VENEZUELA: VIERNES NEGRO




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Domingo 10 de enero del 2010


VENEZUELA: ¿Y AHORA...?

Por Hernán Maldonado

Millones de venezolanos despertaron el último sábado anonadados. Lo único que se les ocurrió fue acudir en masa a las tiendas de electrodomésticos a comprar lo que pudieran porque saben que desde ésta semana los precios se dispararán. Hugo Chávez devaluó el bolívar en un 100 por ciento.

Venezuela vivió su "viernes negro". El taimado petrodictador (Esta vez no usó cadena nacional de radio y TV) anunció que la divisa estadounidense tendrá dos valores, una de 2.60 (preferencial) y la otra de 4.30 por dólar. Apenas mencionó al dólar paralelo, ese que en el mercado negro costaba el viernes 6.20 y vaya uno a saber en cuánto se cotizará ahora.

Chávez ha despilfarrado en una década 975.000 millones de dólares con programas asistencialistas, prebendalistas que le han permitido ganar popularidad y elecciones, pero que al no invertirse en desarrollo graficaron aquella manida frase de "pan de hoy, hambre para mañana".

Esa fabulosa catarata de dólares fue posible gracias al desenfrenado alza de los precios del petróleo, el principal producto de exportación del país, que de un promedio de 10 dólares en 1999 pasó el 2008 a casi 130 por barril. Nadando en la abundancia, Chávez compró votos y conciencias nacional e internacionalmente.

Su mundo fantasioso empezó a derrumbarse en la misma proporción a la baja del precio del crudo. Aún así a principios del 2009 se salió con su capricho de hacer aprobar un referendo para eternizarse en el poder. Cuando el barril bajó a 30 dólares, su nave hizo aguas por todos lados.

Venezuela comenzó a darse cuenta que muchos de los programas oficialistas apenas funcionaban, que las miles de cooperativas chavistas se comieron millones de dólares. Lo que es peor, el venezolano de a pie embotado por el dinero fácil, despertó a una lacerante realidad. Simplemente el país se está cayendo a pedacitos.

Como no hubo inversiones, escasea el agua y la luz. Medio millar de galenos cubanos desertaron a Estados Unidos cerrándose centenares de centros de atención médica primaria, las carreteras están intransitables, las escuelas se caen y no hay insumos en los hospitales. El gobierno ni siquiera es capaz de recoger la basura en las ciudades.

Por si fuera poco, las otrora poderosas industrias básicas del aluminio y el hierro, nacionalizadas con bombos y platillos, están cerrando sus fundiciones por mala gerencia y para ahorrar electricidad. La industria eléctrica simplemente colapsó. Paralelamente la corrupción llegó a niveles estratósfericos.

La industria petrolera, la cuarta más importante del mundo, casi desmantelada por falta de inversiones produce un millón de barriles diarios menos que en 1999 y le debe a gil y mil. Sus gerentes, en lugar de prospecciones, exploraciones y perforaciones fueron obligados a comercializar alimentos subsidiados.

Pese a esta cruda realidad, el petrodictador vociferó en febrero pasado: "Pongánme el precio del barril a cero y Venezuela no entra en crisis". El crudo se recuperó a 80 dólares y aún así los ingresos no le alcanzan y mucho menos en un año en que habrá elecciones parlamentarias, en las que Chávez ve el feo rostro de la derrota.

Por eso su desesperación por hacerse de dinero contante y sonante para seguir comprando votos, para seguir ganando elecciones, aunque el país se vaya al diablo. Las interrogantes de esta hora será saber si los venezolanos reaccionarán ante esta nueva trapacería, si se opondrán a la rebaja de sus sueldos y si se contentarán con que 2,5 millones de empleados públicos trabajen sólo de 8 am a 1 pm. Pronto lo sabremos.