Bolivia: Boabdil
Publicado: Sab Mar 13, 2021 10:08 am
Boabdil
Por Hernán Maldonado (*)
Boabdil, cuando perdió el reino de Granada, antes de emprender el camino del destierro, lloró en una colina y se cuenta que su madre le dijo al monarca moro: Llora, llora como mujer, lo que como hombre no supiste defender.
Esa vieja historia, mutatis mutandis, se aplica estos días en Bolivia, pero la “boabdil” es Jeanine Añez que le hizo perder al pueblo boliviano su democracia, heroicamente reconquistada en las calles en 21 días de lucha en octubre-noviembre de 2019.
Evo Morales y Luis Arce Catacora, furiosos por la categórica derrota que les infligió el pueblo boliviano en las elecciones subregionales del 7 de marzo, han emprendido una cacería de brujas contra los “golpistas” que aquél año obligaron a huir al caudillo cocalero.
Lo del “golpe de Estado” es una falacia canalla de Morales y Arce. Si lo hubo, fue el GOLPE del cocalero que desconocíó el resultado del referendo de 21F 2016 y el colosal fraude de los comicios de octubre del 2019 cuando ilegalmente pretendió reelegirse.
Tras su huída, aconsejado por su amanuense Alvaro García Linera, ordenó que se produjera un vacío de poder. Renunciaron el propio García, y los presidentes de las cámaras de senadores y diputados, llamados a la sucesión.
En esas horas aciagas y en medio de crímenes atroces (incendio de casas particulares, quema de 68 autobuses, atentados contra bienes públicos y pedidos para declarar una guerra civil), el Tribunal Constitucional, Integrado por llunkus de Morales, estableció que le correspondía asumir la presidencia a Jeanine Añez, vicepresidenta del Senado.
El pueblo boliviano mayoritariamente saludó su asunción y Eva Copa, del MAS, como nueva presidenta del Senado, contribuyó a la continuidad constitucional, mientras Morales, desde su exilio dorado en México, alebrestaba a sus huestes a bloquear caminos para que no entren alimentos a las ciudades.
Como la violencia masista se enseñoreaba en el país con los trágicos sucesos de El Alto, Montero, Yapacani y Sacaba, era la ocasión para que la señora Añez decretara el Estado de Sitio, la vigencia de la Constitución de 1967 (que fue reemplazada por la ilegal Constitución de La Calancha), el cierre de la Asamblea masista (¿o acaso se puede dormir con el enemigo?), la recomposición total de las fiscalías y la judicatura, la defensoría del pueblo y el reemplazo de todo el personal de confianza en toda la administración pública.
A la señora Añez se le dijo por mil canales que esas eran las medidas a tomar en un gobierno de transición en un momento en que gozaba de un gigantesco apoyo nacional.
No ocurrió nada de eso. El gobierno pasó a ser de continuidad del anterior. Tanto que el escándalo de los respiradores fue articulado por funcionarios del fugitivo, digitados desde Buenos Aires por la ex ministra de Salud, Gabriela Montaño.
Añez no escuchó las voces que le advertían de las maquinaciones externas e internas para facilitar el regreso del MAS y hasta osó presentar su candidatura en el colmo de lo absurdo, oyendo los consejos de su nefasto ministro Arturo Murillo y de dirigentes de su partido.
Peor todavía le cayó encima a su gestión la pandemia y caló hondo en los votantes menos informados la monserga masista de que el virus lo trajo Jeanine para quedarse en el poder y que por eso postergaba las elecciones.
En agosto, Añez, tuvo otra gran oportunidad de enderezar el rumbo aprovechando el criminal bloqueo de caminos que impidió el paso de oxígeno a los hospitales causando la muerte a casi medio centenar de personas, incluyendo la hermana del cocalero. Le tembló la mano pese a las bravuconadas de Murillo. Y así le fue.
Tan mal fue todo, que la infame propaganda masista caló hondo: La culpa de la pandemia, la corrupción, la incapacidad para tomar decisiones, fueron torpedos a la línea de flotación del régimen (además de los caudillismos detestables de los opositores) y así el MAS tuvo la puerta ancha para su regreso en octubre del 2020.
Apenas instalado el nuevo gobierno, la culpa de todo el desastre de 14 años de masismo fue echado sobre los hombros del régimen de 11 meses, con el sanbenito del “golpe de Estado”.
Ahora Arce, testaferro de Morales, trata de disimular la derrota del domingo 7M enfatizando la idea del golpe y persiguiendo a Añez, jefes militares y policiales y ex ministros basándose en una denuncia de Lidia Patty, una pobre mujer indígena que apenas sabe dónde está parada.
La realidad es que Añez no hizo lo que tenía que hacer y ahora está cobrando, pero más que ella, injustamente el pueblo boliviano cuyo esfuerzo democrático fue desperdiciado. Y si ella creía que lo hizo bien, se habrá desengañado con ese triste tercer lugar como aspirante a la gobernación del Beni. A llorar a una apacheta. …Como Boabdil.
(*) Hernán Maldonado es periodista. Ex UPI, EFE, dpà, CNN. El Nuevo Herald. Por 43 años fue corresponsal de ANF de Bolivia.
