La ley de la selva

bomaher
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La ley de la selva

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La ley de la selva

Por Hernán Maldonado

Estos días la opinión pública está enfurecida con ciertos periodistas que se ufanan de haber trasmitido en vivo y en directo, sin autorización de la familia, la agonía y muerte de un infortunado ciudadano, víctima del Covid-19.

Obviamente fue un abuso de “poder”, pero hay un largo trecho en culpar a todos los periodistas por una estupidez y poner a todos los medios de comunicación ante el paredón de fusilamiento.

¿Fue la primera vez que ocurre? Lamentablemente no. Lo vemos todos los días. (¿Se acuerdan de la reconstrucción del suicidio del futbolista Ramiro “Chocolatin” Castillo?).

Al respecto, releo hoy un artículo publicado en La Prensa el 17 de abril de 2001 firmado por Roberto Barbery Anaya (considerado uno de los padres de la Participación Popular en Bolivia y que tiene un impresionante curriculum vitae. Ignoro si todavía vive en Bolivia).

Estas son las partes salientes de esa nota titulada “la ley de la selva”:

“Le pregunté sobre el tema de la entrevista que me iba a realizar: “Sobre el contrato de SUMA”, dijo, con laconismo displicente…
Yo busqué la auditoría realizada recientemente al Gobierno Municipal, guiado por el criterio de que era necesario analizar el tema en el contexto de la realidad económica del municipio. Entonces, con aire insolente y tono socarrón me lanzó la arbitraria pregunta: “¿por 500.000 dólares votaría a favor del contrato con SUMA…?

“Demoré unos segundos en reponerme del disgusto, mientras él con un rictus burlesco, esperaba con el micrófono extendido mi respuesta. ¿Por qué tendría que sentirme obligado a soportar tamaña licencia? ¿Qué antecedente hay en mi conducta para que yo deba tolerar una insinuación tan descomedida? ¿Qué derecho tienen los medios de comunicación para sembrar la duda sobre la probidad de una persona, partiendo de una ocurrencia peregrina? Con una tranquilidad que no es mía, le dije que no estaba de acuerdo con su forma de abordar el tema, porque me parecía absolutamente temeraria… Hoy me arrepiento de haberle respondido así. Queda en mi descargo el desconcierto provocado por la sorpresa. Debí hacer que se trague el micrófono entero. Debí ponerle la cámara de sombrero, porque mientras esperamos la “autorregulación”, lo que impera es la ley de la selva…

“Claro que “peores son los políticos”, repiten en un alarde de viveza criolla…Y ni se sonrojan cuando invocan públicamente semejante despropósito…Es como decir que entre enfermos no hay contagio. Que entre bueyes no hay cornadas. Se trata de un chantaje exhibicionista, penosamente consentido, para seguir prostituyendo la “libertad de expresión”…

“…Y son peores que los políticos porque son más impunes. Si, leyó bien. Son más impunes que los políticos, porque al menos los políticos, con razón y sin ella, son devaluados moralmente las 24 horas del día por los medios de comunicación. Y esa puede ser una sanción más gravosa que la cárcel… Los medios violan cotidianamente la ética, la estética, la ley, pero nadie los estigmatiza. Al contrario, son “los defensores de la democracia”. Y si de cárcel se trata, no tengo noticia de que haya un solo pinche periodista preso por abusar todas las mañanas, mediodías, tardes, noches y trasnoches de la libertad de expresión…

“Y son peores que los políticos porque son más demagogos. Si, leyó bien. Son más demagogos porque es demagogia solo poner énfasis en los aspectos negativos del poder. Porque es demagogia exacerbar los impulsos más primarios de la sociedad, recreando con lujo de detalles las facetas más oscuras del hombre. Porque es demagógico el tono fariseo de las reconvenciones morales, cuando nadie ignora que viven desesperados por obtener la nota más escabrosa para procesarla y difundirla con giros y ribetes aún más escabrosos…

“Y si, son más mediocres que los políticos, porque hay que ser muy mediocre para no reconocer que el poder de orientar a la opinión pública es el poder por excelencia. Y que toda responsabilidad es proporcional al poder que se ejerce…

Y son más encubridores que los políticos “porque saben perfectamente quiénes entre sus colegas incurren en todas las barbaridades que describo en este artículo, pero sin embargo reaccionan como gremio en defensa de la libertad de expresión convirtiendo el principio en una vulgar coartada y haciendo lo mismo que critican todos los días a los políticos. Son los aciagos dioses modernos…amparados por la cobardía generalizada, la ignorancia supina, los favores recíprocos y una versión troglodita de la libertad de expresión. Gozan del fuero de la ley de la selva…”


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