Las injusticias de la justicia castro-chavista

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Las injusticias de la justicia castro-chavista

Por Hernán Maldonado (*)

¿Cuando quiero llorar, no lloro? Es el título de una novela de Miguel Otero Silva, escrito décadas antes de lo que le ocurre a la ex jueza venezolana María Lourdes Afiuni. Hoy hay que llorar sin contenerse, de rabia, frustración por la injusticia de la justicia castro-chavista.

El Tribunal Supremo de Justicia acaba de dictar sentencia de 5 años de cárcel contra Afiuni por un delito que no cometió y que se lo inventó el régimen: “corrupción espiritual”.

Estas injusticias son la característica de jueces de las dictaduras implantadas en Cuba, Venezuela, Nicaragua, en el Ecuador del fugitivo Rafael Correa, y en la Bolivia de Evo Morales (donde estos días los violadores de DD.HH, corruptos, pedófilos, ladrones, despilfarradores del erario nacional pasean su impunidad).

El 2009 Afiuni dictaminó la liberación del banquero Eligio Cedeño, detenido bajo una serie de cargos improbados. Hasta Naciones Unidas había abogado por él. Cedeño, en cuestión de horas viajó inmediatamente a Aruba en una precaria embarcación en busca de asilo. Hoy vive en Estados Unidos.

El tirano Hugo Chávez, cual Júpiter tronante, apareció en la televisión rojo de ira contra Afiuni. “A esa juez me la detienen ¡ya! Y me la condenan a 30 años de cárcel”, bramó. Se limpió el trasero con la independencia del Poder Judicial.

¿Por qué esa descomunal ira? Nunca se ha aclarado. Un caso de supuesta corrupción bancaria no ameritaba ese arrebato. ¿Sería, como en voz baja se especulaba, que la hija favorita del tirano fue rechazada por el joven y apuesto banquero? Quizás nunca se sepa.

Afiuni fue encarcelada sobre tablas bajo rigurosas medidas de seguridad, como si se tratara de una criminal sumamente peligrosa. La familia denunció que por órdenes directas de Chávez sufrió maltratos físicos. La torturaron. Y no solo eso, sus guardianes la violaron repetidamente y después la hicieron abortar.

La Fiscal General del Estado, chavista hasta los huesos, Luisa Ortega Diaz, no pudo encontrar delito alguno para acusar y mantener detenida a Afiuni y fue entonces que se inventó lo de la “corrupción espiritual”, una tipologia inexistente en el sistema penal del mundo. (Años después Ortega Diaz desertó, se fue a Colombia y hoy aparece como una antichavista furibunda, “luchadora” por los DD.HH. ¿?).

El 2011, tres años después, la jueza Afiuni recibió medida cautelar, para seguir presa en su domicilio. Sus abogados insistieron en que no podía ser condenada por corrupción, porque se probó que jamás recibió soborno alguno para liberar a Cedeño, pero el TSJ argumentó que la jueza otorgó medidas cautelares a procesados como “un acto de placer” (Ahora lloramos, pero de risa).

¡Ah! Y adivinen qué. El TSJ chavista está presidido por Maikel Moreno, que en los años 80 fue encarcelado dos años por asesinar a dos hombres en Ciudad Bolívar. Fue un matón de la policía política en los gobiernos de AD y Copei y hasta guardaespaldas del presidente Carlos Andrés Perez. En 1989 otra vez estuvo encarcelado por el asesinato del joven Rubén Gil Marquez, en Caracas… Ahora sentencia a Afiuni.

¡Ay Dios, lo que tenemos que ver!

(*) Hernán Maldonado es periodista. Ex UPI, EFE, dpa, CNN, El Nuevo Herald. Por 43 años fue corresponsal de ANF de Bolivia.