Domingo 25 de mayo del 2003
LA LENTA AGONIA VENEZOLANA
Por
Hernán Maldonado
La democracia venezolana naufraga. Hasta los moderados ahora están de acuerdo en que si el gobierno burla la realización del referendo revocatorio en agosto, lo único que le queda a la oposición es ir a las barricadas.
El gobierno parece haber finalmente intuido el peligro de la guerra civil y anunció el pasado fin de semana que firmará con la oposición el acuerdo que fue disenado por la OEA para hacer posible ese referendo.
La comunidad internacional ha respirado aliviada. Si prima el sentido común, Venezuela decidirá con votos y no con balas su próximo futuro.
El país está en ruinas económica, política, financieramente, a pesar de que en los últimos cuatros años entraron a las arcas fiscales más de 110.000 millones de dólares por la venta de petróleo. ¿Cuántos países hubieran querido tener esos ingresos?
Políticas populistas disparatadas, una corrupción galopante, una incapacidad administrativa colosal y una demagogia rampante son las vertientes que llevaron al oceáno de ineptitud al gobierno del presidente Hugo Chávez que ha hundido a Venezuela en la miseria.
Ningún gobierno del mundo hubiera aguantado una huelga obrera-patronal de 60 días. El de Chávez tiene ese récord. Prefirió a que se arruinara el país antes que renunciar.
La economía venezolana sufrió al cierre del primer trimestre de este año una contracción de 29,9% del producto interno bruto (PIB), la recesión más severa de la historia, reveló el viernes el Banco Central de Venezuela (BCV).
El gobierno, que tiene militares en todos los puestos clave de la administración del país, ha causado en estos cuatro años el cierre de 7.000 empresas y el desempleo subió del 12 al 22 por ciento. La escasez de productos y medicinas alcanza dramáticos niveles, gracias a la "revolución bonita".
En los dos meses de huelga Chávez se aferró al cargo sosteniendo que la única manera de sacarlo del poder sería através del referendo revocatorio, instituido por la Constitución, que permite al electorado deshacerse de un funcionario al cumplir éste la mitad del periodo para el que fue elegido.
Ahora que se acerca la fecha, Chávez empieza a poner piedras en el camino. Niega que sean verdaderas las casi 4 millones de firmas que se recogieron el 3 de febrero. Digita la elección de un nuevo Consejo Nacional Electoral (CNE), trámite que se arrastra desde hace tres meses en el parlamento.
Chávez, con un descaro inaudito, sostiene también que es la oposición la que debe buscarse el financiamiento para celebrar el revocatorio, y le está echando largas al asunto exasperando a la oposición.
Y no solamente eso, sino que en sus giras, en sus kilométricos mensajes para los que obliga a encadenarse a radios y televisoras, ha empezado a decir: "Votar por el SI, significa que me quede y votar por el NO, quiere decir que no me vaya".
Este monumento a la esfachatez ha sacado de sus casillas inclusive a los más moderados y los aprestos a las soluciones violentas, si fracasa el referendo, son vox populi estos días.
Los observadores piensan que Chávez dilatará hasta donde pueda la realización del revocatorio sabedor de que un 70 por ciento de la población lo adversa. No faltan quienes creen que provocará acciones de violencia que justifiquen un estado de excepción capaz de cancelar la consulta.
En los dos casos los opositores piensan que la alternativa será tomar las calles, pero no en la forma pacífica de los dos meses de huelga. El objetivo será obligar a la fuerza armada a intervenir. De ahí en adelante todo puede suceder.
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