¿Venezuela interesa a Bolivia?




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Domingo 23 de septiembre del 2012


¿VENEZUELA INTERESA A BOLIVIA?

Por Hernán Maldonado

Leo los diarios bolivianos y, con una que otra excepción, quedo con el convencimiento de que no es noticia nada de lo que podría ocurrir dentro de pocos días en los comicios de Venezuela. ¿Indiferencia o ignorancia?

Parece que pocos, entre ellos políticos de oposición, tienen en perspectiva que una eventual derrota de Hugo Chávez será un rudo revés para su delfín, el presidente Evo Morales.

Simplemente se acabará ese chorro de dólares que el líder cocalero reparte a diestra y siniestra en municipios afines a su proyecto político y que le reportan buenos dividendos electorales.

Se acabará también esa asesoría de cientos de tarifados venezolanos que a todo nivel operan en las estructuras gubernamentales, inclusive como asesores militares y que dependen directamente de Caracas.

Aparte de otros factores, como el cansancio de la ciudadanía con los partidos tradicionales, los petrodólares fueron esenciales en el espectacular triunfo político de Morales en 2006.

Chávez, eterno aspirante a un liderazgo mundial, una de las primeras lealtades que se consiguió fue la Bolivia. En su primera visita a Venezuela, el petrodictador obsequió públicamente a Morales $30 millones.

La sumisión del nuevo aliado se vió en la Cumbre de Mar del Plata cuando poniendo la majestad presidencial boliviana por los suelos, Morales se dirigió al militarote como “mi comandante”.

Y claro, el “comandante” hizo escuchar su voz tronante cuando los cívicos de la “media luna” retaron la hegemonía política que, a troche y moche, buscaba Morales.

Chávez, desde Caracas y en cadena nacional de radio y televisión, amenazó a los que “quieren tumbar al indio” con salir en su defensa, así sea “creando un nuevo Vietnam”.

El “comandante” visitó varias veces a Bolivia entrando como “Pedro por su casa” e inmiscuyéndose en la política interna. Tan fuerte era su presencia que hubo ocasión en que la Guardia del Palacio Quemado, no le rindió honores a Morales, sino a él.

La obsecuencia llegó al colmo cuando Morales imitando a Chávez expulsó al embajador de Estados Unidos dejando las relaciones virtualmente congeladas hasta el día de hoy.

Para atender al ejército de asesores venezolanos que pululan en Bolivia, Chávez dispuso la construcción de una nueva sede en La Paz, en volumen sólo comparable con la embajada estadounidense.

En un reciente viaje a La Paz alguien me aconsejó callarme y no criticar a Chávez porque “nos está ayudando a salir de la pobreza”. Por respuesta le señalé a los niños y mujeres indígenas del norte de Potosí mendigando en las calles después de un sexenio de gobierno.

La mayor parte es demagogia. ¿O construir un país es inaugurar un chorro de agua como si fuera un sistema de agua potable? ¿Lo es entregar una ambulancia a Achacachi como si fuera un hospital?

¿O debemos alegrarnos por el “fomento al deporte nacional” por una cancha con césped sintético, unas camisetas o unos balones de fútbol? ¿Debemos alabar la enorme parafernalia propagandística oficial?

No sería mejor preguntar ¿cuántas fábricas, cúantas carreteras, cuántas fuentes de trabajo se han creado en Bolivia con los petrodólares (buena parte de ellos reembolsables) venezolanos?