Maduro está haciendo fraude electoral castrochavista y falsificará su reelección en Venezuela
Por Carlos Sánchez Berzaín (*)
El proceso de las elecciones del próximo 28 de Julio en Venezuela se desarrolla sin respeto a los derechos humanos ni a las libertades fundamentales, sin estado de derecho, sin separación e independencia de los poderes públicos, con presos y exiliados políticos, con persecución y con terrorismo de Estado. Son “votaciones en dictadura” del socialismo del siglo 21 o castrochavismo, en las que el repudio popular al dictador/candidato supera el 80%, y Nicolás Maduro está repitiendo el fraude que falsificará un resultado que lo declare ganador.
Las dictaduras usan la convocatoria a elecciones y el voto para tratar de dar legitimidad a su criminal permanencia indefinida en el poder. Con gobiernos repudiados y temidos por la gente por la violación de derechos humanos, miseria e inseguridad a la que han llevado a los pueblos de Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua, las elecciones se han convertido en estos países en mecanismos de manipulación del voto por la dictadura. La definición es “Dictadura electoralista, el régimen que concentra el poder absoluto en un jefe o en un grupo u organización, reprime los derechos humanos y las libertades individuales e impone y manipula votaciones como eventos electorales en los que el pueblo vota pero no elige”.
En Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua se realizan elecciones bajo “terrorismo de Estado”, con perseguidos, presos y exiliados políticos, con líderes y organizaciones políticas proscritas por decisión del régimen, inhabilitando y exiliando candidatos que les pueden ganar, bajo las leyes infames de la dictadura que han hecho desaparecer el sufragio universal, controlando todo el sistema de elecciones que les permite manipular registros y resultados, sin jueces idóneos que garanticen imparcialidad, con autoridades electorales y judiciales títeres de la dictadura , sin libertad de prensa, dividiendo el repudio popular con “opositores funcionales” que el régimen alienta y usa para la simulación de un falso triunfo manipulado a puro fraude.
Sin embargo, los pueblos oprimidos por las dictaduras del socialismo del siglo 21, no tienen -de momento- otra posibilidad para salir de la dictadura y recuperar la libertad y la democracia que participar en las “votaciones en dictadura” bajo la denominación de “elecciones”, sin ninguna condición de democracia, con la esperanza de que el masivo y casi total repudio popular se refleje en la derrota del dictador y que la comunidad internacional abandone su apatía, colaboracionismo o complicidad con las dictaduras.
La lucha por recuperar la libertad y la democracia en Venezuela se concentra en las elecciones que el régimen ha señalado para el 28 de Julio próximo. Las condiciones objetivas son de una clara derrota del dictador/candidato Nicolás Maduro quien de acuerdo a encuestas independientes “tiene un respaldo del 9,8% frente al 61,1% de Edmundo Gonzales Urrutia”. La medición de popularidad de jefes de gobierno de Latinoamérica publicada por Bloomberg Línea, de enero 2024 da a Maduro un 19%, uno de los más impopulares de la región. La realidad objetiva muestra un repudio a Maduro que supera el 80%.
En estas condiciones solo el fraude dictatorial puede falsificar un resultado y en eso el socialismo del siglo 21 tiene amplia experiencia y éxito, ya lo hizo en la misma Venezuela, en Bolivia 2020, en Nicaragua 2021. Es un sistema que controla el padrón electoral, el número, ubicación y existencia de los electores, las autoridades electorales y todo el aparato legal, escoge los candidatos de oposición creando la oposición funcional, falsifica encuestas y desinformación, inhabilita candidatos con opciones como han hecho con María Corina Machado y con Corina Yori. Este sistema criminal de dictadura electoralista podría describirse deportivamente como que la dictadura hace los reglamentos, es dueña de los árbitros, manipula el público, controla los registros, los reporteros y el tablero de resultados y pone a los jugadores del equipo contrario.
En Nicaragua 2021 Ortega y Murillo tenían el repudio de más del 80% de la población, apresaron a todos los candidatos opositores dejando a los funcionales y “Ortega ganó la elección con el 75,92% de votos y la asistencia del 65,23% de los electores” y es el “presidente de Nicaragua”. En Bolivia 2020 la dictadura recuperó el gobierno con Luis Arce falsificando un resultado en primera vuelta del 55,11%, reconocido antes de terminar de ser contado por la oposición funcional que dividió la opción democrática y no hizo control electoral.
En esta realidad el pueblo de Venezuela y los líderes que representan la oposición deben denunciar cada acto del fraude electoral y buscar tener el control electoral físico y documentado para realizar conteo simultaneo de los resultados. El pedido de “ser testigos en cada mesa de votación” y documentar -que ya han hecho Machado y Gonzales- es lo más importante antes de “el día después del fraude”.
(*) Carlos Sánchez Berzaín es abogado constitucionalista y politólogo. Actual Director del Interamerican Institute for Democracy.