Bolivia. Una canallada mayúscula

bomaher
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Bolivia. Una canallada mayúscula

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Una canallada mayúscula

Por Hernán Maldonado

No. No es la cifra de los dólares que supuestamente se embolsillaron el ex ministro del Interior, Arturo Murillo y su lugarteniente Sergio Méndez, como “comisión” por la compra de gases lacrimógenos.

El gran daño, el perjuicio colosal a Bolivia, es que con su fechoría, que apenas pasa del medio millón de dólares, le sirven en bandeja de plata la cortina de humo a la impunidad al multimilmillonario robo que ha sufrido el país en 14 años del desgobierno de Evo Morales y sus secuaces.

Desde ahora, el régimen de Luis Arce Catacora, nos restregará a los demócratas esta imbecilidad de Murillo y de algunos pillos menores que se aprovecharon de la candidez de la ex presidenta Jeanine Añez.

Entre otros sonados casos de corrupción masista, quedarán en el olvido, por ejemplo, los millones que se embolsilló la amante del caudillo cocalero, “la cara conocida”, Gabriela Zapata, así como el multimillonario desfalco al Fondo Indígena de millones de dólares que fueron a parar a los bolsillos de Nemesia Achacollo y sus compinches.

Quienes me leen en las redes sociales recordaran que les advertí de la clase de pillo que era Murillo, quien hasta se daba el lujo de soplarle en la oreja a Añez lo que debía decir en alguna rueda de prensa. Era el poder detrás del trono, pero que servía, al mismo tiempo, de arquero y de pateador del penal, para marear la perdiz.

Les dije que hacía el ridículo cuando nos mostraba unas esposas afirmando que eran para Evo Morales para cuando osara traspasar la frontera. Pura pantomima. Era el mismo farsante que juraba que la Interpol buscaba al Zar del Chapare, con el sello azul y hasta rojo…

Fue quien facilitó, ante el estupor de los bolivianos, el viaje del ex ministro de Mineria, César Navarro, quien estaba asilado en la residencia de México, en febrero del 2020.

Cuando un fiscal impidió que Navarro abordara el avión que lo llevaría al exilio en México, fue Murillo quien le ordenó telefónicamente que desistiera de esa acción. Ante el escándalo, luego tuvo los santos riñones de afirmar que la “sorpresiva” salida del ex ministro se produjo por “una descoordinación entre la Policía Boliviana y el Ministerio Público”.

Ahora Murillo ha caído en manos de la justicia estadounidense. Es obvio que las pruebas deben ser muy sólidas porque los fiscales gringos jamás se animarían a detener a alguien sin el suficiente cúmulo de pruebas.

El daño que Murillo le ha hecho a Bolivia es inconmensurable y también lo es el daño que se ha hecho a sí mismo. La suma de lo obtenido ilícitamente, si es verdad esa cantidad, en Estados Unidos será apenas un anticipo de lo que le cobrará por defenderlo hasta un abogado muerto de hambre. Amanecerá y veremos.
Mayo 2021

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