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Miércoles 17 de marzo de 1999


BANZER LE CIERRA LAS PUERTAS
A MILES DE BOLIVIANOS

Por Hernán Maldonado


Miami – El presidente Hugo Bánzer Suárez y su predecesor en el cargo Gonzalo Sánchez de Lozada están desde hace años enfrascados en una guerra sin cuartel, con un gran perdedor: el país.

Como sus respectivos partidos fueron los padres del actual modelo económico boliviano, poco hay para discutir en el plano ideológico, de manera que la confrontación es personal.

Sánchez de Lozada no pierde ocasión para zaherir a Bánzer (poco antes de dejar la presidencia ya había prometido que "jodería" al nuevo régimen) y éste a su vez le lanza sus dardos envenenados.

La guerra de palabras ha derivado en una ostensible enemistad que explota un sector de la prensa extendiéndola como una inmensa cortina de humo que oculta los más grandes problemas nacionales.

Bánzer Suárez no se caracteriza por el sentido del humor, contrariamente a su rival que, con una formación anglosajona, agudiza su ingenio para lucirse con figuras retóricas impactantes.

A finales de 1960, cuando regresó para trabajar por Bolivia tras 20 años en Estados Unidos, apenas podía desenvolverse en castellano, pero eso no fue óbice para que fuera designado ministro de Hacienda.

En una comparecencia a la Cámara de Diputados, uno de sus interpeladores le preguntó que cómo aceptó ser ministro si ni siquiera sabía hablar castellano.

La respuesta de Sánchez de Lozada es legendaria: "Pertenezco a las mayorías nacionales que tienen problemas con el idioma", dijo.

De ahí en más emprendió esa carrera que lo llevó a la presidencia de la república, sin haberse podido despojar de ese acento del norte, que nada tiene que ver, como está probado, con su profunda bolivianidad.

Por eso sorprendió este fin de semana cuando Banzer, dirigiéndose a los pobladores de Exaltación, en el Beni, se ufanó; "Yo hablo como ustedes. No como gringo".

Bánzer no se caracteriza por cuidar su hablar. Cuando era dictador una vez pidió a un grupo de dirigentes campesinos traerle al palacio de Gobierno "la cabeza de los agitadores comunistas", aunque ahora niegue haber sabido algo de la infame Operación Cóndor.

Hace poco, cuando se inauguró la remodelación del edificio del Banco Central, se enorgullecio de ese periodo. Una semana más tarde, en Sucre, lanzó fuertes críticas a los regímenes socialistas de Europa, siendo así que desde esos gobiernos se apoya a varios proyectos de desarrollo campesino y artesanal bolivianos y que desde esos países fluye el dinero con el que funcionan las Organizaciones No Gubernamentales.

Antes ya había despotricado contra Sánchez de Lozada diciendo que en ese régimen no se había sembrado nada "Y si se sembró algo, la semilla debió ser muy mala porque no estamos cosechando nada".

Sin embargo, a la vuelta de seis meses inauguró el gasoducto boliviano-brasileño, el cual no hubiera sido posible sin la capitalización de YPFB orquestada por su antecesor.

Los bolivianos aún recuerdan cómo desde la oposición Bánzer y sus allegados las bautizaron como "las leyes malditas" y despotricaban contra la ley de capitalización, de reforma educativa y participación popular, entre otras.

Banzer ha cumplido ya un tercio de su mandato, cuenta con mayoría en el Parlamento y podía haber abrogado las "leyes malditas" y no lo ha hecho, ni lo hará. Y es que el modelo económico es su obra, así como de Sánchez de Lozada. Por eso es que son estériles y dañinas para Bolivia sus peleas con su predecesor.

Con su pírrico triunfo electoral de sólo el 22 por ciento del total de los votos, Banzer haría bien en cuidar sus palabras y no exponerse al ridículo, pero no ocurre así.

Su última declaración es deplorable De sopetón manda un mensaje negativo a esos 2.400.000 bolivianos viviendo en el exterior, medio millón de ellos en Estados Unidos.

Esos emigrantes o sus hijos que desde niños se han educado en el extranjero (como Sánchez de Lozada), y han adquirido diversos acentos, retrocederán ante la perspectiva de avecindarse otra vez en su solar nativo, o de sus padres, y de contribuir con su talento, porque ahora "hablar como gringo" es un casi un delito.