QUE EL AGUA NO SE LLEVO

Por Hernán Maldonado


La Paz cura aún sus heridas de la riada con la que la naturaleza la castigó el 19 de febrero. Pasará mucho tiempo antes que se olvide la aciaga tarde en que las empinadas calles se convirtieron en mortales torrenteras. Esta vez la culpable fue una nube negra de ocho kilómetros de largo que se descolgó en forma de implacable granizo.

El aluvión sepultó también la colosal polémica generada por la incursión en la política del periodista Carlos D. Mesa como candidato vicepresidencial del Movimiento Nacionalista Revolucionario. La enorme tragedia acalló a sus partidarios y detractores. Lo que el agua no se llevó fue la enorme solidaridad de los bolivianos. Las manos se extendieron hacia La Paz desde todos los confines.

Nunca fueron tan innecesarias las palabras de los conductores televisivos. El drama estaba por encima de cualquier capacidad de descripción. Ahí estaba ese héroe anónimo aferrado a un árbol, con las furiosas aguas bajo sus pies, tratando de alcanzar con la otra mano, en eternos segundos, a un hombre que se ahogaba. Esfuerzo inútil. Conmovedor el intento, desgraciado el descenlace.

Tras la vergonzosa malversación de fondos de la ayuda a los damnificados por los terremotos de Aiquile y Totora parecía que nadie más aportaría un centavo por culpa de los corruptos. No fue así. La tragedia fue más fuerte que el rencor ciudadano. Eso si, con variantes. No hubo mayormente donaciones en efectivo, sino en vituallas y alimentos.

Pero hubo otras cosas que el agua no se llevó. Por ejemplo la mezquindad de algunos políticos. El cacique aymara Felipe Quispe, entrevistado telefónicamente por la cadena Bolivisión la tarde misma de la tragedia anuncio (luego rectificaría) que no ordenaría el levantamiento del bloqueo caminero. Tuvo también unas expresiones racistas absurdas, como si la riada paceña hubiera hecho distinciones entre q'haras y t'haras, entre pobres y ricos.

El alcalde paceño Juan del Granado calcula que se necesita alrededor de 70 millones de dólares para la reconstrucción de las partes afectadas de la ciudad. Será difícil su consecución. A una semana de la tragedia los organismos internacionales no han comprometido ni siquiera el 10 por ciento de ese monto.

Los políticos desmemoriados salieron también a la caza de oportunidades demagógicas. El líder de Nueva Fuerza Republicana y candidato presidencial Manfred Reyes Villa propugna que los fondos asignados a los partidos políticos para sus campañas electorales sean destinados a la ayuda de La Paz.

De paso aludió a la malversación de los fondos del terremoto Aiquile-Totora, olvidándose que su partido formó parte de la megacoalición gobernante y que ninguno de sus parlamentarios movió un dedo para que se investigara y menos juzgara a los responsables de ese vergonzoso hecho.

Análogo pronunciamiento produjo descaradamente el jefe de Unión Cívica Solidaridad, Johnny Fernández, quien con sólo pagar su deuda de 10 millones de dólares al fisco - y que el gobierno del que forma parte es incapaz de cobrársela - aliviaría enormemente las arcas nacionales.

Cuando lo peor del temporal hubo pasado todavía quedó margen para una gran interrogante. Vista la manifiesta incapacidad y verborrea inútil de la mayoría de los presentadores de la TV en esas horas que exigían la palabra serena y orientadora, uno no podía menos que preguntarse si Carlos D. Mesa ¿habrá tomado la decisión correcta?





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