Tierra Lejana-- Página de Hernán Maldonado




Regreso al comienzo




Gracias por
firmar el libro
de visitas




Artículo
anterior






Foro




Libros




CHAT ROOM
Tema Libre

Martes 28 de marzo del 2006

(Recuerdos de viaje)

LOS YUNGAS DE LOS COCALES

Por Hernán Maldonado

Recuerdos de viaje
La Paz y la cultura del bloqueo
Copacabana: Abundante cosecha
Una joyita llamada Potosi
Uyuni y su mar de sal
Sucre la señorial
Cochamba, tierra que nadie iguala
Evo "globeado" en Oruro
Los Yungas de los cocales
Tarija, la Capital de la Sonrisa
El tiempo se ha detenido en los caminos de los Yungas. Y sus choferes, no me queda duda, son los mejores del mundo. En la ruta de los barrancos insondables, una sola maniobra mal hecha, la velocidad mal calculada al pasar por tierra erosionada, o un pestañeo de fracciones de segundos y adiós luz que te apagaste.

Hace 36 años fui a Irupana y la tortuosa ruta sigue siendo la misma. Pienso que pasarán otros tantos años y no habrá cambios. Así de simple. Irupana es un pueblo fantasma. "La gente viene los fines de semana", dice Toño, mi pequeño guía.

La casa que pertenecia a don Bonifacio Alvarez, uno de los patriarcas del pueblo, en una esquina de la plaza, donde solía alojarme, ha sido absurdamente "modernizada" y la maleza dio cuenta de la chacra de plátanos y cítricos.

La placita, antaño coquetamente empedrada, ha dado paso al cemento. Hay algo que no cuadra. Las viejas casitas con gruesas aldabas y grandes candados que se mantienen en pie sobre calles pavimentadas dan la visión de aquella elegante novia con zapatos de tenis.

Me aterra pasar la noche en este silencioso "Macondo" en el pico de una montaña donde no hay ningún restaurante abierto. Decido irme a Chulumani. El taxi recorre los 37 kilómetros de polvo y sobre barrancos en justamente dos horas.

Ahora veo con más detenimiento esos enormes cerros con sus sembradios de coca. Parecen gigantescas alfombras. Eso no era así hace 36 años. La coca rinde, la coca da... Un enorme camión llega a la plaza principal. Trae platanos de Caranavi... Me desespero por un café destilado porque lo que me ofrecen es el nescafé granulado brasileño. Cuando por fin logro hallar café colado me desilusiono rápidamente. Es café de cebada. Creálo o no... en los Yungas. Lamento no estar en Alemania.

Tenía la esperanza de encontrar en Chulumani a Juan Carlos Molina. Me informan que viajó a La Paz. Quería conocer a este jovencito que renunció a las comodidades del primer mundo para echar raíces en la tierra de su padre, el dilecto amigo Jaime Molina. Pienso en éste. Realmente se tiene que tener un cariño inconmensurable a Chulumani para mantener una fundación y hacer el bien a pesar de los malagradecidos y de que Jaime vive en el exterior desde que era un adolescente.

En medio camino de regreso, cerca de Puente Villa descubro que dejé mi máquina fotográfica en el hotel Monarca. Más que el valor del aparatito me duele perder las fotos de mi gira. Decido regresar en el primer camión que subía a Chulumani. La dueña me esperaba con buenas noticias.

Promediaba la tarde al llegar a Puente Villa. El 3 de enero un irresponsable, con más carga que la que debía, lo hundió. Esa la razón del transbordo, mientras presurosos ingenieros del Servicios Nacional de Caminos alistaban el nuevo puente, inaugurado a principios de marzo.

Para los peatones se construyó un tembleque y rudimentario paso colgante. En uno de los muros hay una placa que atribuyo a los chupamedias: "Obra construida durante el gobierno del presidente Evo Morales Ayma y del prefecto de La Paz José Luis Paredes". Pese al nuevo puente se decidió mantener en pie esa "obra".

(Mañana: Tarija, la capital de la sonrisa)




!-- Piwik -->