Pensar con cabeza fría ¿Hubo fraude?
Por Hernán Maldonado (*)
¿Hubo fraude en las elecciones bolivianas del 18-O 2020, análogo al fraude del 20-0 2019?
Pienso desilusionar a muchos de mis amigos. Mi respuesta es ¡NO!
Si el resultado hubiera sido estrecho, las dudas estarían planteadas, pero un margen de 26% entre el primero y el segundo es completamente descomunal. (En el fútbol si te ganan por un penal dudoso o por un gol cuando ya habían pasado los 90 minutos reglamentarios, hay derecho al pataleo, pero ¿si te ganan 9-0))
¿Entonces cómo es que el 70% de los votantes que brincaban de alegría hace un año por la salida del caudillo cocalero, en apenas 12 meses le devuelven su confianza al MAS?
Las causas son muchas. A dos semanas del 18-O, con la cabeza fría, enumero las siguientes:
1) La señora Jeanine Añez se “halló” en el cargo sin tener idea del tamaño del compromiso que asumía. Escuchó voces diversas sin saber cuál camino seguir. El peor fue hacerse candidata por sugerencia de su partido. No recordó que el 2019 ese partido no llegó ni al 5% de la votación. De paso, parecía solo escuchar a su ministro Arturo Murillo, culpable de los mayores desastres de su administración.
2) Ya que Evo Morales, su estado mayor y su enorme aparato comunicacional nacional e internacional, con la ayuda del Grupo de Puebla y el Foro de Sao Paulo, sembraron la idea de que en Bolivia se produjo un golpe de estado, ella no se aprovechó de esa “propaganda” gratuita e insistió en gobernar con las reglas (y las mañas) del MAS.
3) El régimen de Jeanine debió decretar la vigencia de la Constitución de 1967, modificada en 1994, lo que significaba hacer “borrón y cuenta nueva” en Bolivia. Eso le hubiera obligado a gobernar porque no hubiera podido ser candidata. Habría cerrado la Asamblea, nombrado nuevos jueces y fiscales, contralor, defensor del pueblo. Los nuevos ministros debieron sanear su burocracia (lo que no hicieron al punto que el escándalo en el Ministerio de Salubridad fue digitado desde Buenos Aires por la fugitiva ex ministra Gabriela Montaño, para que el actual gobierno cargue con el muerto). Dejó intacto el aparato de la corrupción. Nunca se le ocurrió despedir a 300.000 supernumerarios de la administración pública, seguros votos masistas. (LAC nos anunció ya que disminuirá el número de ministerios. A buen entendedor…)
4) En estos tiempos de la enorme importancia de las redes sociales, el régimen de Añez no contó con un aparato comunicador eficiente que contrarrestara la brutal campaña que dentro y desde fuera del país se orquestó contra su gobierno, al punto que gran parte de ese 55% creyó firmemente que la crisis pandémica y económica era por culpa de Añez.
5) Como dejó intactas las instancias judiciales y de la fiscalía, fue casi imposible, que prosperara cualquier intento de investigar, enjuiciar y menos condenar a los jerarcas del masismo culpables de vergonzosos latrocinios del erario nacional en 14 años de desgobierno.
6) La pandemia aceleró la crisis económica, la grande y la pequeña. Un enorme porcentaje de personas se dedica en Bolivia al “comercio hormiga” (informal) y estas se vieron enormemente perjudicadas por los cierres. Miles de gremiales, simplemente culpaban al gobierno de Añez el que no pudieran ganarse ni el sustento básico. Esto mismo se vio en las comunidades campesinas.
7) La escasez de camas en hospitales para atender a los pacientes del Covid-19, la falta de insumos, etc. le fueron atribuidos por los comunicadores tarifados del MAS al gobierno (La mejor defensa es el ataque…) y nadie se ocupó de pedir se investigara porqué (con los fabulosos ingresos que recibió el país en 14 años), en lugar de hospitales se construyeron 1.200 canchitas con césped sintético, el museo de Orinoca para que el jefazo cuelgue sus camisetas de fútbol, fábricas enormes que no producen o lo hacen pero a pérdidas enormes, etc.
