(3) Nada de lo que pasa… Matones
Por Hernán Maldonado
La fotografía recorrió el mundo y los bolivianos fuimos vistos como unos salvajes. Unos desalmados degollaron perros en una plaza pública, amenazando que así acabarían con los enemigos del gobierno de Evo Morales.
Eran los “ponchos rojos”, unos indígenas fanatizados por el régimen del caudillo cocalero, procedentes de Achacachi, zona rural del departamento de La Paz…
Una copia del accionar típico en las dictaduras castrochavistas de Cuba y Venezuela, muy dadas a poner en funcionamiento en las calles a grupos parapoliciales o paramilitares para su defensa ante sus opositores.
Otra vez. Nada de lo que ocurrió en la Cuba de Fidel Castro, deja de pasar en sus satélites, ante la negligencia de los “opositores” al castrochavismo que creen que son sucesos circunstanciales cuando tienen ante sus narices esos actos delincuenciales.
Por décadas, el castrismo utilizó a esas bandas de choque. Primero fueron los vigilantes-informantes de cada manzana en las ciudades. Con el paso de los años, se los institucionalizó. En las protestas históricas del 11 de julio del 2021, el castrismo puso en las calles a sus “boinas negras” (variante de la infames “Avispas Negras”) para dispersar a palo y bala las manifestaciones callejeras. “Brigada Especial Nacional”, le llaman.
En Nicaragua, la satrapía sandinista ha constituido una fuerza paramilitar que está compuesta por pandilleros. La población los conoce como “turbas”. Fueron las protagonistas de la cruel represión a las protestas del 2018, con un saldo de más de 350 muertos.
En Argentina son “los planeros” (que viven de planes sociales), organizados por el kirchnerismo. Tienen miles de afiliados a través de La Cámpora, y son los profesionales “piqueteros”, encargados de trancar calles y avenidas por el motivo que se les antoje.
México, del parlanchín Manuel López Obrador, ya está en la onda. No hace mucho que sus apandillados desfilaron con ataúdes ante la Corte Suprema de Justicia, con la foto de su presidente Norma Piña, a la que le atribuyen fallos contrarios a los intereses políticos del déspota.
Donde campean a sus anchas es en Venezuela. Les llaman “colectivos”. Son grupos de matones prestos a salir a dispersar manifestaciones opositoras. “Echenles gas del bueno”, ordenaba el militarote Hugo Chávez. Maduro creó más y los ha uniformado. Su ministra Iris Varela sacó de las cárceles a cientos de criminales que han sido incorporados a la Guardia Nacional. Son autores de cientos de asesinatos.
En Bolivia, Morales y su heredero Luis Arce Catacora, echan mano de sus “movimientos sociales”, con sus escuadras delincuenciales como los “ponchos rojos”, el “comando sur” (cuyo jefe es el actual ministro de Gobierno), los guardias revolucionarios (comandos dirigidos por el ministro de Obras Pùblicas), etc.
Morales vive rodeado de un ejército particular en El Chapare, la principal zona produtora de coca. Sus apandillados demostraron de lo que son capaces cuando asesinaron a palos en las calles de Cochabamba el 2007 al estudiante Christian Urresti.
Otro pandillero, Gustavo Torrico, dispersó a patadas a manifestantes mujeres en el atrio de la Universidad Mayor de San Andrés, en La Paz, en agosto del 2021. Ahora es viceministro de coordinación gubernamental…
Y todavía hay quienes creen que el castrochavismo no es una multinacional del crimen…
Hay más…
Agosto 2023