Por Hernán Maldonado (*)
Boabdil, cuando perdió el reino de Granada, antes de emprender el camino del destierro, lloró en una colina y se cuenta que su madre le dijo al monarca moro: Llora, llora como mujer, lo que como hombre no supiste defender.
Esa vieja historia, mutatis mutandis, se aplica estos días en Bolivia, pero la “boabdil” es Jeanine Añez que le hizo perder al pueblo boliviano su democracia, heroicamente reconquistada en las calles en 21 días de lucha en octubre-noviembre de 2019.
Evo Morales y Luis Arce Catacora, furiosos por la categórica derrota que les infligió el pueblo boliviano en las elecciones subregionales del 7 de marzo, han emprendido una cacería de brujas contra los “golpistas” que aquél año obligaron a huir al caudillo cocalero.
Lo del “golpe de Estado” es una falacia canalla de Morales y Arce. Si lo hubo, fue el GOLPE del cocalero que desconocíó el resultado del referendo de 21F 2016 y el colosal fraude de los comicios de octubre del 2019 cuando ilegalmente pretendió reelegirse.
Tras su huída, aconsejado por su amanuense Alvaro García Linera, ordenó que se produjera un vacío de poder. Renunciaron el propio García, y los presidentes de las cámaras de senadores y diputados, llamados a la sucesión.
En esas horas aciagas y en medio de crímenes atroces (incendio de casas particulares, quema de 68 autobuses, atentados contra bienes públicos y pedidos para declarar una guerra civil), el Tribunal Constitucional, Integrado por llunkus de Morales, estableció que le correspondía asumir la presidencia a Jeanine Añez, vicepresidenta del Senado.
El pueblo boliviano mayoritariamente saludó su asunción y Eva Copa, del MAS, como nueva presidenta del Senado, contribuyó a la continuidad constitucional, mientras Morales, desde su exilio dorado en México, alebrestaba a sus huestes a bloquear caminos para que no entren alimentos a las ciudades.
Como la violencia masista se enseñoreaba en el país con los trágicos sucesos de El Alto, Montero, Yapacani y Sacaba, era la ocasión para que la señora Añez decretara el Estado de Sitio, la vigencia de la Constitución de 1967 (que fue reemplazada por la ilegal Constitución de La Calancha), el cierre de la Asamblea masista (¿o acaso se puede dormir con el enemigo?), la recomposición total de las fiscalías y la judicatura, la defensoría del pueblo y el reemplazo de todo el personal de confianza en toda la administración pública.
A la señora Añez se le dijo por mil canales que esas eran las medidas a tomar en un gobierno de transición en un momento en que gozaba de un gigantesco apoyo nacional.
No ocurrió nada de eso. El gobierno pasó a ser de continuidad del anterior. Tanto que el escándalo de los respiradores fue articulado por funcionarios del fugitivo, digitados desde Buenos Aires por la ex ministra de Salud, Gabriela Montaño.
Añez no escuchó las voces que le advertían de las maquinaciones externas e internas para facilitar el regreso del MAS y hasta osó presentar su candidatura en el colmo de lo absurdo, oyendo los consejos de su nefasto ministro Arturo Murillo y de dirigentes de su partido.
Peor todavía le cayó encima a su gestión la pandemia y caló hondo en los votantes menos informados la monserga masista de que el virus lo trajo Jeanine para quedarse en el poder y que por eso postergaba las elecciones.
En agosto, Añez, tuvo otra gran oportunidad de enderezar el rumbo aprovechando el criminal bloqueo de caminos que impidió el paso de oxígeno a los hospitales causando la muerte a casi medio centenar de personas, incluyendo la hermana del cocalero. Le tembló la mano pese a las bravuconadas de Murillo. Y así le fue.
Tan mal fue todo, que la infame propaganda masista caló hondo: La culpa de la pandemia, la corrupción, la incapacidad para tomar decisiones, fueron torpedos a la línea de flotación del régimen (además de los caudillismos detestables de los opositores) y así el MAS tuvo la puerta ancha para su regreso en octubre del 2020.
Apenas instalado el nuevo gobierno, la culpa de todo el desastre de 14 años de masismo fue echado sobre los hombros del régimen de 11 meses, con el sanbenito del “golpe de Estado”.
Ahora Arce, testaferro de Morales, trata de disimular la derrota del domingo 7M enfatizando la idea del golpe y persiguiendo a Añez, jefes militares y policiales y ex ministros basándose en una denuncia de Lidia Patty, una pobre mujer indígena que apenas sabe dónde está parada.
La realidad es que Añez no hizo lo que tenía que hacer y ahora está cobrando, pero más que ella, injustamente el pueblo boliviano cuyo esfuerzo democrático fue desperdiciado. Y si ella creía que lo hizo bien, se habrá desengañado con ese triste tercer lugar como aspirante a la gobernación del Beni. A llorar a una apacheta. …Como Boabdil.
(*) Hernán Maldonado es periodista. Ex UPI, EFE, dpà, CNN. El Nuevo Herald. Por 43 años fue corresponsal de ANF de Bolivia.