8) En lugar de leer bien lo que hizo y quería el pueblo hace un año, los dirigentes políticos se atacaron unos a otros. No se unieron, como se esperaba. Peor, algunos hicieron frente común con el MAS para atacar al gobierno de Añez, con el asunto de los respiradores. Su peor error fue no insistir, presionar y lograr que el TSE declarara culpable al MAS del fraude del 2019 para dejarlo al margen de competir con esa sigla. Tampoco se exigió la proscripción de la candidatura de Luis Arce Catacora, teniendo en cuenta la jurisprudencia sentada en el caso de Ernesto Suárez, en el Beni.
9) Hubo conglomerados político-sociales pero no partidos políticos. La captura del poder por el poder era la simple meta. El MAS tenía todo su aparataje intacto. Sus activistas, bien pagados, se movilizaron intensamente por toda la geografía nacional (por eso insistian en ir a elecciones en el menor tiempo posible), alimentando la frustración de la ciudadanía por el fracaso del gobierno. El tiro era culpar a Añez de la crisis y machacar con que con el gobierno de Evo “vivíamos mejor”.
10) Este sentimiento de la “vida mejor” fue captada por el G2 cubano para ordenar que el candidato sea un individuo opaco políticamente, pero al que se atribuye (sin merecerlo) el haber logrado el “milagro económico” de Bolivia (según El Pais de España). Como miles de personas, producto de la pandemia, veían vaciarse sus bolsillos, pensaron simplemente en que lo mejor que podía ocurrir, en tiempos de crisis, es que vuelva el milagroso… (Por cierto que ahora el proponente del bono de los 1.000 pesitos está reculando con la excusa de que las “arcas están vacias”…)
11) El MAS iba a dividirse tras la fuga del caudillo con una base autóctona que construyó con la paciencia de un hornero David Choquehuanca. Como no es tonto, se dio cuenta que dividiendo al MAS no llegaría lejos y agarró, aunque sea fallo, como dicen en Venezuela, la oferta de ser vicepresidente. Desde su defenestración en la cancillería estaba con un ojo cerrado. Es un buen organizador, pero le faltan luces políticas. La Historia va hacia adelante, por más que le guste que los relojes marchen hacia atrás.
12) CC pensó sencillo. Si el 2019 fuimos segundos por estrecho margen, el 2020 arrasaremos con el voto. Lo peor que puede pasarnos es que seamos segundos, pero en ese caso ganaremos ampliamente en la segunda vuelta. Nunca vislumbró que tenía al frente un aparataje electoral organizado a nivel de comunidades, pueblos y ciudades, con mucho dinero.
12a) Al respecto, Permítanme revelarles algo. Para las elecciones de 1966, los del PDC fuimos tentados a organizar un gran encuentro campesino en Rio Abajo. Sería, según los dirigentes, una buena manera de mostrar la popularidad del partido, señalado entonces como una cofradía de intelectuales y profesionales jóvenes (“come-hostias” nos llamaban nuestros detractores). Con Juan José Saavedra, Jorge Reyes Villa y Rafa Bermudez nos reunimos con dirigentes campesinos de Rio Abajo. Les contagiamos nuestro entusiasmo, pero a la hora de las chiquititas ellos nos exigieron dinero… Y eran tan peseteros que hasta nos dijeron que había que pagarles a los asistentes, coca, alimentos y refrescos. El precio de la concentración estaría de acuerdo al número de asistentes que nosotros queríamos. No llegamos a nada. No estaba en nuestra agenda comprar partidarios.
13) No ocurre lo mismo con el MAS. Recuerden cómo las autoridades detuvieron en el gobierno de Añez a activistas que pagaban en El Alto a los asistentes a las marchas de ese partido. Si para marchar les daban (hay cientos de fotos), dinero y cajitas de pollo Copacabana, con mayor razón pagaron a miles para que votaran por el binomio masista el 18-O.
14) Y no solo esto, sino que impusieron el voto controlado (tienes que votar por el MAS o si no te marcaremos o quemaremos la casa, le quitaremos a tu madre, a tu hermana, el puesto de venta en la calle o el mercado, etc.) y el voto comunitario, especialmente en las zonas rurales donde el aparato condujo masivamente a las “ovejitas” al voto por el MAS.
