La mentira como política de Estado




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Domingo 20 de diciembre del 2009


LA MENTIRA COMO POLITICA DE ESTADO

Por Hernán Maldonado

Es de tal tamaño la habilidad de Hugo Chávez de desvirtuar la verdad, de torcer la realidad y su inagotable capacidad para la mentira, que en Venezuela hay quienes piensan que si alguna vez fuera a confesarse, el cura sería quien le pediría la absolución.

Se atribuía a José María Velasco Ibarra haber dicho: "Dénme un balcón y llegaré a la presidencia". El notable orador fue cinco veces mandatario de Ecuador. Chávez sólo precisa de un micrófono para emular al Flautista de Hamelin.

La encuestadora Seijas estableció en su más reciente consulta que la mayoria de los venezolanos están desesperados por la escasez de alimentos, el alto costo de la vida, la deficiencia en los servicios públicos, la falta de luz y agua y en un 80 por ciento están en contra de una eventual guerra contra Colombia.

Sin embargo, el petrodictador todavia goza de las simpatias del electorado en más del 50 por ciento. Simplemente no hay una explicación racional a menos que la busquemos en la apabullante propaganda oficial, según la cual la falta de agua y electricidad, por ejemplo, no es atribuible a la imprevisión oficial, sino a la irracionalidad del consumo.

Escuchando a Chávez en las peroratas diarias por cadenas de radio y TV uno por fin se explica cómo es que Joseph Goebbels en plena primavera de 1945 les decia a los alemanes que estaban ganando la guerra (y muchos todavía le creían), pese a que los rusos martillaban con sus cañones Berlín.

En estos días oímos a Chávez protestando por la represión policial a manifestantes daneses en la Cumbre de Copenhague. Tuvo los riñones para decir que eso "no se ve en Venezuela", olvidando que hace dos meses ordenó a sus genízaros "echarle gas del bueno" a los estudiantes que protestan en las calles.

En las últimas semanas ante la inocultable y nausebunda corrupción de sus financistas, banqueros y administradores, Chávez ordenó la detención de algunos de ellos y ahora, gracias a su verborrea, aparece como el campeón de la lucha contra la corrupción en Venezuela.

Cínicamente asegura conocer a algunos sólo de oídas, aunque se muestran fotos y vídeos en los que aparece como Don Corleone. Asegura, sin que se le mueva un pelo, que no se acuerda de Arné Chacón Escamillo, "un pata-en-el-suelo como yo", que devino en multimillonario chavista y al que detuvo.

El otrora pobretón tenientito es el mismo que el 27 de noviembre de 1992 por la ocupada televisora oficial lanzaba proclamas revolucionarias durante el fallido golpe de Estado. Asumamos que Chávez no se acuerda de él. Pero, ¿ignora quién o quiénes le dieron créditos multimillonarios al antiguo "muerto de hambre"?

Quién se ufana de saber hasta lo que comen sus rivales políticos ¿no sabía que Chacón Escamillo se compraba aviones, bancos, haciendas; que tenía 150 caballos de carreras? Y Chacón Escamillo es apenas uno de los pocos multimillonarios chavistas que están presos o que están siendo buscados. El grueso está todavía intocado.

Convengamos en que está bien la lucha contra la megacorrupción chavista, pero que el "Padrino" aparezca ahora como el apostol de la honestidad, simplemente es para Ripley. Por la muestra de Seijas, el parlanchín petrodictador se está saliendo con la suya. Mi abuela solía decir que mientras haya borreguitos, siempre habrá vendedores de ilusiones.