La “pepa” de la foto del Che
Publicado: Vie May 21, 2021 8:52 am
La “pepa” de la foto del Che
Por Hernán Maldonado
El primer país en ser divulgada fue en Bolivia. Era la foto del Che, a pocas horas de su ejecución, que se hizo famosa mundialmente porque fue la última con vida del guerrillero.
La foto muestra a un abatido Che junto con el agente de la CIA, Félix I. Rodriguez, con algunos soldados bolivianos, en las puertas del local donde sería ejecutado por el sargento Mario Terán.
Reitero que fue la última del guerrillero con vida. Fue tan famosa como las que tomó en Vallegrande el compatriota Freddy Alborta con el cadáver del Che sobre la lavandería de la escuelita de La Higuera.
¿Cómo fue que Bolivia fue el primer país en el que se la publicó?
Déjenme contarles la historia de la “pepa”. Les recuerdo que cuando publiqué mis otras primicias periodísticas dije que las condiciones elementales son constancia, perseverancia, paciencia… y fundamentalmente suerte.
Este es otro ejemplo de la fortuna que me acompañó. En Estados Unidos es una sana costumbre que los autores de libros los obsequien a los grandes medios, mucho antes de su venta al público, para que los comenten en sus secciones de literatura.
Un domingo de los últimos 80, llegué a la redacción del Herald pasado el mediodía, pese a que mi turno comenzaba a las 3 p.m. Fue para aprovechar que el jefe de redacción, mi viejo amigo y colega Tony Espetia, me diera un aventón (colita le llaman en Venezuela) porque vivía cerca a casa y mi carro tenía un problema.
Los domingos la redacción estaba prácticamente vacia y aproveché para hojear los libros que llegaron ese fin de semana. Allí me encontré con el libro Shadow Warrior, de Félix I. Rodriguez (solo mucho después apareció la versión en español: Guerrero de las sombras).
La foto me impactó por su originalidad y le saqué una fotocopia bastante aceptable. La directora de Presencia en La Paz era mi amiga Ana María Romero de Campero, con quien hicimos muy buenas migas en la United Press Internacional, Washington, a comienzos de los 80.
Al hojear someramente, encontré varios detalles desconocidos, como que Rodríguez recibió órdenes de sus superiores para trasladar al prisionero a Panamá, pero que se opusieron los jefes militares que habían decidido su ejecución.
La novedad de la foto era también que el agente de la CIA lucía el uniforme de coronel del ejército boliviano (No fue el único en aquellos días). Rodríguez, además, fue el que fotografió el Diario de Campaña del Ché, una de cuyas copias no era completa y por eso se descubrió la felonía del ministro Antonio Arguedas. (Esa “pepa” ya se las conté).
Llamé a Presencia, recuerden que era domingo, pero Ana María no estaba. Me contestó el subdirector, Mario Maldonado Viscarra (no tengo ningún parentesco) y le referí el hallazgo.
--¿Puedes mandarme la foto?, me preguntó. No le prometí nada. Para mi era un día de trabajo.
--Pero te puedo dar algunas “pepas” de lo que leí. Le dije. De inmediato la dicté unas 350 palabras. Que podían ampliarse con los datos conocidos.
--La foto es lo importante, puntualizó.
Cuando empecé a trabajar esa tarde mi mente funcionaba a millón. Se me ocurrió enviarla por el LAB, cuyo vuelo diario salía a las 11 de la noche a La Paz. Trabajé contrarreloj y cuando las últimas notas de mi sección las envié a la imprenta, estuve listo para ir al aeropuerto, sito a unos 10 kilómetros de allí.
Cuando iba a salir me acordé que no tenía mi auto. La sangre se me chorreo al piso. El gran amigo Tony viendo mi frustración, me ofreció:
--Andá en mi auto. Ningún problema, dijo. Generoso, me dio sus llaves. Bajé al estacionamiento y cuando me aprestaba a manejar descubrí que el VW era sincrónico y yo manejaba automáticos desde hace más de 30 años.
La adrenalina me hizo recordar su manejo y llegué al aeropuerto en busca de algún compatriota que pudiera llevar el sobre y entregarlo a alguien de Presencia que estaría esperando en El Alto. Vi a un hombre cuyo rostro rubicundo no había cambiado desde el colegio Ayacucho, aunque él era de un curso inferior. Le expliqué de qué se trataba y hasta abrí el sobre para superar su desconfianza. ¡Lo llevó y lo entregó!
El avión llegaba el lunes en la madrugada y pensé que el martes aparecería la nota. Nada. ¡No pude creerlo! Una pepa de ese tamaño y el diario, ¿no lo publicó?
Me ganaba la decepción cuando finalmente vi la portada de Presencia de ese miércoles con la enorme foto y el texto con mi nombre. Una semana después recibí una hermosa carta de Ana Maria agradeciéndome por el “pepazo”. Me explicó que se había demorado la publicación por un asunto (no recuerdo cuál) que merecía la portada del periódico. Así nomas fue.
(Foto. Félix I. Rodriguez cumplirá el 31 de mayo 80 años. Vive en Miami y siempre muestra la foto a sus visitantes como testimonio de que trató con corrección al guerrillero. Quizás esa la razón por la que no ha corrido la suerte de casi todos los que tuvieron que ver con su muerte).