15) La solidaridad de clase. Evo Morales sembró la división social en Bolivia, no solo regionalmente, sino racialmente. Dividió el país entre tharas y kharas, por más que blancos, criollos, indígenas, negros, mestizos, vivan entremezclados en pueblos y ciudades. Hizo lo mismo el militarote venezolano Hugo Chávez Frías al dividirlos entre “los que tienen” y “los que no tienen”. Llegó al extremo, en su primer discurso en Los Próceres, de decir que “no comete delito quien roba para dar de comer a su familia…” El militarote vulgar desde la tribuna pública hablaba no como el primer mandatario de la nación, sino como un individuo con pocas luces, pródigo en malas palabras y en groseras metáforas, al estilo de un malandro (como cuando en un discurso le pidió a su mujer que se preparara “porque esta noche te voy a dar lo tuyo”). Los venezolanos de las barriadas, de la Venezuela profunda, los alpargatudos, se identificaban plenamente con él: Chavez es como yo, dice las cosas como son. Habla a todos a carajazos y manda a la mierda a los gringos… En Bolivia, por la prédica de 14 años, miles se identifican con su “hermano”: Yo soy como él. Hablo mal el español. Le dicen ignorante como a mi y es que no ha ido al colegio, como yo, pero pone el nombre de Bolivia en lo alto…
16) Esta realidad es la que no supo leer la oposición. Creìa que todo estaba servido, al menos para una segunda vuelta. Añez retiró su candidatura, pero el daño ya estaba hecho. Luis Fernando Camacho se aferró al regionalismo y Carlos D. Mesa, desde las alturas de su cultivada mente, no vio lo que pasaba bajo sus pies. Su aparato político avanzó con pies de plomo. No le sugirió que arriesgara el pellejo, que se metiera en El Alto, que fuera al Chapare, Montero o Yapacani. que mostrara audacia, coraje, valentia. El gran comunicador no comunicó ni entusiasmo con su mensaje político, muy académico, acartonado. Lo dije alguna vez. Mesa un intelectual de primer nivel, pero un pésimo político. Es cierto que la pandemia limitó los movimientos callejeros proselitistas, pero vemos actualmente en Estados Unidos que dos ancianos compiten por el voto palmo a palmo, sin dar ni pedir cuartel.
17) ¿El resultado hubiera sido otro si Camacho y Mesa, principalmente conformaban una sola candidatura? Difícil saberlo. No era cuestión de caras o discursos, sino de conformar una poderosa maquinaria electoral como la tenía bien aceitadita el MAS, al punto que quería elecciones “lo más pronto posible” porque sabía que, a pesar de la fuga del caudillo, los mandos medios e inferiores se mantenían intactos desde el 2019 y quizás contando con más dinero que aquella vez.
18) ¿Y ahora qué pasara? Antes del 18-O dije que cualquiera sea el ganador le esperan al país días muy difíciles. Nada ha cambiado. Si Mesa ganaba, el masismo estaría ahora mismo bloqueando carreteras, organizado huelgas, marchas, etc. Como ganó el MAS hay protestas, pero estas se acallaran pronto porque el masismo es campeón en dejar que se rindan sus opositores por cansancio. Los que convocan a huelgas de hambre, bloqueos, etc, están desperdiciando energías de cara al futuro. Lo que se necesita es nuevo y capaz liderazgo político, organización, como los tuvieron los cabildos que obligaron a la huida del caudillo cocalero. Muy difícil que el “señor milagroso” resuelva la brutal crisis económica que se viene.
Los mandamases oclocráticos que se regocijan por el caudaloso voto obtenido, harían bien en repasar la Historia de Bolivia, especialmente en ese capítulo en el que el presidente Manuel Isidoro Belzu era aclamado en la Plaza Murillo por la delirante multitud, mayoritariamente indígena. Mariano Melgarejo entró audazmente a Palacio y mató a Belzú. Salió al balcón y a la misma multitud le dijo: ¡Belzu ha muerto! ¿Quién vive ahora? …¡Viva Melgarejo!, respondió la plebe.
(*) Hernán Maldonado es periodista. Ex UPI, EFE, dpa, CNN, El Nuevo Herald. Por 43 años fue corresponsal de ANF de Bolivia.