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ADN Y SU LUCHA GENERACIONAL
Por
Hernán Maldonado
En las cinco semanas que faltan para esos comicios, los candidatos de
Acción Democrática Nacionalista procurarán dejar los últimos puestos que les
asignan las encuestas y que hasta ahora hacen prever una desastrosa derrota.
El adenismo, por todo lo que se ve, pagará caro el desastre que ha
significado su inacción gubernamental en estos dos años. En ninguna de las
ciudades del eje troncal, La Paz, Cochabamba y Santa Cruz, AD tiene
posibilidades de victoria.
Los comicios podrían, empero, servirle para reexaminarse internamente y
ver si ha llegado el momento de que los "dinosaurios" den un paso al costado
en favor de los "pitufos". Es decir que la vieja guardia sea reemplazada por
las nuevas generaciones de ADN.
Los "dinosaurios" conforman actualmente el alto mando partidario, son
miembros del entorno palaciego y son los ministros de mayor confianza del
presidente Hugo Banzer. Los "pitufos" son los de la nueva ola adenista
encabezados por el vicepresidente Jorge Quiroga.
Cuando ADN alcanzó el gobierno hace dos años, la unidad parecía férrea al
punto que Bánzer tuvo el gesto de desprenderse de la jefatura porque pasaba -
dijo - a ser "presidente de todos los bolivianos". No pasó mucho tiempo
cuando la sorda lucha por el control partidario obligó al viejo general a
retomar el mando. Irónicamente, hizo lo mismo que le criticó a su antecesor,
Gonzalo Sánchez de Lozada.
Como el partido y sus aliados llegaron al poder sin un programa de gobierno
concreto, a sólo seis meses de ejercicio convocaron a un Diálogo Nacional del
que salieron las pautas de acción en cuatro pilares. De ellas, sólo la lucha
contra los cocaleros apunta a resultados concretos.
En ese Diálogo se lució Quiroga, no sólo como un eficiente organizador y
moderador, sino también como un político con ideas claras sobre lo que debe
hacerse en el país. Algunas exitosas giras al exterior, en las que brilló con
luz propia, aumentaron su aura política.
Quiroga parecía no haber tomado en cuenta los celos que provocan esos éxitos.
Ya una vez lo había dicho Juan Lechín: "la vicepresidencia en Bolivia es la
quinta rueda del carro". Amargamente lo comprobó él mismo y mucho antes otros
vicepresidentes, como Nuflo Chávez Ortíz.
Es decir que un "buen vicepresidente" no debe hacer más de lo que debe.
Quiroga no pareció entenderlo así. Según los observadores estaba ganando
terreno muy rápidamente y sus enemigos empezaron a removerle el piso.
Repentinamente, como para enemistar al general con Quiroga, surgió el rumor
de supuestos quebrantos de salud serios del presidente y no sin alguna
malicia se recordó el "chulumanazo" de 1948 cuando supuestamente por
enfermedad renunció Enrique Hertzog, se fue a Chulumani, y asumió el mando
su vice, Mamerto Urriolagoitia.
Bánzer no parece sufrir de ningún mal físico grave, aunque parece
agudizársele la amnesia. La semana pasada en un discurso en el Palacio de
Gobierno dijo que en 1971 asumió el poder como consecuencia de una
"concertación". Más sorprendente aún, aseguró: "Yo no entré al Palacio en la
punta de las bayonetas". Soberano olvido de las decenas de muertos y heridos
aquél 21 de agosto, de los desaparecidos, de los centenares de presos, de los
miles de exiliados, etc.
Volviendo al tema. Poco antes la lucha generacional dentro de ADN se
había visto reverdecida con el apoyo de la gente de Quiroga a Ronald MacLean
en la aspiración de éste de recuperar su puesto en la alcaldía de La Paz y la
tenaz oposición a ello de los "dinosaurios"
Bánzer zanjó el pleito a medias al inclinarse en favor de MacLean (es el
actual candidato) pero poco después, cuando debió reestructurar su gabinete,
apeló a la vieja guardia, con lo que los del entorno palaciego mostraron a
las claras quiénes son los que montan el potro.
El gran perdedor fue el ministro del Interior Guido Nayar, hombre de las
nuevas hornadas adenistas, quien pese a que era el funcionario del gobierno
con mayor índice de aceptación en la población, por su lucha contra el
narcotráfico, debió ceder su puesto a Walter Guiteras, que hasta la fecha lo
único que ha hecho es obrar como un elefante en una cristalería.
Quiroga no ha doblado aún la esquina de los 40 abriles y quizás está
apresurándose en jugar sus cartas políticas. Claro, es cierto que el desastre
gubernamental actual desespera a cualquiera.
El joven vicepresidente sabe que no puede buscar nada el
2002. Tampoco le conviene dividir al partido, como lo hicieron otros
vicepresidentes. Le falta carisma, pero eso puede llegar con el tiempo, que
es lo que tiene en abundancia, contrariamente a los "dinosaurios" que por
ahora todo pueden hacer, menos parar el almanaque.
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