Mayo 2021
Por Hernán Maldonado
El primer país en ser divulgada fue en Bolivia. Era la foto del Che, a pocas horas de su ejecución, que se hizo famosa mundialmente porque fue la última con vida del guerrillero.
La foto muestra a un abatido Che junto con el agente de la CIA, Félix I. Rodriguez, con algunos soldados bolivianos, en las puertas del local donde sería ejecutado por el sargento Mario Terán.
Reitero que fue la última del guerrillero con vida. Fue tan famosa como las que tomó en Vallegrande el compatriota Freddy Alborta con el cadáver del Che sobre la lavandería de la escuelita de La Higuera.
¿Cómo fue que Bolivia fue el primer país en el que se la publicó?
Déjenme contarles la historia de la “pepa”. Les recuerdo que cuando publiqué mis otras primicias periodísticas dije que las condiciones elementales son constancia, perseverancia, paciencia… y fundamentalmente suerte.
Este es otro ejemplo de la fortuna que me acompañó. En Estados Unidos es una sana costumbre que los autores de libros los obsequien a los grandes medios, mucho antes de su venta al público, para que los comenten en sus secciones de literatura.
Un domingo de los últimos 80, llegué a la redacción del Herald pasado el mediodía, pese a que mi turno comenzaba a las 3 p.m. Fue para aprovechar que el jefe de redacción, mi viejo amigo y colega Tony Espetia, me diera un aventón (colita le llaman en Venezuela) porque vivía cerca a casa y mi carro tenía un problema.
Los domingos la redacción estaba prácticamente vacia y aproveché para hojear los libros que llegaron ese fin de semana. Allí me encontré con el libro Shadow Warrior, de Félix I. Rodriguez (solo mucho después apareció la versión en español: Guerrero de las sombras).
La foto me impactó por su originalidad y le saqué una fotocopia bastante aceptable. La directora de Presencia en La Paz era mi amiga Ana María Romero de Campero, con quien hicimos muy buenas migas en la United Press Internacional, Washington, a comienzos de los 80.
Al hojear someramente, encontré varios detalles desconocidos, como que Rodríguez recibió órdenes de sus superiores para trasladar al prisionero a Panamá, pero que se opusieron los jefes militares que habían decidido su ejecución.
La novedad de la foto era también que el agente de la CIA lucía el uniforme de coronel del ejército boliviano (No fue el único en aquellos días). Rodríguez, además, fue el que fotografió el Diario de Campaña del Ché, una de cuyas copias no era completa y por eso se descubrió la felonía del ministro Antonio Arguedas. (Esa “pepa” ya se las conté).
Llamé a Presencia, recuerden que era domingo, pero Ana María no estaba. Me contestó el subdirector, Mario Maldonado Viscarra (no tengo ningún parentesco) y le referí el hallazgo.
--¿Puedes mandarme la foto?, me preguntó. No le prometí nada. Para mi era un día de trabajo.
--Pero te puedo dar algunas “pepas” de lo que leí. Le dije. De inmediato la dicté unas 350 palabras. Que podían ampliarse con los datos conocidos.
--La foto es lo importante, puntualizó.
Cuando empecé a trabajar esa tarde mi mente funcionaba a millón. Se me ocurrió enviarla por el LAB, cuyo vuelo diario salía a las 11 de la noche a La Paz. Trabajé contrarreloj y cuando las últimas notas de mi sección las envié a la imprenta, estuve listo para ir al aeropuerto, sito a unos 10 kilómetros de allí.
Cuando iba a salir me acordé que no tenía mi auto. La sangre se me chorreo al piso. El gran amigo Tony viendo mi frustración, me ofreció:
--Andá en mi auto. Ningún problema, dijo. Generoso, me dio sus llaves. Bajé al estacionamiento y cuando me aprestaba a manejar descubrí que el VW era sincrónico y yo manejaba automáticos desde hace más de 30 años.
La adrenalina me hizo recordar su manejo y llegué al aeropuerto en busca de algún compatriota que pudiera llevar el sobre y entregarlo a alguien de Presencia que estaría esperando en El Alto. Vi a un hombre cuyo rostro rubicundo no había cambiado desde el colegio Ayacucho, aunque él era de un curso inferior. Le expliqué de qué se trataba y hasta abrí el sobre para superar su desconfianza. ¡Lo llevó y lo entregó!
El avión llegaba el lunes en la madrugada y pensé que el martes aparecería la nota. Nada. ¡No pude creerlo! Una pepa de ese tamaño y el diario, ¿no lo publicó?
Me ganaba la decepción cuando finalmente vi la portada de Presencia de ese miércoles con la enorme foto y el texto con mi nombre. Una semana después recibí una hermosa carta de Ana Maria agradeciéndome por el “pepazo”. Me explicó que se había demorado la publicación por un asunto (no recuerdo cuál) que merecía la portada del periódico. Así nomas fue.
(Foto. Félix I. Rodriguez cumplirá el 31 de mayo 80 años. Vive en Miami y siempre muestra la foto a sus visitantes como testimonio de que trató con corrección al guerrillero. Quizás esa la razón por la que no ha corrido la suerte de casi todos los que tuvieron que ver con su muerte).
Mayo 2021