Las lealtades indígenas
Por Hernán Maldonado
El Estado Plurinacional mostró el lunes a masas de indígenas, por los que dice gobernar desde hace casi dos décadas y que, sin embargo, se mantienen en la marginalidad.
Verdaderamente siento pena al ver desfilar a estos campesinos, la mayoría de los cuales ni siquiera sabe porqué lo hace, sino que son acarreados a estas marchas por caciques tarifados por el patrón de turno quienes a su vez reparten algún dinero a los marchistas.
Son las ovejitas manipuladas por unos vivillos desde el alto poder, que hoy hasta se disfrazan de aymaras para hacerles creer que ellos son uno de los suyos.
“Hermanos y hermanas”, es el cantico que los embelesa, cuando ellos jamás han vivido las penurias del campo. Son unos resentidos sociales que se sirven de la ingenuidad de los indígenas para empoderarse y lucrar a costa del erario público. ¿Alguien conoce a Lidia Patty?
Obviamente que el indígena de hoy ya no es el que nos retratada don Alcides Arguedas. Muchos se han superado. Basta ver una guía telefónica con profesionales de apellidos autóctonos, algo difícil de encontrar en esas mismas guías antes del 9 de abril de 1952.
Pero sigue la gran manipulación de las masas de la Bolivia profunda (que van disminuyendo, según el censo del 2012, que establece que solo el 30% de la población boliviana vive en el campo).
El general René Barrientos Ortuño fue aclamado por el campesinado quechua, cuyo idioma hablaba con fluidez.
El Che Guevara fracasó en su aventura en Bolivia porque el campesinado le dio la espalda.
En los años 70, el general Hugo Banzer Suárez, conformó el gobierno de la alianza militar-campesino.
Y no hablemos siquiera de lo que el indígena aymara representó en el primer gobierno de Víctor Paz Estenssoro.
La realidad es que el indígena en Bolivia está superándose por esfuerzo propio, por encima de la demagogia masista. Me atrevería a decir que hasta ya existe un sólida boliburguesía indígena que maneja grandes capitales, fruto del contrabando, el narco, el servicio del transporte interdepartamental e internacional y hasta en la infraestructura habitacionales. Vean El Alto.
Y el que tiene el poder económico, busca también el poder político. Ocurre en todas partes y esto es lo que se ve actualmente, entre bambalinas, en la lucha política entre oriente y occidente de Bolivia.
Obvio que todos estos apuntes son a vuelo de pájaro y merecen profundizarse. Hay abundante material de estudio en base a los hechos reales. Espero que haya quienes lo hagan para darnos perspectivas de la Bolivia del futuro.
(La foto muestra al líder cruceño Luis Fernando Camacho en su hora gloriosa. Hoy, ninguno de esos indígenas aymaras alza la voz para defenderlo)