La dictadura de Bolivia mantiene a los ciudadanos en un estado de indefensión igual que el de los peores regímenes de América Latina
Por Carlos Sánchez Berzaín (*)
La dictadura en Bolivia tiene mas de 15 años y las democracias del mundo dudan en tratarla como tal. Desde hace mas de una década es un país con presos, perseguidos y exiliados políticos, sin estado de derecho, sin división e independencia de poderes y con una justicia instrumento de represión que ha institucionalizado la violación de derechos humanos. El reciente apresamiento de la ex presidenta Jeanine Añez, las vejaciones y la persecución desatadas, son una repetición de casos como “Octubre 2003”, “La Calancha”, “Porvenir”, “Terrorismo” y mas, que prueban la dictadura en Bolivia que tiene a los bolivianos en estado de indefensión.
Dictadura es “el régimen político que por la fuerza o violencia concentra todo el poder en una persona o en un grupo u organización y reprime los derechos humanos y las libertades individuales”. Prueba una dictadura la ausencia de cualquiera de los elementos esenciales de la democracia, obligatorios para los países de las Américas por el articulo 3 de la Carta Democrática Interamericana: “el respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales; el acceso al poder y su ejercicio con sujeción al estado de derecho; la celebración de elecciones periódicas, libres, justas y basadas en el sufragio universal y secreto como expresión de la soberanía del pueblo; el régimen plural de partidos y organizaciones políticas; y la separación e independencia de los poderes públicos”.
El “estado de indefensión” es “la situación en la que es puesta una persona cuando se la hace incapaz de repeler física o jurídicamente las agresiones que ponen en peligro sus derechos fundamentales”. La indefensión es “el estado de vulnerabilidad en que se encuentra alguien que no puede resistirse frente a una agresión o situación injusta que lo afecta, y nadie lo protege frente a ellos”. En el ámbito jurídico-procesal, es “la situación en que la parte se ve limitada o despojada por el órgano jurisdiccional de los medios de defensa que le corresponden en el desarrollo del proceso”.
Utilizar “jueces infames”, juicios y falsas acusaciones para anular opositores e infundir miedo a la ciudadanía es el método usado 62 años por la dictadura de Cuba, por 22 años en la dictadura de Venezuela, reinstalado por Ortega en Nicaragua y con el que Correa sometió a indefensión por mas de 10 años a los ecuatorianos. Centenas de casos como el de Armando Valladares en Cuba o actualmente contra los artistas y jóvenes de San Isidro, el de Leopoldo López o del Gral Baduel o de los gerentes norteamericanos en Venezuela, los estudiantes en Nicaragua, el del diario El Universo o el de Galo Lara en Ecuador, lo prueban.
La “persecución política judicializada” consiste en que la dictadura construye una “narrativa falsa” con la que “encubre sus crímenes y los achaca a sus víctimas” y utilizando el sistema de fiscales y jueces que controla “enjuicia, apresa y condena a inocentes” con el propósito de “anular, exiliar o reclutar”.
La falsa narrativa en el caso del derrocamiento del Presidente Sánchez de Lozada en Octubre 2003 se hizo para encubrir los crímenes de Evo Morales y sus cómplices sobre la falsedad de “venta de gas a Chile” y con el título de “masacre” atribuirlos con infamia a los derrocados que fueron encarcelados y hasta ahora perseguidos y exiliados con constante “asesinato de reputación”. La falsa narrativa en los casos la Calancha, Porvenir, Hotel las Américas y Terrorismo se hizo para encubrir esas masacres que perpetró Evo Morales y presentarlas como “crímenes de separatistas” cuando en verdad defendían la República y la Constitución, y las víctimas convertidas en terroristas fueron encarcelados, exiliados y otros reclutados al servicio de la dictadura a la que son funcionales hasta hoy.
Ahora en el caso denominado “golpe de estado 2019” la narrativa dictatorial es la falsedad que pretende tapar los crímenes infraganti de fraude, falsificaciones y mas cometidos públicamente por Evo Morales, certificados por la Organización de Estados Americanos y la Unión Europea, además de tapar las masacres de Senkata y de Sacaba que Morales instruyó inmediatamente después de su fuga, probadas por grabaciones públicas. Como en Octubre 2003, la Calancha, Porvenir, Hotel las Américas, Terrorismo y otros, la dictadura repite con Jeanine Añez y un número indeterminado de bolivianos, el ritual de falsificar acusaciones, apresar, extorsionar, torturar, asesinar la reputación, invocar falsamente la defensa de derechos humanos para violarlos.
Es la dictadura en Bolivia que “en lugar de jueces tiene verdugos” y que ha “convertido los juicios en linchamientos” para someter a “régimen de terror a un pueblo en estado de indefensión”. ¿Quien es el próximo? ¿Hasta cuando?
(*) Carlos Sánchez Berzaín es abogado constitucionalista, politólogo, 5 veces ministro de Estado en Bolivia y actual Director Ejecutivo del Interamerican Institute for Democracy.