Votaciones en dictadura no son elecciones, son crimen organizado
Por Carlos Sánchez Berzaín (*)
Las dictaduras del socialismo del siglo XXI que controlan Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia tienen como estrategia la falsificación de la voluntad popular para detentar indefinidamente el poder. El castrochavismo ha hecho de la manipulación electoral uno de sus elementos fundamentales y para eso ha institucionalizado el fraude, la suplantación y los crímenes que liquidan el sufragio universal y las elecciones libres y justas. Las votaciones en dictadura no son elecciones porque el ciudadano vota pero no elige, lo estafan con un sistema de crimen organizado trasnacional que acaba de ser aplicado en Bolivia y que se repetirá en el 6D de Venezuela.
Elegir significa “escoger o preferir a algo o alguien para un fin”. Es básicamente un acto de expresión de voluntad que de “facultad de decidir” en ejercicio de la libertad, de libre determinación. Por eso el elemento esencial de la democracia establecido en la Carta Democrática Interamericana es “elecciones” que además deben ser periódicas, libres y justas” y “basadas en el sufragio universal y secreto como expresión de la soberanía del pueblo”.
El voto es el acto de expresar la voluntad de elegir, pero las dictaduras del socialismo del siglo XXI lo han convertido en un proceso publicitario y mecánico que manipulan con vicios del consentimiento, que deforman con un sistema institucionalizado de fraude que suplanta la voluntad individual y la voluntad popular para ofrecer un resultado que viola la libertad, elimina la justicia, liquida el sufragio universal y hace desaparecer la soberanía del pueblo.
Las votaciones en dictadura electoralista permiten disfrazar de procesos democráticos los regímenes de delincuencia organizada trasnacional que controlan todo el poder y manipulan los órganos del estado para sostenerse con impunidad y violencia. Es tanto el éxito del sistema de dictadura electoralista que la dictadura de Cuba ya realiza elecciones en dictadura llevando a los cubanos a votar para producir el resultado que el régimen ha preparado.
La dictadura electoralista aplica fraude sistémico y fraude factico. El fraude sistémico es el fraude institucionalizado, el introducido en sus constituciones, leyes y ordenamiento jurídico dictatorial para eliminar el sufragio universal proclamándolo, para hacer desaparecer la igualdad de los ciudadanos y con minorías relativas construir mayorías absolutas. El fraude factico es el de hecho, el que usando la estructura dictatorial induce al ciudadano con condiciones creadas por la propia dictadura para viciar su consentimiento, manipula el voto con sistemas tecnológicos, crea y usa un padrón electoral falsificado, persigue opositores, establece la indefensión jurídica frente al fraude y la absoluta impunidad de los operadores de estas fechorías que terminan premiados con nuevos cargos.
En estas condiciones, agravadas por la pandemia y la crisis humanitaria, la dictadura de Venezuela realizará las denominadas elecciones parlamentarias 2020 o “6D”, una nueva acción criminal que el grupo de delincuencia organizada trasnacional del socialismo del siglo XXI perpetrará para destruir la Asamblea Nacional al reconocido Presidente Legitimo de Venezuela. Es solo la repetición de crímenes similares que se cometen en este siglo, que se han institucionalizado tanto que ya parecen normales, que tienen como elemento esencial a las “oposiciones funcionales” y “observadores internacionales”.
La reincidencia e impunidad de las “votaciones en dictadura”, de la vigencia de las “dictaduras electoralistas” es asombrosa. Acaba de pasar el 18 de octubre en Bolivia, ahora viene el 6 de diciembre 6D en Venezuela, hay amenaza de que el 7 de Febrero de 2021 se afecte Ecuador cuya estructura jurídica y electoral sigue siendo castrochavista, y se repetirá sin duda en Noviembre próximo en Nicaragua. Delinquen, reinciden, repiten y siguen detentando el poder con reconocimiento internacional.
El tratamiento separado de cada caso de las votaciones en dictadura es parte de la estrategia castrochavista. En Bolivia ya hicieron fraude y repusieron al “dictador en jefe” Evo Morales con su ejecutivo Luis Arce y el asunto ahora será tapado por la importancia y el nuevo escándalo criminal de las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre en Venezuela. Pero cada caso por separado, cuando en verdad se trata del mismo grupo criminal transnacional, cometiendo los mismos delitos, con el mismo objeto y con las mismas armas, mientras aumentan la persecución, los asesinatos, presos y exiliados políticos.
(*) Carlos Sánchez Berzaín es abogado constitucionalista, fue 5 veces ministro de Estado en Bolivia y actualmente es Director Ejecutivo del Interamerican Institute for Democracy.