¿Qué pasó con la candidatura de Jeanine?
Por Hernán Maldonado (*)
La respuesta en una sola frase sería: Trató de construir un edificio sin poner cimientos…
Tras la renuncia y huida del cocalero-futbolista debió decretar la vigencia de la Constitución de 1964, con sus modificaciones de 1994.
Al volver Bolivia a la Republica, eso le hubiera permitido cerrar la Asamblea Legislativa Plurinacional, destituir a jueces y fiscales sospechosos de haber torcido el cuello a la ley, desde el Tribunal Constitucional hasta el más pinche juez de instrucción.
Elegir a un TSE integrado completamente por gente idónea e independiente y no permitir un cuoteo, como lo hizo.
Debió cortar absolutamente todo lazo con el régimen derrocado, investigar las fortunas mal habidas, señalar responsabilidades por los multimillonarios despilfarros y la colosal corrupción e iniciar juicios a los culpables.
Anular completamente la vigencia de facto de la “republiqueta del Chapare” empleando mano dura contra el narcotráfico.
Analizar semanalmente con el alto mando militar y policial el estado en que dejó el país el evadido y los peligros a enfrentar.
…Y mucho, mucho más. Pero no lo hizo. Peor aún. Se convirtió en candidata.
Cambió el gabinete (muchos ministros se le fueron, renunciaron o fueron renunciados) pero dejó intactos los cargos inferiores, hasta los asesores, relacionadores públicos, fueron los mismos de la dictadura. 500.000 supernumerarios (cifra dada por el colega Humberto Vacaflor) en la administración pública siguen en sus puestos.
Así, la estructura de la corrupción se mantuvo intacta, como en el caso de los respiradores que tanto daño le hicieron a la imagen gubernamental, siendo así que las órdenes para que se concretaran esos escándalos fueron dados por colaboradores de la ex ministra Gabriela Montaño, aún vigentes.
Un pésimo manejo comunicacional deterioró paulatinamente la imagen gubernamental. Los burócratas creyeron que dando publicidad oficial a algunos medios de importancia, era suficiente, pero esos medios siguieron prestando sus páginas y micrófonos a los testaferros del caudillo cocalero, para despotricar contra el gobierno, subrayando los nuevos casos de corrupción.
No menos importante fue el desgraciado manejo del ministerio de Gobierno, cuyo titular enfangó a la presidenta con estupideces, como anunciar que la Interpol buscaba con sello azul o rojo al fugitivo, cuando nada de eso se ha hecho realidad hasta el sol de hoy.
Y entonces, respecto a la candidatura, habrá que concluir como dicen los cubanos: “se murió como Chacumbele”.
(*) Hernán Maldonado es periodista. Ex UPI, EFE, dpa, CNN, El Nuevo Herald. Por 43 años fue corresponsal de ANF de Bolivia.