El golpe chavista de hace 29 años

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El golpe chavista de hace 29 años

Por Hernán Maldonado (*)

Un estudiante de periodismo me preguntó una vez, con cierta ingenuidad, ¿cómo es que se consigue una primicia?

Primero que nada, las primicias son fruto del estudio, de la perseverancia, pero –y lo que es más importante—fundamentalmente de suerte.

En otras ocasiones les relaté primicias que conseguí en mi prolongada carrera profesional. Simplemente la fortuna hizo que estuviera en el sitio correcto y en el momento oportuno.

Fue eso lo que ocurrió aquél día de hace 29 años, cuando se produjo el segundo intento de golpe de Estado del coronel Hugo Chávez Frías.

Un par de semanas antes había llegado a Caracas de vacaciones y tenía previsto regresar a Miami el 27 de noviembre en un vuelo de Viasa, la compañía aérea venezolana.

Estaba alojado en El Marqués, en casa de mi hermana Albina, y le pedí a mi sobrino Alfredo Ischero Maldonado me hiciera el favor de trasladarme al aeropuerto a las 4 de la mañana, porque el vuelo estaba previsto para las 7 a.m.

Cuando llegó Alfredo, desde su domicilio en Santa Fe, me informó que escuchó disparos en Los Ruices, pero como tomamos la autopista eludimos la Av. Francisco de Miranda que a esas horas ya había sido bloqueada por quienes a balazos ocuparon el Canal 8, la televisora estatal.

Luego de pasar los túneles de Catia, escuchamos por radio arengas revolucionarias de quienes exhortaban a la población a salir a las calles para respaldar el movimiento cívico-militar y derrocar al régimen de Carlos Andrés Pérez.

Me parecía increíble. Apenas en febrero pasado había fracasado el primer intento con un saldo de más de 200 muertos. Pero era verdad. Antes de llegar al aeropuerto, unos militares nos detuvieron e informaron que todos los viajes estaban suspendidos.

Alfredo quiso darse la vuelta rumbo a Caracas, pero los mismos militares nos informaron que ya no era posible. Todo estaba bloqueado. Los militares de la autopista eran leales al gobierno, pero en ese momento no lo sabíamos.
Sin otra alternativa, Alfredo y yo buscamos un hotel en Macuto y estábamos reducidos a saber lo que pasaba solo por emisiones radiales.

Bajé a la recepción al promediar la tarde, cuando el golpe ya había sido sofocado, y me enteré que tenía un teletipo. El gerente me informó que podía usarlo por un modesto pago. También me dijo que podía hacer una llamada telefónica de emergencia. ¿Adivinen qué? No llamé a mi familia para decirles que estaba bien, sino a Tony Espetia, subdirector de El Nuevo Herald, para anunciarle que escribiría algo sobre el golpe.

Allí mismo escribí una crónica de lo sucedido, según lo que escuchaba por radio. Y no solo eso, sino que escribí también una nota testimonial. Ambas aparecieron al día siguiente en la portada de El Nuevo. El director de The Miami Herald, Dave Lawrence, me escribió una nota de felicitación de su puño y letra. (Después supe que le había disgustado que no se hubieran traducido esas notas al diario en idioma inglés).

Con el golpe controlado y los cabecillas puestos en un avión rumbo al exilio en Perú, regresé a la mañana siguiente a Estados Unidos. Todo fue cuestión de suerte y del invalorable apoyo y valentía del jovencito Alfredo Ischero.

(*) Hernán Maldonado es periodista. Ex UPI, EFE, dpa, CNN, El Nuevo Herald. Por 43 años fue corresponsal de ANF de Bolivia.