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VENEZUELA: SOLO PALABRAS
Por
Hernán Maldonado
Chávez, admirador de Simón Bolívar, repitió solemne lo que el Libertador
dijo en 1812 a raíz del terremoto que asoló Caracas: "Si la naturaleza se
opone a nuestros designios, lucharemos contra ella y haremos que nos
obedezca".
En realidad lo que el Libertador se propuso y lo consiguió fue levantar
el ánimo de sus atribulados compatriotas tras ese desastre natural. Por eso,
nunca más inoportunas las declaraciones de Chávez, horas antes del plebiscito
en el que se aprobó la nueva constitución venezolana.
Al día siguiente, las lluvias arreciaron, pero es inutil culparles del 54
por ciento de abstención, teniendo en cuenta que seis meses antes, para
elegir a la Asamblea Constituyente, los ausentes a las urnas, en un hermoso
día de sol, conformaron un porcentaje del 58.6 por ciento.
El miércoles, cuando todavía no se había contado el último voto, los
cerros de Caracas y en el departamento Vargas empezaron a removerse por la
acumulación de días de aguaceros y se vinieron abajo convertidas en toneladas
de barro y piedras arrastrando consigo los miles de ranchitos construidos en
sus laderas.
Nadie recuerda cuándo es que Venezuela sufrió una catástrofe
parecida. Las cifras lo dicen todo. Hasta ahora unos 10,000 muertos, miles de
heridos, desaparecidos, barrios enteros arrasados, 250,000 personas sin
hogar. Y es que nadie puede contra la furia de los elementos.
El comandante-presidente se ha quedado sin habla, paradójicamente en la
hora de su mayor triunfo: la aprobación con un 71 por ciento (de ese 46 por
ciento que fue a votar) de la nueva constitución hecha a su gusto y que le da
poderes como jamás los tuvo presidente alguno en Venezuela.
Ahora Chávez, que parece estar las 24 horas del día en campaña electoral,
espera superar las aflicciones que se abaten sobre su país para iniciar
pronto otra batalla por las nuevas elecciones de mediados del próximo año.
No le basta con que la nueva constitución alarga el periodo presidencial
de 5 a 6 años y que establece la reelección inmediata. Quiere partir de cero,
así que ya empezó a hablar de los nuevos comicios para iniciar su primer
sexenio.
Todo 1999 lo perdió embochinchado con sus adversarios políticos. En su
primer año lo que le ha dado a los venezolanos ha sido jarabe de lengua,
mientras la economía del país rueda más rápidamente al abismo. Se fueron
otros 4,000 millones de dólares en capitales, los empresarios grandes,
pequenos y medianos (ante la incertidumbre económica) cierran sus puertas. El
índice de desocupación se disparó a un 20 por ciento de la masa laboral.
No hay duda que el bipartidismo socialdemócrata-democristiano hundió al
país en la corrupción, y Chávez era una esperanza (déjenme creer que lo sigue
siendo) para esos millones de venezolanos que se mantuvieron al margen del
festín que se dieron durante 40 años adecos y copeyanos.
Ahora la realidad es que esa bajísima proporción del electorado, en
términos absolutos, le ha entregado a Chávez un cheque en blanco. Ojalá que
los abstencionistas no tengan que lamentar el no haber acudido a las urnas en
julio y en diciembre porque con la nueva constitución el comandante
virtualmente se convierte en un todopoderoso.
Antes del plebiscito ya empezó Chávez a abrirse varios frentes: los
gobernadores de estado que no son de su partido, la iglesia católica, la
prensa, la empresa privada, el poder legislativo (al que la nueva
constitución eliminó) y el poder judicial (que corre la misma suerte), etc.
Con su estilo cuartelario Chávez promete "meterles plomo verbal" a sus
adversarios; el mismo se declara "en guerra" e insta a sus partidarios a
"atacar" y a "entrar en batalla" contra los enemigos del Polo Patriótico, el
partido que lo aupa en el poder.
Por ahora son palabras. Felizmente sólo palabras...
En esta difícil hora venezolana, en la que los que no piensan como él son
"salvajes", al comandante-presidente se le olvida otra de las frases que han
hecho inmortal a Bolívar: "He pretendido excitar la prosperidad nacional por
las dos más grandes palancas de la industria: el trabajo y el saber.
Estimulando estos dos poderosos resortes de la sociedad, se alcanza lo más
difícil entre los hombres: hacerlos honrados y felices".
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